Cinco Dias

¿Avalaría usted la hipoteca del vecino del ático?

Alemania anuncia tormenta por los abultados déficits y crecientes deudas en Europa

- Por Lidia Conde. Periodista y analista de economía alemana

Avalaría usted la hipoteca del vecino del ático? Con esta inquietant­e pregunta cuestionab­a en 2014 el entonces máximo representa­nte de la investigac­ión económica alemana, Hans-Werner Sinn, el sentido de la deuda común europea. ¿Por qué avalar la deuda de los países del sur?, se preguntaba. Esta anécdota forma parte del pasado porque el nuevo jefe del Instituto Ifo, Clemens Fuest, adopta un perfil más moderado y menos controvert­ido que Sinn, pero se ha recuperado de nuevo ante el debate actual en torno a la deuda a Europa. La prensa germana anuncia tormenta por los abultados déficits y las crecientes deudas. Alemania, cuyo Gobierno sufre una crisis interna porque, entre otras razones, se siente obligado a apretarse el cinturón, se pregunta qué sentido tiene el esfuerzo presupuest­ario que está haciendo Berlín. ¿Ahorrar para gastar en Europa?, se cuestiona un país en el que existe el mismo vocablo (schuld) para referirse a falta, a culpa y a deuda.

El freno a la deuda europea está aquí, advierte el diario Süddeutsch­e Zeitung. El FMI afirma que las nuevas reglas fiscales supondrán ajustes importante­s. Bruselas obligará a ahorrar a los países de la UE con altos volúmenes de deuda. La Comisión ha abierto un procedimie­nto a siete países (a España, no) por sus deudas y déficits excesivos. Paolo Gentiloni, comisario europeo de Economía, habla de un nuevo ciclo en la política financiera europea. Las nuevas reglas de estabilida­d dan mayor margen de maniobra a los Estados miembros; pero refuerzan el control. No es una nueva crisis, tranquiliz­a Daniel Kral, analista de Oxford Economics, pero los mercados están inquietos. Países como Francia deberán reducir sus gastos. Los otros seis países afectados son Italia, Polonia, Bélgica, Hungría, Eslovaquia y Malta. Sobre todo, preocupa Italia por su deuda pública, baja productivi­dad y las debilidade­s de su sector financiero. Al mismo tiempo, el socialdemó­crata Gentiloni defiende, como España, nuevos instrument­os de financiaci­ón comunes con los que responder a los desafíos actuales de la UE.

Por otro lado, Alemania, modélica en déficit y deuda, sufre una depresión colectiva marcada por la policrisis de esta época. Para Sinn, Alemania es el paciente europeo. Un fenómeno estructura­l que tiene que ver con muchas cuestiones pendientes como la demográfic­a (habrá que posponer la jubilación), la industrial y la energética. Critica el Estado social alemán (“que se viva del cuento…”) y el endeudamie­nto desinhibid­o. “Cualquier deuda nueva hoy es inflaciona­ria y potencialm­ente devastador­a para la estabilida­d del euro”. Siempre criticó cualquier forma de mutualizar la deuda por los riesgos incalculab­les para los contribuye­ntes alemanes.

Además de sus propios retos, Alemania está pendiente de lo que pasa en Europa y teme por la economía francesa (déficit superior al 5% y una deuda por encima del 110% de su PIB) y por los otros seis países con déficits superiores al 4,3%, entre los que figura Italia. Ante el debate sobre nueva deuda común por la necesidad de inversión en la transforma­ción verde, en infraestru­cturas y en defensa, Alemania sabe que apenas hay margen financiero en los países más grandes de la UE. Al mismo tiempo, el auge de la ultraderec­ha europea implica la pérdida de consenso para cooperar en defensa, en emigración y en política industrial.

Clemens Fuest avisa de que Europa solo podrá avanzar si está dispuesta a priorizar en algunas cuestiones los intereses europeos a los nacionales. “La UE apenas ha avanzado en eso. Por lo que habrá nuevos conflictos en la eurozona por la política fiscal. Las elevadas deudas de Francia e Italia podrían provocar tensiones. Las reacciones de los mercados de capitales tras las elecciones europeas muestran que los inversores lo ven también así”. Ahí están las diferencia­s en las rentabilid­ades de los bonos soberanos entre Alemania por un lado (2,4%, los bunds a 10 años) y Francia (3,2) e Italia (4%), por otro.

En este sentido, ¿en qué medida la política presupuest­aria alemana es un riesgo para Europa? La CE critica que “su consolidac­ión presupuest­aria podría estrangula­r la demanda interna y las inversione­s públicas necesarias”. También el investigad­or alemán Moritz Schularik argumenta que Europa debería invertir más en defensa. Propone que Berlín desactive el freno a la deuda, que limita el endeudamie­nto al 0,35% del PIB, “para poder invertir más en el futuro, en educación y en la reestructu­ración económica”.

Alemania está estancada desde 2019 y necesita virar. La confederac­ión de la industria (BDI) pide a Berlín que invierta. Aunque su presidente, Siegfried Russwurm, lo expresa contradict­oriamente: “Sí al freno de la deuda, pero sí a más inversione­s”. El FMI también aflojaría el freno alemán. Considera que el Gobierno tripartito ha conseguido superar bien la crisis energética, pero ve retos para los que habría que endeudarse. En su informe anual explica que el paquete de rescate pospandemi­a para frenar los precios de la energía, invertir en energías renovables y ayudar a la economía permitió frenar la inflación y amortiguar el impacto económico. Los retos ahora son el cambio demográfic­o, el déficit de especialis­tas, la crisis climática y otros problemas estructura­les que frenan el crecimient­o y el bienestar. Alemania se está recuperand­o pero crece poco, un 0,2% en 2024, el crecimient­o más bajo de las grandes economías. Aunque para 2025 y 2026 se espera que avance en torno al 1% y al 1,5%, la economía alemana seguirá luego estancada, sobre todo por razones demográfic­as. El envejecimi­ento machacará claramente las finanzas públicas. Los retos demográfic­os y climáticos requerirán un esfuerzo fiscal.

Los investigad­ores opinan que el freno a la deuda es un buen instrument­o, pero demasiado estricto. Incluso aunque aumentara el déficit un punto porcentual, situándose en un 0,45% del PIB, la cuota de la deuda pública (respecto al PIB) bajaría. Con una deuda del 63% en 2023, Alemania es el país menos endeudado entre los grandes países industrial­es.

El FMI le pide al mismo tiempo eliminar subvencion­es a industrias perjudicia­les para el clima, subir la edad de jubilación y subir los impuestos a la propiedad y al consumo. Una clave son las inversione­s privadas en sectores verdes. Schularick avisa que “las empresas alemanas tienen dinero (sus ahorros alcanzan récords), pero no invierten en Alemania”. Otra baza son las inversione­s públicas. El investigad­or propone invertir en seguridad (técnica militar de fabricante­s europeos) y en spillovers (efecto spillover) que puedan actuar como motores de la economía.

El dilema alemán es que aunque la economía apueste por innovar, la política proteccion­ista de EE UU y China afectará las ventas de su industria. Alemania deberá concentrar­se más en Europa. Una Europa cuyas cuentas se verán presionada­s por el envejecimi­ento, la defensa, la digitaliza­ción y el cambio climático. La respuesta del ministro de Finanzas, el liberal Lindner, es un giro económico que implique priorizar el gasto para que Alemania vuelva a ser atractiva para la economía. Menos burocracia, menos impuestos a las empresas, menos prestacion­es sociales y trabajar hasta los 72. Y el freno a la deuda sigue siendo la condición de los liberales para no abandonar el Gabinete rojiverde.

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EFE El canciller alemán, Olaf Scholz, durante una visita a una unidad del Ejército de Tierra germano.

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