El Dia de Cordoba

Escapadas y espadas en Obejo

Este municipio ofrece una diversidad de espacios en los que conectar con la naturaleza

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DE municipio de Obejo, situado en pleno corazón de Sierra Morena, lo convierte en uno de los lugares más bellos de la comarca. De ahí que pueda aportar múltiples y diferentes posibilida­des para el aficionado a la naturaleza gracias a su oferta de senderismo o los caminos de ruta en bicicleta. Esta ubicación privilegia­da también le hace un destino idóneo para desconecta­r el fin de semana debido a la tranquilid­ad de la que hace gala.

Adentrarse en Obejo significa entrar de lleno en el río Guadalbarb­o puesto que pasear siguiendo su cauce descubre al amante de la naturaleza un itinerario en el que la diversidad de paisajes que lo atraviesa oscila entre la vegetación propia de la parte más alta de la ribera mientras que en su orilla se pueden reconocer el paso de especies como los ciervos o los jabalíes.

Este paisaje va cambiando conforme se va bajando, y las adelfas o tamujos dan paso a otro tipo de vegetación como fresnos, álamos blancos y negros, alisos, olmos y olivares. Una parte de este ecosistema está declarado de interés piscícola por la presencia en sus aguas de especies como el barbo gitano o la pardilla y gran variedad de anfibios como las ranas verdes, sapillos pintirrojo­s y otras especies como los galápagos leprosos, ratas de agua e incluso nutrias. A este paraje se le une el conocido como Los Conventos, con unos impresiona­ntes cabezos rocosos en los que viven gran cantidad de aves rapaces. Por su parte, el Cerro de la Camorrilla ofrece a los visitantes el Castillo de Peñaflor.

A toda esta belleza natural y paisajísti­ca se le une la patrimonia­l y cultural ejemplariz­ada en los restos prehistóri­cos en el cerro de los Cuchillare­s, el dolmen de la edad de cobre en La Camorrilla o la sepultura visigoda, así como importante­s vestigios de la época romana y la relevancia de la actividad minera que se desarrolla­ba en Obejo.

Sin embargo, es la Romería de San Benito que se celebra a finales de marzo, la fiesta más relevante que se desarrolla en la localidad. La procesión es una de las más vistosas de Andalucía, tanto por la imagen del santo, que lleva colgado de su manto billetes donados por los devotos; como por la tradiciona­l Danza de las espadas, en la que unos 32 varones visten con chaquetill­a corta de pana marrón, camisa blanca, pantalón de pana lisa color avellana, fajín rojo y botas portando cada uno de ellos espadas de hierro forjado.

Durante la procesión, estos varones no cesan en su baile, acompañado­s por la música del acordeón, la guitarra, el laúd y la pandereta. Avanzan, siempre delante del santo, en hileras, y unidos por las puntas de las espadas. En un momento dado tiene lugar el patatú, en el que los danzantes forman un círculo en torno al maestro de danza, cruzan las espadas y lo ahorcan. En ese momento, la música cesa y, a un golpe de pandereta, el maestro se desliza por un lateral saltando y deshaciend­o el laberinto de danzantes y espadas.

Esta danza, ballimachí­a, se celebra tres veces al año: con la celebració­n de San Antón, la romería de San Benito y el segundo sábado de julio dentro de la feria. Los orígenes de la danza, vinculada a las danzas guerreras, se sitúa entre los siglos XIV y XVI.

La gran riqueza cinegética, pesquera y de frutos del bosque, dan lugar a una excelente y variada gastronomí­a. Platos típicos de Obejo son los escabeches de pollo, conejo, perdiz y de peces, el cochifrito de lechón, albóndigas de lomo, venado en salsa, jabalí al ajillo, sopaipas, tortas gachas, ajos con uvas, lomo de orza y productos de matanza casera. Para los paladares más golosos Obejo ofrece los buñuelos de San Benito, el hornazo de Semana Santa, los roscos fritos, leche merengada, gachas, dulces de manteca o las hojuelas.

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