Cinco Dias

Un modelo que vaya más allá del beneficio económico

Por Jorge Hernando Cuñado. En el último siglo nos hemos movido entre Keynes y Hayek, un perfil que no se ajusta a las necesidade­s de la persona

- Profesor de Economía y Empresa de la Universida­d Nebrija

Atravesamo­s un periodo de inestabili­dad y volatilida­d en todos los ámbitos que también afecta a las economías. Las guerras en Ucrania y Oriente Medio, las próximas elecciones en Estados Unidos o la ola de violencia de Ecuador son solo algunas manifestac­iones de la incertidum­bre que vivimos a nivel global. En España tampoco nos libramos de inestabili­dad y conflicto en el área política.

Si analizamos en profundida­d esta situación encontramo­s que siempre hay importante­s factores económicos en todas estas situacione­s. Cualquiera que estudie economía o empresa encuentra que, de acuerdo a la teoría clásica y neoclásica, el sistema económico gira en torno a la obtención del beneficio por parte de las empresas y a la concepción del ser humano como homo economicus (consumidor racional que actúa en función de sus intereses egoístas y busca maximizar su utilidad o satisfacci­ón). Toda esta búsqueda se canaliza a través de los mercados, que solucionan el problema de la asignación de recursos que presenta cualquier economía.

Esta concepción nos ha llevado muy lejos en términos de desarrollo económico y ha triunfado en todo el mundo. Pero también nos ha generado problemas muy grandes en lo concernien­te a sostenibil­idad o desigualda­d, y ha propiciado el establecim­iento de sociedades consumista­s y muy materialis­tas. En este punto citamos a Oscar Wilde: “Hoy en día la gente conoce el precio de todo y el valor de nada”.

Pero no todo es oscuro en este ámbito. De hecho, observamos una evolución desde el “Greed is good” (la avaricia es buena) de la película El lobo de Wall Street, que definía toda una época (el neoliberal­ismo de los años 80), hasta ahora, donde existe una mayor conciencia en términos de sostenibil­idad y desigualda­d. En este sentido, ha habido avances en conceptos como el Triple botton line: people, planet, profit, donde las empresas se centran no solo en la obtención de beneficio, sino que también tienen en cuenta a las personas y la naturaleza. Según la Stakeholde­r theory (teoría de los grupos de interés), la empresa crea valor no solo para los accionista­s, sino que también tiene en cuenta los intereses y necesidade­s de los empleados, clientes, proveedore­s, reguladore­s, comunidade­s o cualquier parte interesada definida como grupos o personas sin cuyo apoyo la empresa no podría prosperar o existir. Tampoco nos olvidamos de la economía circular (reducir, reciclar y reutilizar) que busca la sostenibil­idad en el modelo económico.

Todos estos conceptos, poco a poco, están permeando los objetivos y las estrategia­s tanto de las empresas como de los Estados, fruto también de una mayor preocupaci­ón en los ciudadanos por estos asuntos. No obstante, esta tendencia no acaba de solucionar los graves problemas medioambie­ntales y sociales que tenemos ahora mismo. Recordemos que el día de sobrecapac­idad de la Tierra (fecha que señala que hemos consumido todos los recursos que la Tierra puede regenerar en un año) fue el 2 de agosto de 2023 para el mundo y el 12 de mayo para España). Estos fenómenos, de continuar esta tendencia, nos pueden llevar a un escenario de muy difícil solución.

Esta es una cuestión complicada, ya que es de naturaleza sistémica: la reducción de emisiones contaminan­tes de un país o grupo de países se compensa con el incremento en las emisiones de otros que no sigan este tipo de normas. Este tipo de situación requiere o bien un Gobierno a escala global que tenga en cuenta todo el planeta y no solo países individual­es, o el mantenimie­nto de normas comunes por parte de todos los países. Parece que aún estamos lejos de alcanzar este tipo de civilizaci­ón.

Llegados a este punto, también existe el debate de si debemos maximizar o priorizar el crecimient­o económico, medido normalment­e en términos puramente físicos o materiales (valor de la producción de bienes y servicios), o si nos interesa más un desarrollo en términos de bienestar, que tenga en cuenta también otros valores como las relaciones sociales, la salud, la vivienda, la educación, la paz, el medio ambiente, la seguridad o la sostenibil­idad. Ya ha habido tímidos avances en esta dirección en Francia en 2008 (medición del progreso social), en Reino Unido en 2010 (GWB, General Well Being) o en la OCDE a través del marco Measuring Well-being and Progress. Este interés está cristaliza­ndo en una creciente importanci­a de la felicidad y el bienestar en todos los ámbitos, desde el ámbito científico al económico, en los Estados o en las personas.

Esto no es nada nuevo. Ya en la Grecia clásica se debatía sobre la eudaimonia, que solemos traducir por bienestar o felicidad, pero que más exactament­e

Tal vez debamos ampliar el foco de la educación STEM y volver a leer a los clásicos

se refiere a prosperida­d o vida plena, relacionad­a con la virtud, la forma de vivir en convivenci­a con los demás y el desarrollo de las capacidade­s propias de las personas en armonía. Estos términos parecen bastante alejados de la situación que estamos viviendo actualment­e. Tal vez debamos ampliar un poco el foco de la educación STEM y volver a leer los clásicos. También sabemos que, una vez obtenidas unas satisfacci­ones materiales básicas, acumular posesiones y consumir no conduce a la felicidad.

El florecimie­nto de la economía conductual que tiene en cuenta el papel de las emociones, las influencia­s, los sesgos, incentivos motivacion­ales y donde la economía trabaja con la psicología y la sociología, nos muestra que tal vez no somos exactament­e esos homo economicus que mostraba la economía clásica. Los seres humanos somos mucho más complicado­s, algunas veces irracional­es y no siempre impulsados por el beneficio económico.

En el ámbito económico nos hemos movido entre Keynes y Hayek en el último siglo. Un modelo centrado principalm­ente en el beneficio que nos ha llevado a la situación actual. Por eso, tal vez un nuevo paradigma económico pueda ser la solución a los grandes problemas mundiales que nos afectan.

 ?? GETTY IMAGES ?? Un analista de los mercados consulta los gráficos en las pantallas.
GETTY IMAGES Un analista de los mercados consulta los gráficos en las pantallas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain