ABC (Sevilla)

La gran alianza

Con Sanz y De la Torre con la misma camiseta lo importante, sin embargo, es que quieren jugar en el mismo equipo

- J. FÉLIX MACHUCA

NO puede decirse que los reflejos hayan sido los de un astronauta. Más bien se han dado cuenta tarde, muy tarde, de que sumar siempre es más ventajoso que podar. Y aquí, en este pendencier­o asunto del cainismo entre Sevilla y Málaga, se han podado posibilida­des de convergenc­ia de forma tan brutal como se podó el ficus de San Jacinto. Cualquier movimiento que se diera en esa obligada y razonable dirección era descartada de inmediato, como si ambas ciudades fueran enemigas eternas, duelistas implacable­s en mitad de una calle de polvo y rastrojos que era la fiel fotografía de nuestro error. ¿Han cambiado las cosas? Parece que se ha instalado en la mentalidad de las élites de ambas capitales andaluzas que así, enfrentada­s y en guerra de celos y agravios permanente, no se iba a ningún lado. O no más lejos de esa geografía tan estéril como es la que patea el paletismo más voraz. Pura expresión de nuestra impotencia para abandonar el campanario y el terruñismo político.

El otro día, De la Torre y Sanz firmaron en Sevilla la paz, dejando constancia de que aún quedan reflejos en nuestro municipali­smo. Y se escucharon ideas y argumentos que cuesta trabajo pensar que el gañanismo rústico de la política caníbal de estas décadas las marginara, para fertilizar las malas hierbas y las peores ideas entre ambas capitales. A ninguna parte nos llevó una situación tan estúpida como poco pragmática. Y lo que perdimos en estas décadas de imposible convergenc­ia de intereses se lo llevaron otros que hoy lo disfrutan y nosotros lo lloramos. Juan Espadas intentó peregrinar el camino en 2018, proponiend­o un eje industrial. Pero no se llegó a acuerdo alguno, quizás porque en política, los colores siguen siendo más excluyente­s que en el fútbol. Con Sanz y De la Torre los colores son los mismos. Y, lo más importante, nos han prometido que juegan en el mismo equipo: Málaga y Sevilla. Si me lo permiten, voy a creérmelo. Pese al papel de lija que aún sigue siendo para el alcalde malagueño la ley de capitalida­d sevillana.

Que Málaga y Sevilla coincidan en la necesidad de mejorar la conectivid­ad entre ambos epicentros regionales o en denunciar que si se habla de financiaci­ón autonómica también hay que hacerlo de la municipal, para sacarla del estado de necesidad y precarieda­d en la que vive, no es que sea puro realismo político. Son flecos de un viejo mantón que se arrastra desde hace años y no hay quien lo lleve a la tintorería. Con la tasa turística se podría empezar a transmitir a los ciudadanos que esa alianza entre Málaga y Sevilla principia a forjarse y yo puedo considerar­me con permiso de creerme lo que han dicho De la Torre y Sanz… con la venia, en este caso, del señor Bernal.

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