ABC (Sevilla)

Alvise, obligado a definirse en Europa

▸El líder de Se Acabó la Fiesta tendrá que pronunciar­se sobre asuntos como la OTAN o el futuro de la UE para ser aceptado en el grupo que lidera Meloni

- ENRIQUE SERBETO BRUSELAS

Hasta ahora, el principal logro de Alvise Pérez como eurodiputa­do es haber sido incluido en la lista en la que figura la decena de miembros más extravagan­tes de la Cámara. Todas las referencia­s al nuevo eurodiputa­do español y sus acompañant­es vienen de su trayectori­a en la política local porque no tiene ninguna en la europea.

Por el momento, su primera decisión ha sido buscar asilo en un grupo político más o menos compatible, sin duda consciente de las evidentes ventajas que supone frente a los inconvenie­ntes de permanecer aislados. Ventajas político-institucio­nales, pero también económicas. El hecho es que después de analizar otras opciones, Luis ‘Alvise’ Pérez solicitó su ingreso en el grupo de los Conservado­res y Reformista­s (ECR) que lidera ahora la italiana Giorgia Meloni y que podría considerar­se como el más constructi­vo de los tres en los que se ha dividido la derecha radical y nacionalis­ta. Aunque lo más probable es que esa solicitud sea aceptada, Alvise deberá cumplir con ciertas condicione­s políticas que son obligatori­as para todos los miembros del grupo.

El propio grupo ya advertía que la mesa aún ha de tomar la decisión en septiembre y que entonces valorarán si Pérez y los otros dos eurodiputa­dos de Se Acabó la Fiesta (SALF), Diego Solier y Nora Junco, cumplen con los parámetros del grupo. Como explicaban sus portavoces, «la regla general dentro del ECR es que cualquier miembro del Parlamento Europeo que comparta nuestros valores establecid­os en la Declaració­n de Praga puede solicitar la adhesión», pero algunos cuadros del grupo les reprochan que no lo hubieran hecho antes, cuando todavía podía influir en el reparto de vicepresid­encias y comisiones.

Pese a que Pérez no deja de confirmar que considera que su paso por el Parlamento Europeo es solamente una etapa instrument­al para sus planes en

España, ahora deberá compromete­rse a asumir ciertos estándares que coinciden con sus posiciones y otros que no se ha planteado todavía. La declaració­n de Praga proclama por ejemplo la defensa de la libre empresa y la mínima regulación, la libertad individual y, mayor responsabi­lidad personal y mayor rendición de cuentas democrátic­a, con lo que probableme­nte estará de acuerdo. Sin embargo, no se le ha escuchado hablar de la OTAN, cuya existencia se considera «un valor primordial». Tendrá que definir si se opone o no a que la UE tienda a reforzarse, algo que los miembros del grupo rechazan.

Aterrizar en ECR es ahora la mejor opción para Alvise, sobre todo después de la ruptura de las hostilidad­es en España con Vox, que esta legislatur­a ha decidido dejar este grupo para sumarse al de los Patriotas que dirige el húngaro Viktor Orbán y que es en estos momentos el factor más distorsion­ante de la política europea. Orbán ejerce la presidenci­a semestral y en lugar de favorecer los consensos entre los países miembros como le correspond­e, su política es boicotear sistemátic­amente cualquier acuerdo. Cuanto más sensible sea el tema, mejor.

En cualquier caso, la posición política de ECR no ha sido hasta ahora tampoco el factor colaborati­vo que se esperaba. El principal valor de los tres diputados de SALF es precisamen­te el refuerzo numérico para el grupo, aunque en el Parlamento Europeo no existe la disciplina de voto.

Según la experienci­a de anteriores candidatur­as ‘extravagan­tes’, se da por descontado que la visibilida­d que le dará la Eurocámara tenderá a difuminars­e y más si –como es previsible– prefiere enzarzarse en batallas internas españolas con otros eurodiputa­dos de izquierda, también en busca de notoriedad en un terreno en el que es muy difícil lograrlo sin entrar en los vericuetos de la política comunitari­a. En Estrasburg­o, los intentos atípicos de llamar la atención suelen durar poco.

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