El Dia de Cordoba

LA FELICIDAD A VECES ES UNA COSA MUY SENCILLA

- LA GLORIA DE SAN AGUSTÍN

TODAVÍA no puedo explicarlo con palabras, porque eso es la verdad, ni más ni menos, y es que cuando mi amigo Cayetano llegó el pasado domingo por la mañana a casa de mi hermana para decirme que nos íbamos a El Arcángel por la tarde, porque había averiguado unas entradas, todavía yo no sé lo que me pasó por el cuerpo.

De verdad que todavía no lo sé, y eso es lo que tienen muchas de las cosas mágicas que nos pasan en la vida, que no podemos explicarla­s con palabras, por mucho que lo intentemos. No nos salen. O a lo mejor es que no existen esas palabras, que también pudiera ser, y no es una locura lo que estoy diciendo, ni mucho menos. Hay que reconocer que tener amigos, pero amigos de verdad, es de lo mejor que te puede pasar en la vida, de lo mejor. Y cuando digo amigos de verdad, ya saben ustedes a lo que me estoy refiriendo. Para irse de medios o de tabernas, de fiesta, es muy fácil, todos somos amigos, ya ves tú, pero cuando llegan las cosas feas, cuando pasamos por apuros en nuestras vidas, ahí es cuando de verdad aparecen los auténticos amigos.

A lo largo de los años, Cayetano me lo ha demostrado una y otra vez, más de mil veces, que es una persona que siempre ha estado ahí. Solo espero, de verdad, haberle demostrado yo la mitad de lo que él me ha demostrado, con eso ya me conformo. Y el otro día lo volvió a hacer, cuando apareció con las entradas, que todavía no me ha querido contar cómo las consiguió, pero que lo hizo. Y desde las seis de la tarde ya estábamos por El Arenal, que menudo ambientazo.

Ahora ponen una zona especial para estos partidos importante­s que tiene un nombre muy raro, que soy incapaz de repetir, la verdad sea dicha. Es un sitio para juntarse como los de siempre, pero decorado, y las cosas caritas, pero tela. Que era lo mismo que hacíamos en los bares que había junto al antiguo El Arcángel, pero a mejor precio. Fue maravillos­o ver entrar a los jugadores en el estadio, que yo no he visto cosa igual. Y ya del partido qué les voy a contar, que se me pasó en cinco minutos a pesar del mal ratillo que pasamos hasta que colamos el penalti. Vamos, una fiesta en toda regla, que ojalá se repita el domingo que viene porque nos vengamos hoy de Barcelona con un buen resultado.

Como dicen todos, ya estamos solo a 180 minutos, que pueden ser muchos, o muy poco, según. Lo importante es el final, y que haya celebració­n a lo grande, que anda que no estamos todos ilusionado­s, pero tela. Toca esperar y cruzar los dedos, y también animar como el domingo pasado, que con un campo así todo es posible, hasta lo más difícil.

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MIGUEL ÁNGEL SALAS

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