El cine y otras causas perdidas
hay un documental sobre el rodaje de una película de Terry Gilliam, Lost in la Mancha, que recomiendo siempre a los jóvenes cineastas. En él vemos como todas las cosas que pueden ir mal en un rodaje van efectivamente mal. Para mí, es una auténtica lección de cine y resiliencia: cuando todo se pone en tu contra en un rodaje, lo mejor que puedes hacer es irte a casa y dejarlo estar porque, aunque en ese momento lo parezca, el fin de un rodaje no es el fin del mundo. Y, cuando veas que en un lugar donde apenas llueve de repente cae una tormenta que se lleva por delante la mitad de tu equipo, igual es que el universo te está intentando decir algo. Terry Gilliam reemprendió veinte años después el rodaje de su peculiar y algo naíf versión de Don Quijote. Y es la confirmación de que hay cosas que es mejor soñarlas y dejarlo así.
Otro documental fascinante, este muy reciente, que se puede ver en Filmin es Kim’s Video. Durante dos décadas, los cinéfilos de la ciudad de Nueva York tuvieron acceso a un tesoro de películas raras y esotéricas a través de Kim's Video. Originalmente dirigida por el enigmático Yongman Kim desde su negocio de tintorería, su franquicia finalmente acumuló 55.000 títulos de alquiler, algunos obtenidos ilícitamente. En 2008, frente a una industria cambiante, el señor Kim se vio obligado a cerrar el videoclub y se ofreció a regalar su colección a alguna fundación o universidad siempre que permaneciera intacta y estuviera disponible para los miembros de Kim's Video y la comunidad cinéfila. En un intento por revitalizar el turismo, el pueblo italiano de Salemi (Sicilia), se ofrece
Cuando todo se pone en tu contra en un rodaje, lo mejor que puedes hacer es irte a casa y dejarlo estar porque, aunque en ese momento lo parezca, el fin de un rodaje no es el fin del mundo
para albergar el archivo y ahí entra el cineasta David Redmon, quien le da crédito a Kim's Video por su educación cinematográfica. Con los fantasmas del cine del pasado guiándole en su camino, Redmon se embarca en una búsqueda aparentemente quijotesca para rastrear qué pasó con la legendaria colección y lo que descubre me dejó patidifusa: la colección está en un almacén con goteras, en las afueras del pueblo, criando polvo. Nunca se ha prestado ninguna película ni se ha publicitado la colección más que el día de su llegada al pueblo, donde fue recibida por un personaje muy turbio, alcalde en ese momento del pueblo, aliado y amigo de Berlusconi y hoy secretario de Educación con Meloni, acusado en las últimas semanas ni más ni menos que de robar un valiosísimo cuadro: Vittorio Sgarbi. David Redmon, el director, siguiendo la pista del escurridizo Sgarbi, descubre su conexión con un mafioso de dudosa reputación que, en teoría, era el encargado de crear una fundación para la colección y, con toda la desfachatez del mundo, se queda con el dinero destinado a tal fin. Cuando el cineasta presiona a las autoridades del pueblo, todos se lo sacan de encima con buenas palabras, excepto la única persona, otro exalcalde, que le dice la verdad sobre la relación de Sgarbi con el mafioso Giammarinaro. Y, misteriosamente, este exalcalde fallece días después. Pero el cineasta no ceja en su quijotesca misión de rescatar la videocolección de Kim de Salemi y para ello recurre a la más inverosímil de las estrategias: pretextar que va a rodar una película de atracos y así hacer desaparecer del pueblo siciliano todas las cintas que aún no han sido destruidas.
El entretenido documental de David Redmon y Ashley Sabin abarca varias formas cinematográficas, desde cine-ensayo y no ficción de investigación hasta cine experimental, para crear una inconexa pero eficaz oda al amor por el cine y por las causas perdidas. Conceptos que últimamente, por desgracia, se confunden… ■