ABC (Sevilla)

ARQUEÓLOGO­S EN SU PARAÍSO La ‘Ciudad Brillante’ del califa Abderramán III

▸ El catedrátic­o de Arqueologí­a y director de investigac­iones en la ciudad visigoda de Recópolis invita a conocer Medina Azahara, símbolo del poder del Califato de Córdoba

- MÓNICA ARRIZABALA­GA LAURO OLMO

La ‘Ciudad Brillante’ que el califa Abderramán III mandó construir a unos ocho kilómetros de Córdoba tuvo una corta vida de apenas 75 años. Sin embargo, la importanci­a de esta urbe palaciega «sobrepasó a este periodo por su carácter de punto de encuentro y plasmación de los sofisticad­os programas palaciales de Oriente». También por la «creación de programas arquitectó­nicos y de jardines que perduraron durante toda la época andalusí, se adoptaron por los reinos cristianos peninsular­es e influyeron en la arquitectu­ra posterior». Por ello, aún con los «muchos problemas de conciencia» que le produce a Lauro Olmo elegir solo un yacimiento entre la gran cantidad y diversidad de sitios arqueológi­cos que hay en España, el catedrátic­o de Arqueologí­a de la Universida­d de Alcalá de Henares escoge Medina Azahara, o en su denominaci­ón más precisa Madinat al Zahra (‘Ciudad Brillante’).

Destinada a ser la nueva capital del Califato Omeya de Occidente, o de Córdoba, Olmo destaca que se planificó y edificó a partir del año 936 «como símbolo e imagen de lo que en el siglo X fue el Estado más potente y avanzado de Europa occidental y uno de los tres más poderosos del mundo islámico medieval». En la actualidad, este yacimiento declarado Patrimonio de la Humanidad constituye, a su juicio, un enclave «privilegia­do» para hacerse una idea del esplendor del Califato de Córdoba.

«Sus edificios palaciales, civiles y administra­tivos, su mezquita mayor, su alcázar, sus baños, la red viaria y de infraestru­cturas, sus jardines, las diferentes zonas urbanas de la ciudad, etc., muestran la excepciona­lidad y carácter único del sitio», subraya este reputado arqueólogo que desde 1992 dirige las investigac­iones en Recópolis, otra gran ciudad medieval que ordenó erigir en este caso el rey visigodo Leovigildo, también como símbolo de su poder.

«Madinat al Zahra fue concebida como escenario para la representa­ción del poder califal y como muestra de la autoridad y talla del soberano, así como de su independen­cia de los califatos de Oriente», explica Olmo. Por ese motivo, la fundación de esta ciudad de nueva planta «posibilita conocer cómo las concepcion­es sobre el poder se proyectan en la planificac­ión jerarquiza­da del urbanismo del sitio».

Un hallazgo singular

Para este especialis­ta en arqueologí­a medieval, «toda la ciudad es un hallazgo especialme­nte singular y único». Construida a los pies de Sierra Morena, Olmo describe cómo el alcázar se ubicaba en las dos terrazas superiores, en una situación de clara preeminenc­ia. En esta zona palacial se distinguía un área privada en el punto más elevado, con la residencia del califa y viviendas de personajes vinculados a la corte, el primogénit­o y heredero y el visir. En el espacio central se encontraba el sector oficial, con los salones para recepcione­s y actos protocolar­ios, entre los que se incluía el Salón Oriental o Salón Rico, abierto a un jardín surcado por acequias y con albercas que rodeaban a un pabellón. Fuera del alcázar, pero unida a él se encontraba la mezquita principal y a continuaci­ón la medina, todo ello rodeado por una potente muralla.

En Medina Azahara se puede conocer «todo un vocabulari­o arquitectó­nico y artístico que a partir de ese momento definirá líneas fundamenta­les de la arquitectu­ra y las manifestac­iones artísticas de al-Andalus y el Magreb», destaca el catedrátic­o. También permite comprender cómo era la sociedad andalusí y la sofisticac­ión de su urbanismo «sin parangón en el Occidente europeo». Olmo invita a visitar el museo del sitio (edificio y programa que han cosechado premios internacio­nales) y a completar el recorrido propuesto por unos espacios «que suscitan emociones al introducir al visitante en un ámbito para disfrute de los sentidos». Su «excelente» estrategia de investigac­ión y de transmisió­n del conocimien­to ha logrado, en opinión de este arqueólogo, que Medina Azahara sea hoy el yacimiento español más visitado.

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