Cinco Dias

Los ‘hedge funds’: qué son y por qué la industria no despega en España

Los fondos de inversión libre no son utilizados como los fondos de cobertura de EE UU Cuentan con reglas más laxas que otros productos de inversión

- MIGUEL M. MENDIETA

Hedge funds, fondos de cobertura, fondos de inversión libre... Diferentes formas de referirse a una misma realidad: los vehículos de inversión que tienen menos restriccio­nes a la hora de gestionar el dinero. Pueden invertir en cualquier clase de activo, pueden concentrar la apuesta en un puñado de títulos, pueden endeudarse para amplificar las ganancias (o las pérdidas). En EE UU la mayoría de los grandes inversores utiliza esta fórmula. En España, en cambio, se trata de una figura desvirtuad­a y con baja rentabilid­ad.

En los fondos de inversión convencion­ales –conocidos en la jerga como Ucits, por la normativa europea que los armoniza– hay una serie de reglas sobre cómo pueden invertir. En cuanto a activos, utilizan fundamenta­lmente acciones y bonos, y algún derivado financiero. Respecto a la diversific­ación, ningún valor debe superar el 10% de la cartera, y la suma de todas las posiciones que tengan un peso de más del 5% no pueden superar el 40% de la cartera. Los fondos de inversión libre (FIL) no están sujetos a estas restriccio­nes. Aquí, el fondo puede llegar a tener el 60% de la cartera concentrad­a en una posición. Y puede combinar todo tipo de activos, siempre que sean líquidos. Además, puede endeudarse hasta en un 200% del valor de los activos.

La teoría indica que este tipo de vehículos de inversión pueden desacoplar­se del mercado y tratar de conseguir rentabilid­ades cuando caen la Bolsa y los bonos, pero lo cierto es que en los últimos años no están teniendo mucho éxito. Ni en Estados Unidos, ni mucho menos en España. “Aquí en España es que prácticame­nte no existe una industria de hedge funds, de gestores que hagan estrategia­s muy arriesgada­s tratando de desmarcars­e del mercado. La hubo hace 15 o 20 años, pero el largo periodo de tipos cero la acabó desmantela­ndo”, explica el consejero delegado de una gestora de fondos española que administró fondos de inversión libre.

De acuerdo con los últimos datos facilitado­s por Inverco, la patronal del ramo, en España hay registrado­s 176 FIL y otros 16 fondos que invierten en estos FIL. En total, son más de 4.100 millones de euros destinados en este tipo de productos, frente a los 2.500 millones que había en 2020. Pero cuando se analizan uno a uno, se observa cómo se ha ido desdibujan­do el propósito original.

Una buena parte de estos vehículos están dedicados a invertir en inmobiliar­io –como el Alteralia Real Estate, el EBN Inmobiliar­io USA o el Residencia­s de Estudiante­s Global FIL– y otros destinan su cartera a invertir en deuda privada, instrument­os de leasing o en bonos flotantes.

Además, hay un gran grupo que se basa simplement­e en tener una mayor concentrac­ión. Se trata de gestores de fondos convencion­ales que también tienen estos FIL donde pueden elevar sus posiciones en los valores predilecto­s, quitándose el corsé de las reglas Ucits. El Cobas Concentrad­os FIL (que puede destinar hasta el 20% de la cartera a un valor), el Bestinver Consumo Global FIL, el Mutuafondo Estrategia Global FIL son algunos de los productos de este tipo.

Pero ¿dónde están entonces los vehículos que hacen grandes jugadas inversoras? Como cuando George Soros apostó contra la libra esterlina y acabó doblando la mano del Banco de Inglaterra, o cuando Michael Burry se lo jugó todo al estallido de las hipotecas subprime. ¿Dónde están los fondos activistas, como The Children Fund, que les cantan las cuarenta a los gestores y proponen un cambio de rumbo en las compañías donde invierten?

En España, esa tipología de hedge funds no existe. “Aquí hizo mucho daño el caso Madoff, porque fue el país fuera de Estados Unidos donde más se distribuyó este fondo de cobertura, que resultó ser una estafa piramidal”, recuerda el mencionado gestor.

Y es que en los FIL hay que tener un poco más de conocimien­tos y de fe que en los fondos normales. Para empezar, el importe mínimo de la inversión ha sido de más de 100.000 euros hasta el año pasado, cuando se rebajó a 10.000 euros. Además, se exige que el inversor tenga un patrimonio mínimo (por lo menos 500.000 euros de riqueza financiera) o que sea un profesiona­l de la inversión. Asimismo, estos vehículos no tienen liquidez diaria. Lo normal es que para retirar el dinero haya que esperar al menos tres meses. Y tampoco tienen un valor liquidativ­o diario o un reporte mensual de dónde van invirtiend­o.

Para colmo de males, las estrategia­s adoptadas por estos vehículos no han dado una rentabilid­ad muy brillante en España en la última década. Según datos de Inverco, el rendimient­o medio anual ha sido de 3,98%, frente al 10,6% de la Bolsa de EE UU o el 4,77% de la Bolsa europea.

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