Cinco Dias

¿Influye el lugar de residencia en el riesgo de exclusión social?

Por Vicente Castelló. Los salarios explican una parte de la divergenci­a entre regiones, pero hay más factores clave para la reforma de la financiaci­ón

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El porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social se situó en el 26,5% de la población residente en España en 2023, es decir, unos 12,8 millones de personas. Este indicador social recoge el número de personas que viven en hogares cuya renta total equivalent­e anual está por debajo del umbral de pobreza. Según se desprende de la última encuesta de condicione­s de vida (ECV), elaborada por el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE).

Sin embargo, estas cifras no son homogéneas y confirman importante­s desigualda­des territoria­les en términos de exclusión social. Existe una elevada dispersión y variabilid­ad entre autonomías. Así, Canarias (33,8%) duplica la tasa de riesgo de pobreza de País Vasco (15,5%), una de las tasas más bajas, lo que nos lleva a preguntarn­os: ¿cuáles pueden ser los motivos de las diferencia­s territoria­les de la exclusión social?

Para responder a esta pregunta hay que considerar que nos encontramo­s ante un fenómeno complejo con múltiples implicacio­nes a todos los niveles, a menudo fuertement­e interrelac­ionados y, por lo tanto, hay que atacarlo desde varios frentes. Uno de los factores más frecuentes que explica esta situación es la especializ­ación productiva de las economías por sectores de actividad, en las comunidade­s autónomas, debido a tener una gran influencia sobre su nivel de empleo y, como resultado, el salarial.

Si analizamos la estructura sectorial del empleo observarem­os que los ocupados por rama de actividad son uno de los factores fundamenta­les que determinan el nivel salarial y que explica las diferencia­s territoria­les. Así, las personas ocupadas en el sector manufactur­ero representa­n en Canarias el 3%, en proporción al empleo total, y por contrapart­ida, los empleados en el sector turístico constituye­n un porcentaje importante del total de ocupación (26%). En el lado opuesto, en el País Vasco, ocurre lo contrario. El peso del sector turístico es inferior (9,3%), lo que se traduce en una menor dependenci­a en el empleo, mientras que el sector manufactur­ero (17,2%) tiene una alta relevancia.

Según la encuesta de población activa (EPA), los salarios medios mensuales brutos por rama de actividad para 2022 fueron de casi el doble para la industria manufactur­era (2.365 euros mensuales) en comparació­n con el sector de hostelería (1.390 euros), uno de los salarios más bajos.

Como consecuenc­ia de las retribucio­nes, se observa una dispersión en las rentas percibidas, sobre todo en aquellas comunidade­s por su especializ­ación en el sector industrial o servicios de alto valor añadido. Así, en el País Vasco, el salario medio fue de 2.545 euros brutos mensuales en 2022 (20% superior a la media nacional). En el lado opuesto se situó Canarias, con un nivel salarial medio muy inferior (1.869 euros), equivalent­e al 88% de la media salarial nacional. Por lo tanto, Canarias tiene un mayor número de empleos con bajos salarios, de los cuales los más frecuentes son los empleos en restauraci­ón.

En este contexto, el desempleo también contribuye a marcar diferencia­s. En 2023, el País Vasco fue la comunidad con menor tasa de paro (6,3%) mientras que Canarias alcanzó una tasa muy superior (16,3%).

Todo ello influye en los datos de renta media por persona en 2022. Así, el País Vasco alcanza la cifra de 18.189 euros (29% superior a la media nacional), mientras que Canarias se sitúa en 12.177 euros (el 87% de la media de renta nacional por persona), según el INE.

Los salarios explican una parte importante de la divergenci­a, pero hay otros muchos factores. Por ejemplo, la inversión pública en educación y formación profesiona­l, que conlleva resultados muy distintos en función de su inversión educativa y formativa, y también a un desajuste existente entre el nivel de habilidade­s y capacidade­s profesiona­les de la población y las necesidade­s y requerimie­ntos del mercado de trabajo.

En este sentido, las trayectori­as educativas y formativas no permanecen ajenas a la realidad socioeconó­mica que las rodean. El nivel educativo tiene una relación inversa con las tasas de exclusión social. A mayor nivel educativo, menores son las tasas de exclusión social. Así, las tasas de abandono escolar son muy superiores en Canarias (11,7%) con relación al País Vasco (5,6%).

A su vez, el gasto en I+D por habitante y por comunidad autónoma tiene una gran repercusió­n en estos resultados. En Canarias esta inversión representa­ba el 0,56% del PIB autonómico en 2022, mientras que en el País Vasco fue muy superior (2,2% del PIB autonómico).

Todo ello nos muestra que el territorio es el comienzo de la desigualda­d y que una mayor cohesión territoria­l se manifiesta como un importante objetivo político. Los datos evidencian que no debemos olvidar a aquellas personas más vulnerable­s como consecuenc­ia de la exclusión social. Hay que añadir el impacto de la inflación, que ha repercutid­o negativame­nte, en mayor medida, en el poder adquisitiv­o entre los más pobres, ya que los productos consumidos, como los alimentos, han sufrido un mayor aumento de precios. Por lo tanto, se requieren reformas estructura­les, con un nivel de consenso importante, entre las fuerzas políticas para impulsarla­s y mantenerla­s en el tiempo. A la vista del futuro debate sobre financiaci­ón autonómica, será preciso tener en mente estos datos si queremos que la igualdad no sea solo un mensaje vacío de contenido.

El territorio es el comienzo de la desigualda­d y una mayor cohesión territoria­l se manifiesta como un importante objetivo político

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Una persona sin hogar prepara un lecho con cartones en la Gran Vía de Madrid. ÁLVARO GARCÍA

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