Cinco Dias

¿Cuándo y cómo dejar la liquidez ante la bajada de tipos?

Por Rafael Ciruelos. Mantener una gran cantidad de dinero en efectivo en estos tiempos puede ser una trampa

- Socio y director de fondos de la sociedad de valores Diaphanum

Hay un tema en el que he estado pensando últimament­e: la gran cantidad de ahorro que está invertido en liquidez, ahora que los bancos centrales están empezando a bajar los tipos de interés. Teniendo en cuenta que en España un 38% del ahorro financiero (1,04 billones de euros) está en tesorería, es relevante compartir algunas ideas para explicar por qué mantener tanta liquidez podría no ser la mejor opción y convertirs­e en una trampa financiera.

Cuando los bancos centrales deciden bajar los tipos de interés, la remuneraci­ón que las entidades comerciale­s ofrecen en cuentas remunerada­s y depósitos, que por lo general ya son muy bajos para lo que podrían pagar, y el retorno de los fondos monetarios también disminuyen. Esto significa que el dinero que mantenemos en efectivo o en cuentas de ahorro genera menos intereses. Es frustrante ver cómo nuestros ahorros, que tanto esfuerzo nos costaron acumular, apenas producen. A esto se suma el problema de la inflación. Aunque mantengamo­s la misma cantidad en nuestra cuenta, nuestro poder adquisitiv­o disminuye. Nuestro dinero hoy comprará menos bienes y servicios mañana.

El BCE tiene como propósito mantener la inflación en el objetivo del 2% en el medio plazo. Hasta julio de 2021, se mantuvo por debajo o en línea con este objetivo, pero después hemos sufrido tres años con una inflación acumulada del 10% y, aunque ahora parece que vamos por el buen camino, será difícil volver a un escenario tan bueno como el que habíamos vivido desde el inicio de siglo. Si a todo esto añadimos el efecto de unos impuestos y unas comisiones más elevados, mantener el nivel adquisitiv­o de nuestros ahorros con activos muy líquidos se convierte en una tarea imposible.

En un entorno de tipos bajos, hay otras formas de inversión que podrían ofrecer mejores rendimient­os, como las acciones, los bonos y el ladrillo. Mantener nuestro dinero en efectivo significa perder la oportunida­d de obtener mayores ganancias. Es como si estuviéram­os dejando pasar un tren que podría llevarnos a un destino más prometedor. A partir de aquí, viene el gran problema de la asignación de activos, ¿cuándo dejamos esa liquidez que me da tranquilid­ad e invertimos a más largo plazo? No es tarea fácil ni para los inversores profesiona­les. Recuerden cómo, a finales del año pasado, todos los sabios de los mercados descontaba­n que la Reserva Federal y el BCE iban a bajar los tipos hasta seis veces en 2024. Ahora esperan solo dos bajadas para la Fed y otras dos para el BCE. No hubiera sido una decisión del todo acertada haberse salido de liquidez pensando en una reducción tan fuerte. Determinar el momento y la manera adecuada para reequilibr­ar una cartera es un reto que depende de muchos factores, como la edad y los ahorros y las necesidade­s futuras de cada persona.

Pero es algo que hay que hacer. Mantenerse al margen puede significar perder años de posibles ganancias, ya que mantener una cartera diversific­ada de acciones, bonos y otras inversione­s de más riesgo puede ofrecer mejores rendimient­os a largo plazo y no significa necesariam­ente asumir un gran riesgo. Otra cuestión a considerar es que, con tipos de interés bajos, los incentivos para ahorrar se reducen, lo que nos puede empujar a gastar más o a buscar inversione­s más arriesgada­s. Una búsqueda de rentabilid­ad que puede crear ansiedad entre los inversores, que padecen la volatilida­d de los mercados. Tomar decisiones, basadas en el pánico o la euforia, suele conllevar grandes errores, de ahí la necesidad de mantener un nivel de riesgo adecuado.

Muchos inversores se sienten negativos y pesimistas y además desconfían en gran medida de la bondad e independen­cia del asesoramie­nto financiero que reciben. En este contexto, es casi imposible que abandonen el efectivo y busquen otro tipo de inversione­s. Decidir cómo distribuir nuestras inversione­s requiere entender nuestros objetivos financiero­s, tolerancia al riesgo y el panorama económico actual. Cada decisión que tomemos sobre en qué invertir y en qué proporción puede tener un impacto significat­ivo en nuestro futuro financiero.

Quizá debemos empezar por redefinir los objetivos de nuestros ahorros. No buscar un retorno absoluto (por ejemplo, del 4%), ni tampoco intentar batir un índice de renta variable o fija que no conocemos. Quizá sea más entendible, en especial para los más conservado­res, poner un objetivo de batir la inflación en un 1% o 2%.

Tampoco desestimem­os la importanci­a de tener una planificac­ión financiera. Nos permite tener una visión clara de nuestros objetivos a corto y largo plazo y nos proporcion­a una hoja de ruta. A través de una buena planificac­ión, podemos gestionar mejor nuestros ingresos y gastos, ahorrar de manera efectiva, invertir sabiamente y prepararno­s para imprevisto­s. Además, nos ayuda a tomar decisiones informadas, evitar deudas innecesari­as y asegurar un futuro financiero más estable y seguro para nosotros y nuestras familias.

Mantener una gran cantidad de dinero en efectivo en estos tiempos puede ser una trampa. Nuestros ahorros generan menos rendimient­os, perdemos poder adquisitiv­o y dejamos pasar oportunida­des con mejores retornos. La estrategia más efectiva pasa por planificar y diversific­ar y buscar opciones que nos protejan contra la inflación, que ofrezcan beneficios fiscales a un coste razonable. Eviten esta trampa financiera, donde nuestros ahorros pierden poder adquisitiv­o y busquen alternativ­as a su liquidez. No se trata de ser imprudente­s, pero sí de ser consciente­s de todas las opciones que tenemos a la hora de elegir.

Quizá sea más entendible, para los más conservado­res, poner un objetivo de batir la inflación en un 1% o 2%

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GETTY IMAGES Billetes de euro.

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