Rancia burocracia
Remedios Zafra se adentra en el laberinto de un papeleo o ahora también pantalleo deli rante cuando no agotador y alienante
FERNANDO R. LAFUENTE
Pareciera una casualidad, pero tiene su aquél la coincidencia del centenario de la muerte de Kafka y la publicación de ‘El informe’ de Remedios Zafra (Zuheros, Córdoba, 1973), profesora universitaria e investigadora del Instituto de Filosofía del CSIC. Sabe de lo que escribe. Feliz coincidencia ésta con Kafka, en todo caso. Feliz para el lector, porque permite adentrarse en el laberinto de un papeleo o, ahora también, pantalleo delirante, cuando no agotador. Este luminoso ensayo arranca «contra la tiranía burocrática» ante la petición a la autora del no se sabe ya que número de informe administrativo. Continúa con las «dificultades de quien trabaja con palabras» y los capítulos se suceden con aquello de Ortega respecto a que «la claridad es la cortesía del filósofo». Así, presenta un ensayo, de honda proyección y mayor polémica como es advertir de las distopías, no surgidas, precisamente, de la ciencia-ficción, sino de la realidad de verdad, es decir, de la vida cotidiana a la que se enfrentan las sociedades contemporáneas: arrogante burocracia, salvaje exigencia de la productividad y consagrada precariedad. Resulta que el paraíso del progreso debe de estar en otra parte. Un ensayo en el que se advierte algo que ya señalaría Robert Kennedy en uno de sus últimos discursos: «¿cómo valora la felicidad el PIB?» ¿Cómo dedicar el tiempo a lo que verdaderamente importa en un trabajo intelectual y académico infectado de protocolos, informes y jerga administrativa? Vivimos sumergidos en la liquidez vacua de una pantalla, ensimismados o peor anestesiados. Capítulos de este necesario libro son, por destacar algunos, ‘Desafectos y tristeza burocrática’ o ‘El sentido’. Perdida, por momentos, la alegría, o al menos el sosiego de un trabajo cumplido y bien hecho, adormecidos por tanto tráfago de burocracia, que arruina la investigación, la creación e, incluso, los espacios de placer: un libro, una película, un concierto...
TODO ES VÉRTIGO, PRISAS PARA NO llegar a ningún sitio ¿dónde aquello de Steiner sobre la lectura: tiempo y silencio? Es una manera de trabajar convulsiva, sí, agotadora que como un tiovivo da vueltas y no va a ningún sitio y, si esto no fuera ya inquietante, genera agotamiento, cierto cansancio, si vale, metafísico, y físico. Olvidarse de la burocracia y centrarse, en su caso, en lo que eligió: crear, investigar, la docencia. Y esto requiere, sobre todo, tiempo, sosiego. Aquí se narra la zona oscura, la distancia entre la vida y la burocracia, por eso la burocracia es triste, muy triste, porque a uno la vida se le va por momentos. Abandonar la rancia burocracia es la consigna. Porque, escribe: «¿Qué está en juego si el trabajo intelectual no se rebela y cede a este desafecto de un hacer obediente ...?» A ello se dedican estas páginas a las que no le sobra ni una coma y no falta ninguna de las cuestiones que afectan, no sólo al trabajo intelectual, que también y de qué manera, sino a múltiples ámbitos de la vida laboral. Léanlo, claridad y contundencia ejemplares.