ABC - Cultural

LA GUERRA CIVIL Y EL GRITO HASTIADO DE UN NIETO

David Uclés relata la fratricida contienda con un dominio de la palabra y de las imágenes muy solvente

- JOSÉ M. POZUELO YVANCOS

No habría leído esta novela, setecienta­s páginas y otra vez la Guerra Civil, si quien la ha publicado, David Uclés, no fuese tan joven ( nació en 1990) y no hubiera llegado a mi recomendad­a por escritores a quienes respeto. A día de hoy, con centenares de novelas sobre ese tema ya publicadas cuando Maryse Bertrand hizo recuento hace treinta años, y con obras de envergadur­a posteriore­s a las de Max Aub o Elena Fortún y sobre la que han escrito algunos de los mejores novelistas vivos (no los cito por no dejar fuera a nadie) ¿puede decirse algo nuevo? Creo que no, cuando viene de parte de los hijos, ya casi todos octogenari­os, sí creo que debe escucharse a los nietos. Al final esta novela es tan abrumadora y abigarrada, tan llena de peripecias que su lectura cansa, pero sin embargo va dejando en ese mismo cansancio el halo que la forma dibuja sobre el contenido referido.

No es casual que la novela gaste su primera mitad, de trescienta­s cincuenta páginas en un solo año, 1936, y que precipite un desenlace en la cuarta parte, que narra dos años completos de la guerra en menos de doscientas páginas, siendo así que están Guernica, la batalla del Ebro, Terra Alta, Barcelona, Valencia, Alicante… El narrador, cuando llega aquí sabe que el lector únicamente encontrará más de lo mismo y, sin embargo, esa creo que es la opción mejor que su autor ha elegido. Seguir y seguir con peripecias de sangre y fulgor, en las que lo importante es que se ha desdibujad­o ya por completo el mapa originario, convertido en trincheras donde cada destino cambia y donde hay desercione­s que el lector acepta, porque van parejas de haberse ido perdiendo el quicio, tan claro al comienzo, de los buenos y los malos. David Uclés, nieto de republican­os, lo tiene claro y no deja de mostrar donde está, pero se hace buen novelista cuando conoce que termina siendo quicio inútil, si quiere ser verdadero, y que en la propia familia origen de esta saga, la de Odisto Ardolento (otros escriben Arlodento) originaria de Quesada, pueblo en Mágina, ha habido militantes de los hunos y de los hotros, por reproducir el modo como Unamuno sentenció la barbarie de todos.

Es importante en la novela la inclusión de testimonio­s de escritores que parecen ser una versión en forma de paratexto de lo que hiciera Andrés Trapiello en ‘Las armas y las letras’. Sobrecoged­oras y lapidarias sentencias reproducen contradict­orias consignas de los mejores creadores, que, sin embargo, van dejando ver de qué lado está la verdad verdadera, que no es otro que del de las víctimas, toda una generación de jóvenes nietos y ya bisnietos todavía sufriendo una conversaci­ón que tiene que dejar de ser fratricida, si quiere saber contarse. Ahí veo lo mejor de esta novela. Al haber desdibujad­o los límites del mal en el mapa de Iberia, está clamando por denunciar aquella barbarie como única conclusión que puede obtenerse. No hay legitimida­d alguna que sustente tanta casa vacía, tanto ardor y tanto tormento. A esa conclusión llega la novela y el lector con ella.

Neorrural

No dejaré sin destacar un elemento que creo que ha favorecido el éxito que esta novela va teniendo: hay en la primera mitad un punto de vista neorrural, de vuelta al sabor de las pa

UNA MIRADA ALGO NAÍF QUE PRECISA PARA SER EFICAZ HABER SIDO TAN BIEN ESCRITA

labras, de cómo se denomina el fruto primero de la higuera, las brevas, la matanza del cerdo en un pueblo u otros ritos comunales. De manera que la veta poderosa de la Guerra Civil se inserta en un espacio que la joven narrativa está ganando con su apuesta por recuperar en el lenguaje narrativo una vida no urbanita, la autenticid­ad de herencias dilapidada­s con demasiada rapidez. Es una mirada algo naíf, que precisa para ser eficaz, haber sido tan bien escrita, con un dominio de la palabra y de las imágenes muy solvente, que este crítico reconoce como parte de una tendencia en la que están algunos de los mejores escritores jóvenes de hoy, para los que el campo, lo rural, es una isla que puede esconder un tesoro si lo miran con ojos nuevos. Lo de menos en esta novela es ya la fidelidad histórica sustituida por una fidelidad a esa otra verdad, la literaria.

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David Uclés Siruela, 2024 697 páginas 26 euros
 La península de las casas vacías David Uclés Siruela, 2024 697 páginas 26 euros
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// ABC David Uclés (Úbeda, Jaén, 1990)

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