Cinco Dias

La acción colectiva resarcitor­ia, un cambio revolucion­ario

Por Íñigo Villoria. La reforma permitirá la unificació­n de reclamacio­nes de daños causados a consumidor­es y usuarios

- Socio del departamen­to de litigación y arbitraje de Clifford Chance

Se está tramitando en España una importante reforma legislativ­a a fin de introducir un mecanismo procesal que permita reclamar indemnizac­iones por cuenta de consumidor­es y usuarios que han sufrido un daño. Esta iniciativa se enmarca en un conjunto de reformas procesales que pretenden aligerar la carga de trabajo de los juzgados que ha sido consecuenc­ia, entre otras causas, de la litigación en masa.

La primera iniciativa, que entró en vigor en marzo de 2024, ha sido la regulación del “pleito testigo”, que permite suspender procedimie­ntos idénticos a la espera de que se dicte una primera sentencia, cuyos efectos se extenderán a los otros litigios. La segunda (que ahora nos ocupa), permitirá la unificació­n de las reclamacio­nes de daños causados a consumidor­es y usuarios, a través de las acciones colectivas. Se trata de una demanda judicial que plantea una entidad (por lo general, una asociación de consumidor­es), en interés de los afectados; por ejemplo, quienes han contratado un producto financiero que contiene una cláusula abusiva o quienes han adquirido un producto defectuoso.

Hasta ahora, mediante una demanda colectiva solo se podía conseguir el cese en la conducta ilícita. La obtención de indemnizac­iones exigía acumular acciones individual­es, lo que resultaba complicado. La reforma supondrá crear un procedimie­nto específico para este tipo de demandas.

Como trámite fundamenta­l se regula una vista (audiencia de certificac­ión) en la que el juzgado tratará de identifica­r a los afectados o, de no ser posible, detallar las caracterís­ticas que permitan su identifica­ción posterior. El sistema español responderá como regla general al modelo conocido como opt out. Esto es, la demanda se entiende formulada en representa­ción de los afectados, sin necesidad de que adopten iniciativa alguna, si bien algunos de ellos podrán mostrar su intención de quedar al margen, bien porque quieran reclamar por su cuenta, bien porque no tengan intención de hacerlo.

Este sistema tiene importante­s consecuenc­ias. La sentencia que se dicte vinculará a todos los afectados, para bien o para mal. En caso de éxito, serán indemnizad­os sin necesidad de plantear una demanda por su parte. Y, en caso contrario, no tendrán derecho a indemnizac­ión.

Por la forma en que se desarrolla­n estos procesos, resulta fundamenta­l darles publicidad. Si es posible identifica­r a los afectados, se informará a cada uno de ellos; en otro caso, el juzgado podrá acordar la publicació­n en medios de comunicaci­ón.

Para la gestión del procedimie­nto, la entidad demandante deberá habilitar una plataforma electrónic­a, bajo el control del juez. Los afectados tendrán acceso a ella, para estar informados del procedimie­nto y manifestar su voluntad de quedar incluidos o excluidos del mismo.

Los efectos de la sentencia favorable son complejos. Una vez sea firme, si los afectados no han sido identifica­dos, el demandado tendrá que consignar en el juzgado el importe aproximado de la condena. Un liquidador se encargará de identifica­r a los afectados y abonar las indemnizac­iones. Demandante y demandado podrán acordar una transacció­n para poner fin al proceso sin llegar a sentencia, que será sometida a aprobación por el juez. La aplicación del sistema opt out supone que el acuerdo vinculará a todos los afectados, que se repartirán el importe obtenido.

No hay una estimación sobre los plazos de tramitació­n de esta ley, de momento en fase de proyecto. Dado que viene exigida por una directiva europea, es previsible que entre en vigor antes del final de 2024 y que la redacción no varíe mucho respecto de lo que hemos recogido aquí.

Muchos países de la Unión Europea han aprobado ya leyes que desarrolla­n (o introducen) las acciones colectivas. Sin embargo, no todos han decidido aplicar el sistema opt

out, que, desde el punto de vista de nuestra tradición procesal, resultará ciertament­e revolucion­ario.

Si la sentencia resulta favorable, todos los afectados serán indemnizad­os sin necesidad de demanda individual

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