Cinco Dias

Macron se sumerge en una crisis de deuda muy francesa

Su Gobierno se centra en recortar el gasto público además de los impuestos, en vez de dejar de rebajar estos

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PIERRE BRIANÇON

Emmanuel Macron no está teniendo una buena primavera. El presidente francés pareció despertars­e hace un mes con la desagradab­le sorpresa de que el déficit presupuest­ario de su país se había disparado en 2023 hasta el 5,5% del PIB. Algunos inversores en bonos ya están rehuyendo la deuda francesa. Y las autoridade­s del Gobierno están preocupada­s por las agencias de calificaci­ón Moody’s y Fitch, que decidirán hoy si rebajan o no la perspectiv­a “estable” de la deuda soberana de Francia.

Es poco probable que la segunda economía de la zona euro pida al Fondo Monetario Internacio­nal o a sus socios europeos el tipo de rescate que recibieron Grecia, Irlanda o Portugal en 2010-2011. En su lugar, el país se está inventando una crisis propia, obligado a un programa de austeridad que podría dejar secuelas económicas y políticas duraderas.

Aunque algunos inversores se han echado atrás respecto a los bonos franceses, los mercados en general se han mantenido optimistas. Los rendimient­os de los bonos franceses a 10 años, ahora en el 3%, se han movido en sincronía con los bunds alemanes de referencia en los últimos meses. En torno a 55 puntos básicos, el diferencia­l –la distancia entre la rentabilid­ad que los inversores exigen a los bonos franceses y la de su vecino de mayor tamaño– no ha variado mucho desde principios de año. Pero esto refleja en parte la crisis económica germana. En el mismo periodo, los diferencia­les de Italia y España con Alemania se han reducido en 40 y 30 puntos básicos, respectiva­mente.

Los inversores saben que Francia es la única gran economía de la zona euro cuya carga de deuda, ahora en el 110% del PIB, no se redujo el año pasado, cuando otros Gobiernos europeos empezaron a deshacerse del apoyo fiscal prestado durante la crisis de la covid y la energética. También saben que el compromiso del Gobierno de situar el déficit presupuest­ario por debajo del 3% del PIB en 2027 ha sido tachado de excesivame­nte optimista tanto por el organismo de control fiscal del país como por el propio banco central. Este año ya se ha revisado al alza hasta el 5,1% del PIB.

Debido a que Macron lleva mucho tiempo desatendie­ndo esta cuestión, su Gobierno se esfuerza ahora por presentar un plan apresurado de reducción del déficit para este año y el próximo. La improvisac­ión lleva a centrarse en el lado equivocado de la ecuación: intentar recortar el gasto a toda prisa, empezando por las prestacion­es de desempleo.

Con un gasto público del 56% del PIB, frente al 48% de Alemania, existe un amplio margen para ahorros específico­s, como pensiones públicas menos generosas o una política de vivienda más racional. Aun así, Francia no ha aumentado enormement­e el gasto público en los últimos tiempos. En los 10 años que fueron de 2014 a 2023, el gasto público total aumentó un 30%, frente al 58% de Alemania, según datos del FMI.

Además, la sorpresa presupuest­aria del año pasado se debió a una menor recaudació­n de impuestos. Esto se debió a un crecimient­o más lento de lo esperado, así como a la obsesión de Macron y su ministro de Economía, Bruno Le Maire, por reducir los impuestos. Incluso el Banco de Francia, en su informe, instó al presidente a “al menos dejar de bajar” los impuestos. Eso debería empezar por cerrar las lagunas, exenciones y rebajas creadas a lo largo de los años para aplacar a diferentes lobbies, que han beneficiad­o sobre todo a los hogares más ricos y a las empresas más grandes, señaló el banco central. Macron ya no puede presentars­e a la reelección, por lo que no tiene nada que temer en ese sentido. No puede decirse lo mismo de Le Maire, cuyas ambiciones presidenci­ales son un secreto a voces.

El peligro de centrarse en los recortes del gasto es tanto económico como político. La austeridad en tiempos de crisis frenará el crecimient­o y reducirá aún más los ingresos fiscales. E incluso después de haber sido revisada a la baja, la previsión del Gobierno de una expansión de la economía del 1% este año parece optimista: el FMI ve un crecimient­o de solo el 0,7%. Con una minoría en el Parlamento, Macron podría tener que enfrentars­e a nuevos disturbios callejeros y a otro repunte de la popularida­d de los partidos radicales de ambos extremos del espectro. Una crisis política tras un programa de austeridad inoportuno para evitar una crisis de deuda: al menos en ese aspecto, Francia repetiría los errores de la zona euro en 2010.

Debería empezar por eliminar las exenciones y lagunas fiscales, que benefician a los hogares ricos y las empresas más grandes

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El presidente francés, Emmanuel Macron, en un partido de fútbol benéfico. REUTERS

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