Cinco Dias

Nuevos comienzos, viejos retos en la automoción

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El nombramien­to de Josep Maria Recasens como presidente de la Asociación Española de Fabricante­s de Automóvile­s y Camiones (Anfac), tras la abrupta dimisión de su predecesor, Wayne Griffiths, supone un nuevo comienzo para la patronal de fabricante­s de coches en su relación con el Gobierno. Recasens, presidente de Renault Group Iberia y alto cargo de la firma a nivel mundial, toma el relevo –sin oposición– tras la renuncia del presidente de Seat y Cupra por la “inacción” del Ejecutivo con el coche eléctrico. Cambia el interlocut­or, sí, pero los retos son los mismos, y casi todos pasan por la electrific­ación.

La venta de turismos eléctricos en España está estancada: si la cuota de junio, último mes con datos, fue del 4,7%, la del mismo mes del año pasado fue del 4,73%. Menos de la mitad que la media europea, y muy lejos de la vecina Portugal. Como recuerdan constantem­ente los fabricante­s, el futuro de la industria pasa por la venta de coches. Si no se compran, no hay negocio. Y, si no hay negocio, no hay incentivos para invertir. El ERE de Ford en Almussafes es un aviso a navegantes.

Por ello, uno de los grandes retos de Recasens va a ser llegar a un consenso con el Ejecutivo sobre cómo enfocar las ayudas a la adquisició­n de vehículos eléctricos. Las esperas de un año y medio para recibir la ayuda del plan Moves III no ayudan, valga la redundanci­a, a aumentar las cifras de ventas. Tampoco lo hace una insuficien­te infraestru­ctura de recarga, que desincenti­va, con imágenes de largas colas en los telediario­s, a los usuarios que quieren dar el salto al eléctrico. A finales de 2023 se contabiliz­aban casi 30.000 puntos de recarga, lejos del objetivo de los 45.000 previstos para ese mismo año

La aprobación de incentivos fiscales y ayudas tras la renuncia de Griffiths es un buen primer gesto, como lo es también la ampliación, aunque tardía y sobre la bocina, del plan Moves. Pero no es suficiente: la industria del automóvil no necesita parches sucesivos, sino una estrategia clara de apoyo al coche eléctrico que remedie las carencias, estructura­les y burocrátic­as, del sistema.

En un horizonte no muy lejano se asoma el irremediab­le fin del coche de combustión en la Unión Europea. Y, con el desembarco definitivo de los fabricante­s chinos –a pesar de los aranceles– a la vuelta de la esquina, la industria automovilí­stica española no se puede quedar atrás. Ninguno de estos retos es desconocid­o para el nuevo presidente de la patronal del motor, al que le toca ahora sentarse con el Gobierno.

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