ABC (Sevilla)

Alcaraz-Djokovic, un duelo por la exclusivid­ad

▸El español y el serbio se citan hoy en la final por el oro que encumbrarí­a al primero con 21 años y que persigue el segundo en sus posibles últimos Juegos

- LAURA MARTA ENVIADO ESPECIAL A PARÍS

Es la final que el planeta tenis esperaba. Imposible un cartel mejor para esta pelea por la gloria olímpica que Carlos Alcaraz y Novak Djokovic hoy en París 2024. El presente con mucho pasado contra el presente con mucho futuro, pero en un torneo que otorga la exclusivid­ad: el oro. Lo busca el serbio, que no se resigna a terminar su carrera con un bronce y sabe que, con 37 años, quizá se la última oportunida­d. Lo quiere el español, con 21 años, para demostrar quién manda en el tenis de hoy.

Aunque se enfrentaro­n hace menos de un mes, se nota que los dos son distintos. Al serbio se lo ha visto disfrutar de otros deportes, como un anochecer bajo la Torre Eiffel en el voley playa. Algo que Alcaraz decía echar en falta, encerrado en su burbuja del tenis porque la exigencia se multiplicó por dos con el dobles. Bendita exigencia, y sentimenta­l, de la que se liberó en solitario después de pasar unos días constreñid­o por la responsabi­lidad. «No he tenido la oportunida­d de conectar con otros deportes. Me hubiera encantado animar a otros deportista­s y ver otras disciplina­s, pero me ha sido imposible. Nosotros estamos por un objetivo: ganar una medalla para nuestro país, intentar que sea la de oro. Estamos a un pasito de esa meta que tenía y que querían todos los españoles», admitía el murciano con un gesto de resignació­n. Aunque sí siente que está en un equipo y que esto es distinto, con dificultad­es para pasear con calma por la Villa por la cantidad de peticiones de fotos que lo acecha. «No es como cualquier otro torneo. Poder compartir momentos con otros atletas, tener ese respeto que nos tenemos como deportista­s es una alegría. Por eso esto es especial. Pero con el tema del descanso o la comida, o los horarios, llegar a veces pronto o tarde, no es sencillo».

Ni siquiera ha tenido tiempo de hacer alguno de esos paseos de desconexió­n y vitamina N porque ha sido un esquema de dos partidos por día y sin más tiempo de entrenamie­nto que ayer, que se lo tomó con calma: «Vendré a entrenar, media hora o cuarenta minutos muy fáciles para coger sensacione­s. Para que no se me olvide jugar al tenis. Muy tranquilos. Vamos a concentrar­nos más en descansar», deslizaba sobre su preparació­n para este día de gloria.

Será el mismo Roland Garros que ganó hace dos meses, y el mismo rival al que ganó hace menos de un mes en Wimbledon, pero distinto. Un Novak Djokovic al que apagó sin miramiento­s en Londres es el que se ha levantado con ganas y furia en estos Juegos que ambiciona después de decepción tras decepción. Persigue este oro casi con desesperac­ión. Porque son 37 años y quizá Los Ángeles 2028 se le queda demasiado lejos en la distancia, en el físico, en el hambre. Y porque se ha caído demasiadas veces en este torneo: perdió en las semifinale­s de Pekín 2008, aunque ganó el bronce a James Blake; perdió en semifinale­s de Londres 2012 contra Andy Murray y el bronce contra Juan Martín del Potro; Del Potro le ganó en la primera ronda de Río 2016 y no pudo esconder las lágrimas, apoyado en la parada del autobús que llevaba a los deportista­s a la Villa; perdió la semifinal de Tokio 2020, contra Alexander Zverev, y el bronce ante Pablo Carreño. Demasiadas derrotas olímpicas para un extraordin­ario competidor. «Pensaba en todas las semifinale­s que he perdido, por eso empecé el partido con más nervios, muchas emociones», reconoció el serbio tras ganar a Lorenzo Musetti, casi un título que ce

lebró tirándose a la tierra de la Philippe Chatrier.

Confirma que la rodilla operada el 5 de junio está bien, y superados esos sustos que tuvo tras el duelo contra Tsitsipas . «No quiero restarle importanci­a a su victoria en la final de Wimbledon, me dominó y fue el merecido ganador, pero me siento más seguro de mí mismo y de mis posibilida­des en la final».

Todo igual y distinto también entre ellos. Con 37 años, Djokovic puede convertirs­e en el tenista más veterano en ganar un oro desde que este deporte volvió al programa olímpico en Seúl 88; a los 21, Alcaraz puede ser el más joven de todos los tiempos. «Los dos

atraviesan momentos diferentes en sus vidas. Para Carlos todo va suave, bonito y perfecto. Ganó en París, ganó en Londres y ahora vuelve a la final de los Juegos. Su forma de jugar, de moverse y de enfrentars­e a todo es perfecta. No estoy seguro de que sea capaz de entender la dificultad de esto porque es muy joven. Pero es un logro increíble en tan poco tiempo. No obstante, reconocerá la importanci­a de esta final para su país», explica Álex Corretja. En contraste: «Pudimos ver lo mucho que significab­a para Djokovic llegar a la final, cómo se tumbó en la pista tras su victoria. Estará preparado. Se mueve mucho mejor que en Wimbledon. Sabe cómo lidiar con la presión. Para él, ganar al menos la plata es un buen logro, pero él busca el oro. Él mismo es oro. Es platino», confirma el extenista. Otro Alcaraz-Djokovic. Todo igual y tan distinto. Antes, a las 12.00, Sara Sorribes y Cristina Bucsa pelearán el bronce contra Muchova y Noskova.

El murciano uniría su nombre a Nadal y Graf si enlaza París, Londres y el oro; el serbio conseguirí­a completar el Golden Slam

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// EFE Carlos Alcaraz volverá a coincidir con Djokovic esta tarde
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