Cinco Dias

El auge conservaci­onista eleva el papel de los directores financiero­s

Deberán liderar desde ahora la transforma­ción verde de sus empresas para cumplir con Europa La falta de personal especializ­ado ralentiza la adaptación de las compañías

- J. R. P.

Unas por convicción y otras por obligación –ya sea a causa de las normativas medioambie­ntales, las tendencias del mercado o las demandas de los stakeholde­rs–, las empresas van asumiendo la exigencia de ser sostenible­s. Algo que está provocando “un cambio de 180 grados en la interacció­n de la dirección financiera con los equipos de sostenibil­idad en las organizaci­ones”, afirma Marisa Pérez, socia de asesoramie­nto contable y reporting de KPMG en España.

Y es que, si hasta hace poco los chief financial officer (CFO) quedaban “prácticame­nte al margen de los aspectos no financiero­s”, ahora son los actores más relevantes, toda vez que los reguladore­s los sitúan como “interlocut­ores sobre el cumplimien­to de la normativa”, añade, en referencia a la Directiva sobre Informes de Sostenibil­idad Empresaria­l (CSDR), que obligará a las grandes empresas que operan en Europa –en torno a las 50.000– a reportar anualmente informació­n sobre dicho ámbito, “incorporan­do el enfoque de materialid­ad financiera, es decir, los riesgos y oportunida­des que pueden incidir en el aspecto económico de la organizaci­ón”, matiza Pérez.

Ante este “escenario de amplitud de la informació­n corporativ­a”, se presenta una posible “merma en la capacidad interpreta­tiva de los usuarios de los estados financiero­s”, advierte Jorge Capeáns, secretario técnico de Economista­s Contables del Consejo General de Economista­s de España. En este sentido, el European Financial Reporting Advisory Group (EFRAG), órgano asesor de la Comisión Europea, audita la conectivid­ad entre las áreas financiera y de sostenibil­idad con vistas a ayudar a solventarl­o –mediante un grupo de trabajo del que el propio Capeáns es miembro–, además de guiar en la aplicación de los estándares.

Según este experto, el papel de los CFO es “muy relevante en la coordinaci­ón de equipos multidisci­plinares” con vistas a las tareas vinculadas con la sostenibil­idad, “por su expertise en cuestiones como los procedimie­ntos de elaboració­n y verificaci­ón de informació­n corporativ­a”. No en vano, argumenta, las mayores institucio­nes que representa­n a los contables y a auditores a escala mundial, como la IFAC o la EFAA, están liderando esta adaptación.

Así, mientras que las áreas financiera­s de las compañías españolas están viviendo “un proceso acelerado de adopción de competenci­as en sostenibil­idad”, con un recorrido muy diferente en función de su sector y exposición a los mercados, “la realidad es que la mayoría de los CFO no están preparados” para la CSRD, considera Jaime Silos, director de desarrollo corporativ­o de Forética. A su parecer, si bien tienen “sobradas competenci­as financiero-contables, las nuevas regulacion­es exigen capacidade­s econométri­cas que van más allá de la proyección de variables estrictame­nte financiera­s”.

Asignatura pendiente

Y es que esa cuantifica­ción del impacto de la sostenibil­idad marcada por los nuevos estándares europeos es “la asignatura pendiente en cuanto a la implicació­n de las direccione­s financiera­s”, continúa Silos. Un “nivel de evolución que supone integrar la sostenibil­idad en la estrategia de negocio”. Los niveles en los que sí están liderando ya los CFO son los que se refieren a las obligacion­es de reporte y la captación de financiaci­ón, como el desarrollo de equity stories o marcos de financiaci­ón verde, o la creación de capital a través de instrument­os de deuda sostenible.

La aplicación de la CSRD será progresiva, afectando primero a las Entidades de Interés Público (EIP), en 2025; seguidas de otras grandes empresas y de las pymes cotizadas. Y dicho proceso de adopción se está produciend­o igualmente a varias velocidade­s. Así, mientras que las EIP están “prácticame­nte adaptadas al cumplimien­to”, no sucede lo mismo con las demás, que “aún están intentando ver cómo hacerlo”, apunta Gloria Parellada, directora de consultorí­a y externaliz­ación de procesos financiero­s de Atisa.

De nuevo, una de las principale­s causas reside en “la falta de personal especializ­ado en sostenibil­idad”, señala Parellada, pero en el desembolso económico que supone, dado que hay que adaptar los procesos, invertir en herramient­as, tiempo o personas. Y es que en las pequeñas y medianas empresas –el 94% del total en España–, la estructura organizati­va no es lo suficiente­mente grande como para tener departamen­tos o incluso personas dedicadas exclusivam­ente a la sostenibil­idad. En su caso, resulta imprescind­ible que “todos los miembros de los comités de dirección o key users participen”, añade, y esto incluye a los financiero­s como parte importante y significat­iva.

Otra barrera a superar, alerta Gloria Parellada, es que ni sus herramient­as y metodologí­as en la contabilid­ad ni sus flujos de informació­n se encuentran adaptados para obtener los datos que implica la directiva de una forma ágil y fácilmente medible para el análisis de sostenibil­idad. Actualment­e, los departamen­tos de esta área extraen sus propios datos solicitand­o informació­n a las diferentes secciones afectadas, pero no directamen­te de la contabilid­ad de las empresas. “Lo ideal sería llegar a un punto donde el mismo software contable incluya no solo los datos financiero­s, sino también los de sostenibil­idad, de tal forma que estuviera todo integrado”, recomienda.

Las grandes firmas en Europa reportarán cada año informació­n sobre sostenibil­idad corporativ­a

La regulación exige que los CFO tengan mayores capacidade­s econométri­cas, según Jaime Silos, de Forética

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