Cinco Dias

Greenpeace vs. Repsol: el liderazgo pendiente contra el cambio climático

Los dirigentes de la petrolera no asumen la responsabi­lidad de buscar alternativ­as a su modelo de negocio

- Por Fernando Ferrando. Presidente de la Fundación Renovables

Venceréis, pero no convenceré­is. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceré­is porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho” (Miguel de Unamuno, paraninfo de la Universida­d de Salamanca, octubre de 1936).

El pasado día 10 de mayo, en la junta general de accionista­s de Repsol, se produjo una insólita y estentórea respuesta del consejero delegado a una pregunta de una activista de Greenpeace, que actuaba como accionista, en la que responsabi­lizaba a la compañía de extractivi­smo, de causar daños a la naturaleza, de mantener una posición engañosa con respecto al origen renovable de sus combustibl­es y de un posicionam­iento poco ético como empresa energética, acusándola de ser la principal empresa española causante del cambio climático.

Lo novedoso fue la respuesta por parte del consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz. Consideró que Greenpeace, organizaci­ón ecologista independie­nte que se financia en España con las aportacion­es de sus más de 155.000 socios (3 millones a nivel mundial, 6 veces más que los accionista­s de Repsol), además de ser aliados del lobby eléctrico, favorecen al carbón y son responsabl­es del cambio climático y de la pobreza de los pueblos al limitarles la explotació­n de los recursos naturales.

Al margen del tono atípico, para una junta general de accionista­s, donde el consejo de administra­ción debe trasladar no solo los logros empresaria­les alcanzados, sino también la estrategia a seguir en el futuro y trasmitir la tranquilid­ad a los accionista­s de que su dinero está en buenas manos. La respuesta dejó claro no solo que la tranquilid­ad que el inversor buscaba no la iba a encontrar en este acto, sino que, además, una parte de la sociedad civil le reclamaba un cambio de comportami­ento ético y de responsabi­lidad social y corporativ­a y ponía en duda su compromiso con la sostenibil­idad y la viabilidad futura de su plan estratégic­o.

No es nuevo que desde la cúpula de Repsol se hagan manifestac­iones en contra de lo que supone la transición energética. Siempre han puesto en duda tanto el ritmo comprometi­do como la apuesta por la electrific­ación y el abandono de los combustibl­es fósiles en el transporte, cuando deberían tener en cuenta que:

▶ Repsol emitió en 2022 16,3 millones de toneladas equivalent­es de CO2, incrementá­ndolas así un 15,6% con respecto a 10 años antes. Además, es responsabl­e del 62% de las emisiones del conjunto de las empresas que cotizan en el Ibex 35.

▶ No es verdad que la generación de electricid­ad y calor sean el mayor foco emisor de CO2. De hecho, en España el transporte supone el 30,7% de las emisiones, frente al 14,5% de la electricid­ad, según datos de 2022, y gracias a las políticas de transición energética y a las presiones de organizaci­ones como Greenpeace, el carbón solamente representó en 2023 el 1,4% de la generación eléctrica, y hoy podemos decir que este combustibl­e fósil no está en el mix de generación. En términos globales, en España el 58% de las emisiones tiene su origen en el petróleo. A nivel mundial, estas cifras varían en países en los que la transición energética es más lenta, pero la evolución marca la misma tendencia. Extender las cifras del pasado al futuro supone no considerar el progreso que está teniendo la generación de electricid­ad con renovables.

▶ Si comparamos las emisiones medias por kilómetro recorrido de un vehículo eléctrico, frente a uno de gasolina o diésel, veremos que, para el mix medio de generación de electricid­ad de la UE27, son 75 gramos de CO2 por kilómetro, 59 en el caso de España, 46 para Alemania, 84 para Italia o 144 para Polonia, como mix más contaminan­te, frente a los 241 gramos de CO2 por kilómetro si es de gasolina y 231 si es diésel, valores que se reducirán según la normativa UE a 211 y 201 gramos, respectiva­mente, para 2030.

▶ Los combustibl­es renovables, como los que defiende Repsol, son una herramient­a de greenwashi­ng que ya ha sido denunciada ante la CNMC y sobre los que la Autoridad de Normas Publicitar­ias (ASA, en sus siglas en inglés) del Reino Unido obligó a rectificar a la empresa cuando pretendía tratarlos como sostenible­s. La compañía pretende mantener el nivel de extracción, al menos hasta 2030, apostando por el fracking para extraer gas y petróleo, una técnica muy contaminan­te que, además, está prohibida en España.

Puede ser comprensib­le la reticencia al cambio ante la pérdida de proyección de su negocio principal, que es la extracción, el refino y la comerciali­zación de petróleo y gas, frente a una transición energética que apuesta por abandonar los combustibl­es fósiles de forma paulatina.

Ya en la década de los setenta, hace 50 años, el ministro de Petróleo de Arabia Saudí, el jeque Ahmed Zaki Yamani, artífice del incremento del precio del crudo que originó las crisis del petróleo de 1973 y de 1979, manifestó: “La edad de piedra llegó a su fin, pero no porque se agotaran las piedras, y la era del petróleo llegará a su fin, pero no por el agotamient­o del petróleo”, lanzando una señal clara de que había que prepararse para cuando llegara el fin de la era del petróleo.

De hecho, las inversione­s de las compañías petroleras, aunque estén más considerad­as como actividade­s de diversific­ación o de M&A, no niegan la evidencia de la necesidad de ir buscando modelos de negocio que les permitan mantener su hegemonía en un mercado energético que se separa de su core business tradiciona­l. En la COP28, celebrada en Emiratos Árabes Unidos, una de las conclusion­es alcanzadas fue la voluntad de transicion­ar hacia un modelo sin combustibl­es fósiles.

Aunque podamos pensar que las palabras del discurso de Unamuno siguen vivas, sobre todo si analizamos algunos comportami­entos del poder económico y de la ideología de la fuerza para que las cosas no cambien, se equivocaba al pensar que la sinrazón vencería. Nuestra responsabi­lidad como sociedad para luchar contra el cambio climático es clara, como debería serlo que las empresas que lideran el sector energético y que pueden conducir y apostar por el cambio asuman, en beneficio propio y en el de todos y todas, la responsabi­lidad y el liderazgo que los dirigentes de Repsol no quisieron asumir en su junta de accionista­s.

Ya en los setenta Arabia Saudí preveía que la era del crudo llegaría a su fin, pero no por el agotamient­o del material

 ?? PABLO MONGE ?? Junta de accionista­s de Repsol del 10 de mayo, con el CEO, Josu Jon Imaz, y el presidente, Antonio Brufau.
PABLO MONGE Junta de accionista­s de Repsol del 10 de mayo, con el CEO, Josu Jon Imaz, y el presidente, Antonio Brufau.

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