ABC (Sevilla)

Casi todos contra Trump: el pop entra en campaña

The White Stripes demanda a Trump por usar su música y el registro de votantes se dispara después de que Taylor Swift manifestas­e su apoyo a Kamala Harris

- DAVID MORÁN BARCELONA

Existe en Spotify una lista titulada ‘Songs Trump Can’t Legally Play At His Rallies’ que recopila casi todas las canciones que sus autores o sus albaceas han prohibido expresamen­te utilizar a Donald Trump en sus mítines y actos de campaña. La colección es larga, más de tres horas y media de música, e incluye desde ‘American Girl’ de Tom Petty a ‘Rumour Has It’ de Adele; desde el aria final de ‘Turandot’ a ‘The Winner Takes It All’ de ABBA. Está ahí también ‘My Heart Will Go On’, turbobalad­a de Céline Dion que llegó con portazo y extra de picante irónico. «De verdad, ¿esa canción?», tuiteó Dion el pasado mes de agosto tras descubrir que su gran éxito, tema central de la catastrófi­ca y cataclísmi­ca ‘Titanic’, sonó sin permiso durante un acto de Trump y J. D. Vance en Montana. De verdad, sí. A la vuelta de la esquina (y del iceberg), unas elecciones presidenci­ales en las que el pop ha vuelto a pedir la vez para decir la suya.

También en agosto, poco después de su encontrona­zo con la canadiense, Trump invitó a Robert F. Kennedy Jr. a subir al escenario durante un acto en

Arizona mientras atronaba ‘My Hero’, de Foo Fighters. Tampoco entonces pensó nadie en pedir permiso, por lo que Dave Grohl y los suyos no tardaron en denunciar la apropiació­n de la canción y anunciar que donarían todos los beneficios generados por la canción a la campaña de, bingo, Kamala Harris. Y como no hay dos sin tres, el 3 de septiembre un juez federal prohibió a Trump seguir utilizando ‘Hold On, I’m Comin’, fogoso himno soul cantado por Sam & Dave y coescrita por Issac Hayes. Hasta ese momento, la canción había sonado 134 veces en actos políticos de Trump. Ayer mismo, segundo mazazo consecutiv­o, un juez de Manhattan condenó al candidato republican­o por violación de derechos de autor al utilizar ‘Electric Avenue’, de Eddy Grant, sin su permiso.

Según recuerdan asociacion­es como Ascap (American Society of Composers,

Authors and Publishers) y ARA (Artist Rights Alliance), la música que se reproduce en eventos públicos requiere de una licencia obtenida a través de organizaci­ones de derechos de ejecución como BMI y Ascap. Se trata de licencias genéricas que permiten el uso de repertorio­s completos (BMI, equivalent­e estadounid­ense a la SGAE, gestiona más de 22 millones de canciones) y del que los autores pueden reclamar la eliminació­n de sus composicio­nes para su uso en campañas específica­s.

Disputas legales

Otro caso reciente, el de los White Stripes y su ‘Seven Nation Army’, evidencia que con Trump la cosa va más allá de la disputa legal y los derechos de autor: una vez más, los astros del pop y el rock han entrado en campaña y se han levantado en armas contra el candidato republican­o. Así, mientras a Trump se le acumulan las cartas de cese y desistimie­nto por uso indebido de canciones, en los mítines de Harris suenan, sin que nadie proteste, temas de Bruce Springstee­n, Kendrick Lamar, Eminem o Lil John. Incluso Beyoncé le ha cedido ‘Freedom’ para que la utilice como himno de campaña.

«Ni se les ocurra pensar en usar mi música, fascistas», amenazó Jack White, cabeza visible y parlanchin­a de The White Stripes, cuando ‘Seven Nation Army’, himno futbolero y ‘loloizante’ que hizo millonario­s a los de Detroit, apareció hace unas semanas en una vídeo de campaña de Trump. Acto seguido, la puntilla. «Esta máquina demanda a los fascistas», dejó escrito White el pasado lunes en su cuenta de Instagram bajo una foto con la primera página de la demanda. Junto a las cuestiones legales, la constataci­ón de que The White Stripes, Jack y Meg White, «se oponen vehementem­ente a las políticas adoptadas por el demandado Trump cuando era presidente y a las que ha propuesto para el segundo mandato que pretende».

La proximidad de las elecciones del 5 de noviembre ha recrudecid­o el debate y confirmado que los astros del pop votan por Harris. O contra Trump. Al republican­o, es cierto, le respaldan desde el reguetoner­o puertorriq­ueño Anuel AA al cantante de country Billy Ray Cirus pasando por rapmetaler­o Kid Rock o el siempre volátil Kanye West, pero a Harris le ha tocado el gordo después de que Taylor Swift anunciase oficialmen­te su apoyo a la candidata demócrata. «Votaré por Kamala Harris porque lucha por los derechos y las causas que creo que necesitan alguien que los defienda», compartió la autora de ‘All Too Well’ tras el debate. ¿Firmado? «Mujer con gato sin hijos».

A favor de Harris se han posicionad­o también Olivia Rodrigo, Stevie Nicks, Cardi B (que dijo que no votaría por Biden), Charli XCX, Pink y Stevie Wonder, pero como bien saben John Kerry y Hilary Clinton, una cartel musical de primera no es garantía de casi nada. De poco le sirvió al primero, la gira ‘ Vote For Change’, en la que artistas como Bruce Springstee­n, Pearl Jam y Neil Young intentaron movilizar el voto anti Bush.

A favor de Harris se han posicionad­o, además de la todopodero­sa Taylor Swift, Olivia Rodrigo, Stevie Nicks, Cardi B y Pink

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// EFE Swift, durante un concierto en Polonia. A su lado, una bailarina cuya silueta las redes confundier­on con la de Harris

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