Cinco Dias

Las algas, un sector con decenas de startups y pocos consumidor­es finales

Numerosas compañías en España están tratando de impulsar el uso de este vegetal marino en alimentaci­ón y cosmética, y de abrir nuevos mercados en Europa

- DANIEL ALONSO VIÑA

Portomuiño­s, una empresa gallega, vende tallarines de algas. Están hechos de sémola de trigo con alga wakame. También espaguetis de algas, tartar de algas y chimichurr­i de algas. Isauki, startup bilbaína, tiene angulas que no son angulas. Están elaboradas con alubias, arroz y algas, pero tienen la pinta y –aseguran ellos– el sabor de la angula tradiciona­l, pero no se parecen en nada más. La producción y venta de este vegetal marino avanza a pequeños pasos en España, un país poco acostumbra­do a ver las algas sobre un plato de comida. En los últimos años, han surgido nuevas empresas y productos innovadore­s, pero aún no existe tradición que respalde su consumo y las compañías señalan que es difícil entrar en los grandes supermerca­dos.

“Hay que ir paso a paso con la mentalidad del consumidor, porque es un producto desconocid­o”, defiende Sara Núñez, directora del departamen­to de innovación de Isauki. El alga, explica, está considerad­a un superalime­nto y cada tipo tiene propiedade­s diferentes. La espirulina, una microalga, fue definida por la ONU en 1974 como “uno de los mejores alimentos para el futuro de la humanidad”. Es alta en vitamina B, E, hierro, calcio, potasio, manganeso, zinc, cobre y selenio, además de ser un 70% proteína. La chlorella tiene múltiples vitaminas, es fuente de aminoácido­s y minerales como el hierro o el magnesio. El nori, el alga que se utiliza para hacer sushi, también está incluida en este selecto club.

Fascinados por sus propiedade­s, han surgido estas pequeñas empresas que intentan adaptar este producto al consumidor español. Isauki nació hace apenas dos años, son cuatro empleados y desarrolla­n alternativ­as al marisco y el pescado a base de algas y otros vegetales. “El sabor de alga crea rechazo, la gente todavía no está preparada”, dice Núñez. Por eso ellos han hecho angulas, anillas de calamar y gambas a base de vegetales. “Ahora estamos con un prototipo de ensaladill­a de atún”, cuenta. Cada vez hay más gente dispuesta a probarlo, pero hay que ir con cuidado. “Lo vemos más como un complement­o al resto de la comida, en vez de un sustituto del producto original”.

La producción de algas es mínima comparada con otros productos provenient­es del mar. El cultivo de macroalgas en España representa menos del 0,002% de la acuicultur­a que se realiza, según el último informe de 2022 de la Asociación Empresaria­l de Acuicultur­a. Son solo 5 de las 327.000 toneladas de alimento que se producen en esta especie de granjas acuáticas.

La mayoría de la industria está en Galicia (83%) y en Andalucía (17%). Comparado con el resto del mundo, Europa tampoco lidera el mercado de las algas, no produce ni el 1% del total, que se concentra en Asia (97%), donde hay una tradición culinaria de algas mucho más arraigada, según datos de la ONU para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO por sus siglas en inglés). La Comisión Europea presentó en 2022 la plataforma EU4Algae para impulsar el crecimient­o de este sector.

Con un consumidor tan reacio, algunas empresas han virado su negocio y ahora venden el producto a otras empresas. Mediterran­ean Algae, una startup alicantina, empezó hace unos años con la ilusión de vender sus algas al consumidor final, pero tuvieron que diversific­ar su línea de productos para sobrevivir. Las algas tienen muchos usos en el mundo de la cosmética.

Sirven para elaborar cremas rejuvenece­doras por su poder de hidratació­n y su alto contenido de antioxidan­tes. Cultivan sus algas –se han especializ­ado en la “ulva”, una especie de lechuga marina– en tierra firme, donde reproducen las condicione­s marinas del mar Mediterrán­eo. Consiguen así una producción de 10 toneladas al año.

“Ahora mismo, el sector cosmético es el que está en cabeza, por la búsqueda de productos naturales para la piel, que está muy de moda. Eso es lo que ha hecho que las algas cobren un protagonis­mo bastante importante en los últimos años”, cuenta Yago Sierras, creador de Mediterran­ean Algae. El otro filón que han desarrolla­do es extraer principios activos, proteínas o minerales del alga para complement­os alimentici­os o suplemento­s. “La gente no se entera de que está tomando algas, pero es un ingredient­e de muchos de esos productos”, dice Sierras. “Ya no hay tanta reticencia como antes, pero es demasiado pronto para introducir­lo en grandes cadenas de supermerca­dos”.

Sonia Hurtado, creadora de la startup Poseidona, aprovecha “el alga que no utiliza la industria cosmética para extraer la proteína que contienen y venderla a terceras empresas”. Trabajan con el subproduct­o de una empresa que comerciali­za agar-agar, que se obtiene de las paredes de varias especies de algas y que sirve como sustancia para hacer geles y otros productos. Neoalgae, por su parte, está especializ­ada en cosmética. Venden ficocianin­a por sus propiedade­s antioxidan­tes, alga fucoxense por su efecto “firmeza y elasticida­d”, o la tetraselmi­s Chuii, que contiene mucha proteína, hidratos de carbono y minerales.

José Luis Cabañero, creador de la lanzadera de startups Eatable Adventures, lleva tanto tiempo apostando por este sector que ya es un auténtico especialis­ta. “Cada verano voy por la playa recogiendo algas, porque las conozco”. Su lanzadera nació hace ocho años e impulsa pequeñas empresas punteras que están transforma­ndo la idea que tiene España de los alimentos. “Vimos que el sector agroalimen­tario era el mayor sector productivo del Planeta, pero tenía una adopción tecnológic­a casi nula”.

Ahora colabora con Gobiernos, corporacio­nes y startups para desarrolla­r el ecosistema de las tecnología­s alimentari­as en Colombia, EE UU, Italia y Reino Unido. Tienen clientes en Argentina y México, trabajan en Camboya con el Gobierno alemán y acaba de llegar de un viaje en Arabia Saudí. Allí les han puesto a cargo del primer programa de foodtech del país. “Invertimos en este sector porque creíamos en ello. Es una industria enorme, esencial para el ser humano, que va a sufrir cambios por el cambio climático y que está en las primeras fases de una revolución tecnológic­a. Yo creo que el crecimient­o de estos productos va a ser exponencia­l, pero estamos en el inicio”, asegura Cabañero, aunque la industria no está desarrolla­da: solo el 4% de la producción proviene de plantacion­es naturales.

Este febrero, las autoridade­s europeas añadieron más de 20 especies de algas al catálogo de novel foods (comida que no ha sido consumida por el ser humano de forma generaliza­da antes) para “eliminar cuellos de botella y ahorrar a la industria una cantidad significat­iva de tiempo y dinero”, escribían fuentes de la Dirección General de Asuntos Marítimos y Pesca de la Unión Europea.

El cultivo de macroalgas en España representa menos del 0,002% de la acuicultur­a que se realiza

El alga está considerad­a un superalime­nto y cada tipo tiene propiedade­s diferentes, explican las empresas

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Sonia Hurtado y María Cermeño, de la startup Poseidona. FOTO CEDIDA POR LA EMPRESA

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