Gunter Pauli: “La globalización no debe ser de mercancía, sino de tecnología”
El autor del concepto de la economía azul aboga por acabar con la transición ecológica para ricos
Gunter Pauli (68 años, Amberes, Bélgica) es economista, escritor, emprendedor y padre del concepto de la economía azul, que propugna el uso de los mares y la vuelta a la producción local. Pero él dice verse solo como “un molestador con ideas disruptivas que cuestionan los dogmas”. Por ello, no oculta su alegre extrañeza porque la Universidad de Cádiz haya “asumido el riesgo” de investirle doctor honoris causa. Pauli aprovechó el acto para defender su enésima idea: descarbonizar el transporte marítimo bajo la idea del Metro del Mar, una flota de pequeñas embarcaciones con energías renovables en la que ya anda trabajando en Río de Janeiro.
¿Se esperaba que su planteamiento de la economía azul calase de tal forma hasta ser aceptado como una aspiración válida para la sociedad y las Administraciones?
Estamos en un momento muy interesante porque la política ha decidido crear un marco para implementar, y la única razón es porque hay proyectos concretos. Cuando hablamos de la inteligencia artificial, todo el mundo dice que sí, pero en concreto, ¿qué significa? ¿Cuáles son las empresas? ¿Cuál es el territorio donde ya lo tienes implementado? En el caso de la economía azul, el mayor proyecto inicial fue en El Hierro, donde comprobamos que es posible que una isla chiquita es capaz de recuperar no solamente su economía, sino hacerlo con energía renovable.
¿Los países desarrollados han superado la idea de que progreso y ecologismo están enfrentados? Estamos hablando de la regeneración del ecosistema con su cultura. La yuxtaposición del progreso económico con la ecología es un pensamiento muy europeo. Pero la clave es, ¿cómo regeneramos el ecosistema? ¿Cómo eliminamos, por ejemplo, en las Islas Marquesas [Polinesia Francesa], las acacias que vinieron de Sudamérica y que nos están invadiendo? El ylang-ylang, que es un olor que es muy importante en cosmética, lo están perdiendo por invasiones de plantas no nativas. Y esto solamente es posible con una estrategia económica azul.
¿Eso implica abandonar la aspiración al eterno crecimiento económico?
Ese modelo fue muy bueno para reconstruir Europa después de la Segunda Guerra Mundial, pero no lo es para tener salud y resiliencia en estas culturas de la periferia. Allí, la gente no busca acumular dinero y bienes. Busca la recuperación de su cultura. Y en esa recuperación de la cultura, la tradición o el ecosistema, hay un fenómeno económico muy interesante. Si yo compro diésel para mi generador, el dinero sale y no vuelve. Si aprovecho el viento, la fruta o la gallina local, estoy importando menos y voy a hacer circular dinero en mi isla. Es un efecto multiplicador, que lleva a un crecimiento de la economía sin ponerlo como objetivo. Es lo bueno de la economía azul. Respondemos mejor a la necesidad de agua, alimentos, salud, vivienda, energía, pero con lo que hay localmente disponible.
Necesitamos tecnología. Por ejemplo, una eólica tradicional en la mayoría de las islas no funciona porque el viento es muy fuerte. Se precisa subir a más metros para captar energía. Esta tecnología se necesita importar. La globalización no debe ser de mercancía, sino de tecnología.