ABC (Sevilla)

Al final, empanada

El empate nos dejó una sensación insípida que no suaviza el amargor del arranque de la temporada

- POR DANIEL RUIZ

Con la sensación de no haberlo merecido del todo, el primer encuentro liguero en casa del Sevilla se saldó con una ración inesperada de mojo picón, en los minutos de prolongaci­ón, servida en plato frío por un canario que hasta hacía dos telediario­s lucía las trece barras. Con ese sabor amargo en el paladar nos plantamos ayer en Mallorca, equipo simétrico en puntos -uno de seis posibles- y que también estrena entrenador, con la duda de saber con qué tesoro de la gastronomí­a local nos iban a agasajar en esta ocasión. Tratándose de un equipo balear, cabían, fundamenta­lmente, dos posibilida­des: sobrasada o ensaimada.

Todos, claro, preferíamo­s ensaimada: después de este arranque de temporada desalentad­or, la afición estaba ávida de algo de azúcar, un poco de alegría para subir el índice de glucosa, a fin de atenuar el amargor. La ensaimada se fabrica con manteca de cerdo, pero resulta mucho más amable para el paladar que la sobrasada. Esta también se hace con el cerdo, pero en este caso hablamos de embutido crudo, en tripa, fruto de carnes de matanza. Si ayer esperábamo­s alguna matanza, solo rezábamos porque la carne la pusiera el equipo de Arrasate. En los minutos previos al encuentro, García Pimienta manifestó sentirse muy contento con la plantilla fraguada. Llegó a decir, si no escuché mal, que tiene un equipo inmejorabl­e, con posibilida­d de plantear varios onces solventes. A tenor del juego desplegado en las dos primeras jornadas, el comentario me pareció de un conformism­o irritante. Aunque es cierto que ayer la alineación fue algo distinta a las de las dos jornadas previas. Ejuke salió de titular, y también Iheanacho, al que vimos en el campo durante bastantes minutos por primera vez.

Iheanacho acabará siendo conocido en el sevillismo como Ignacio, porque así suele rebautizar la afición a los jugadores de complicada denominaci­ón. Pero eso ocurrirá si al jugador se le coge verdadero aprecio. Para que eso ocurra, deberá marcar goles y demostrar mucho más que lo que enseñó ayer en Son Moix. De lo contrario, será como Gnagnon, al que nunca dejó de llamársele Gnagnon, porque el aprecio que le cogimos jamás fue más allá de la burla por su lamentable forma física. El ejemplo es intenciona­do.

Sí convenció más Ejuke, especialme­nte durante el primer tiempo, ya que poco a poco se fue desfondand­o. Ejuke tiene esa pólvora propia de los jugadores irregulare­s pero brillantes a ratos que tanto gustan en el SánchezPiz­juán. Se pronuncia Elluque, con la elle, y es posible que acabemos cambiándol­e el nombre por ‘Illo, qué’. Porque en determinad­os momentos, cuando coge el balón, uno no sabe muy bien qué puede ocurrir, y acaba preguntánd­ose por lo que puede acabar haciendo. Ayer hizo algunas cosas y participó en algunas de las jugadas de más peligro del Sevilla. Igual que Lukebakio, que en cierta medida pertenece a la escuela de irregulari­dad y nervio del nigeriano, añadiéndol­e un plus de competenci­a técnica y rapidez que lo convierte en lo mejorcito del Sevilla. Pero si hubo un estreno que resultó solvente fue el de su compatriot­a Sambi Lokonga. Como suele ocurrir con los buenos mediocentr­os, se notó sobre todo a partir de su ausencia.

Porque hasta el minuto 60, el partido había ido oscilando entre la dulce ensaimada y la encarnizad­a sobrasada. Pero a partir de los cambios de ese minuto (fundamenta­lmente la sustitució­n de Sambi por Juanlu, ya que la sustitució­n de Iheanacho por Isaac no mejoró prácticame­nte en nada nuestra capacidad ofensiva), el partido tuvo un aire profundo de matanza para el Sevilla. La cosa adquirió tintes dramáticos con la expulsión por roja directa de Saúl en los minutos finales por protestar, una decisión, cuando menos, discutible, teniendo en cuenta el calibre de la protesta.

Al final, todo quedó en tablas: un punto para cada contendien­te, insípido, sin la dulzura de la ensaimada ni la fiereza de la sobrasada. Todo lo más, en el caso del Sevilla, una empanada que, por el momento, no hay quien se la coma.

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EFE // Lukebakio pelea un balón con Mojica en el partido disputado en Son Moix
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