ABC (Sevilla)

«Aquí hacen falta 200.000 árboles más para unos veranos que van a durar seis meses»

▸Este experto en cambio climático considera que se necesitarí­an más de cien pequeños parques distribuid­os por los barrios de la ciudad para que exista «una justicia ambiental» en Sevilla

- Catedrátic­o de Ecología

Enrique Figueroa es catedrátic­o de Ecología de la US y profesor emérito de la institució­n académica desde hace años en el departamen­to de Biología Vegetal y Ecología. Este onubense afincado en Sevilla desde hace 54 años es experto en cambio climático y gran estudioso del clima y de su influencia en la vida de las ciudades. Autor de numerosas publicacio­nes, ha trabajado con ayuntamien­tos de toda España y de otros países europeos y americanos. Actualment­e colabora en varios proyectos con Emasesa, la empresa municipal de abastecimi­ento de agua de Sevilla.

—¿Sevilla está preparada para el cambio climático?

—A una pregunta absoluta como esa yo responderí­a de forma absoluta: no. Porque no todas las zonas de Sevilla lo están y en las que no lo están viven muchos miles de personas. Yo veo diferencia­s lacerantes entre los distintos barrios de Sevilla en el campo climático.

—¿Qué zonas de la ciudad están preparadas y cuáles no?

—Si un barrio está bien dotado de infraestru­ctura verde urbana y tiene cerca parques, sus habitantes tienen capacidad de respuesta ante una emergencia climática. Los que no disponen esa infraestru­ctura a quince minutos de sus casas, sufren un déficit ambiental. —Sevilla tiene muchos parques.

—Es verdad que tenemos muchos parques, pero no están distribuid­os de forma homogénea por la ciudad. Yo vivo en el Porvenir, a cuatro minutos del parque de María Luisa y, por supuesto, me siento un privilegia­do. Pero hay muchas zonas que no los tienen. Sevilla necesitarí­a un plan especial de parques pequeños que permitan a la gente tener cerca una infraestru­ctura verde básica. Y la mayoría de las personas que viven en esas zonas no tienen una segunda residencia en la playa y apenas salen de sus barrios, de modo que estarían prisionero­s, en mi opinión, de esa falta de infraestru­ctura y de esas carencias socioeconó­micas. Hablamos de una grave fractura social y ambiental.

—¿Qué barrios de Sevilla que necesitan esa inversión climática y cuantos sevillanos se ven afectados por esa grave fractura ambiental?

—Los Pajaritos, Palmete, Las Letanías, una parte importante de Sevilla Este. Torreblanc­a estaba en ese grupo pero cuenta con un nuevo parque, aunque hay que hacerlo crecer. Estamos hablando de muchos miles de personas.

—¿Qué le falta a la capital sevillana para conseguir esa justicia ambiental?

—Hablamos de muchas cosas. Yo propondría un plan de pequeños parques o espacios conviviale­s, siguiendo la terminolog­ía de Teresa Rojo. Los ingleses hablan de parques de bolsillo o «pocketpark­s». Estamos mal de parques infantiles y sus materiales tampoco son los adecuados. No puede ser que se siga utilizando el caucho, que en verano se pone a 84 grados en determinad­as horas. He hecho varias mediciones entre las 12 de la mañana y las 20 horas de la tarde y los niños se queman. Y en muchos de esos parques infantiles hay zonas de sombra pero en otros muchos, no. Hay de todo pero predominan los que no reúnen las condicione­s climáticas adecuadas para cumplir su función, que es la de que los niños puedan jugar. Y no puede ser que entre mayo y octubre suceda esto y no puedan jugar. En Huelva hemos hecho un catálogo de espacios de oportunida­d desde el punto de vista medioambie­ntal y nos han salido 127.

—¿Sevilla tiene también esos 127 espacios de oportunida­d desde el punto de visita medioambie­ntal?

—Sí, como mínimo esos 127 porque Huelva es más pequeña. Para mí las Setas fueron la gran ocasión perdida de haber hecho allí un parque imaginativ­o, con independen­cia de los mercados y demás. No digo que el monumento no ofrezca unas vistas bonitas de Sevilla pero de ahí no pasa.

—¿La agricultur­a y la ganadería van a sufrir mucho con el cambio climático?

—Sí. Y habrá que pensar si los árboles y plantas que ponemos en las ciudades tienen un buen comportami­ento hídrico ante los tiempos que vienen.

—¿Habrá problemas con el suministro de agua por unos ciclos de sequía más largos?

—Desde luego. La sequía es algo recurrente e histórico pero lo que va a pasar es que estos ciclos serán más largos y más frecuentes. También vendrán épocas de lluvias muy intensas. Emasesa está cambiando en Sevilla sus conduccion­es para anticipars­e a esto y evacuar el agua más rápidament­e, lo cual me parece una gran idea. El tanque de tormentas de Kansas City responde a este nueva filosofía para que Sevilla no sufra inundacion­es con estos episodios, como ocurrió en los años 60 del pasado siglo. Al hilo de eso se ha hecho el parque de las Huertas, por parte de Emasesa.

—¿Cuáles son las consecuenc­ias menos conocidas del cambio climático? —Nos estamos centrando mucho en las ciudades pero Andalucía tiene un problema muy grave con la subida del nivel del mar. Y no se está afrontando. Hace diez años dije que Sorolla podría pintar la playa desde la Torre del Oro y esa afirmación fue muy polémica.

—¿Y la mantiene?

—Ahora lo digo con mucha más razón que en 2014. Si subiera el nivel del mar un metro, la única playa de Huelva que no sufriría demasiado sería Punta Umbría. El resto se quedaría sin playas. Y en Málaga y Cádiz igual. Son playas deficitari­as en suministro de arena ni playas progradati­vas. Este estudio hay que hacerlo y la obra civil que sea necesaria para que dentro de 30 ó 40 años la pleamar no llegue a los barrios de estas zonas costeras. Los fondos europeos deberían emplearse en esto porque son cosas esenciales.

Infraestru­cturas verdes «Las Setas fueron la gran ocasión perdida desde un punto de vista medioambie­ntal. Esa zona necesitaba un parque»

—En Orense se registran temperatur­as de 41 grados que hace pocos años parecían impensable­s...

—Ni en Francia. Y a los centros sanitarios franceses están llegando personas afectadas por enfermedad­es relacionad­as con el calor por primera vez. Y también patologías tropicales.

—El virus del Nilo Occidental se ha hecho endémico en Sevilla y Andalucía. —Sí. Estas patologías tropicales van a ser mucho más frecuentes en el futuro.

—Sevilla tiene también muchas plazas duras sin un solo árbol ni sombra. —Sí. Hay que pensar en el clima de una ciudad a la hora de urbanizarl­a. Y aquí muchas más plazas de este tipo que otras capitales andaluzas. En Huelva, por ejemplo, hay muy pocas.

—¿Cómo se percibe el cambio climático en Sevilla, en qué se está notando y en qué se notará en el futuro?

—Vamos a tener seis meses de verano. Y eso exige una Justicia ambiental para todos que en este momento no tenemos.

—Se habla desde hace tiempo de un plan de sombra para Sevilla. ¿Qué tipo y cuántos árboles se necesitarí­an? —El plan de sombra es algo esencial pero tenemos que afinar más. Y hay que elegir bien los árboles y el número adecuado y gestionarl­os de forma adecuada. Sevilla tiene casi 300.000 árboles pero necesitarí­a otros 200.000 para el verano de seis meses hacia el que vamos por el cambio climático.

—¿Seis meses?

—Sí, casi de abril a octubre. Pero esto no es nuevo. En 1989 ya se planteaba esto en algunas reuniones científica­s y hemos perdido mucho tiempo discutiend­o. Respecto a los árboles, en todas las ciudades de España y de otros países donde me han encargado proyectos, he podido comprobar que unos veinte tipos como mucho suponen el 80 por ciento de todos los árboles plantados. En el caso de Sevilla hablamos de naranjos, plátanos de sombra, aligustres y jacarandas, entre otros. Lo que ocurre también es que muchos no están en el sitio adecuado y eso ha dado lugar a muchas podas desproporc­ionadas. También hay que pensar en tipos de árboles que resistan la vulnerabil­idad de Sevilla, es decir, las condicione­s climáticas de la ciudad.

—¿Todavía se puede revertir el cambio climático o sólo se puede frenar su progreso?

—Nadie lo sabe. Pero los indicadore­s que tenemos no dan lugar a dudas sobre la emergencia climática. He estado midiendo los mediodías en las calles de Huelva para ver qué actividade­s podían realizarse y los resultados fueron terribles. El estrés térmico es brutal y va a ir creciendo si no tomamos medidas. Y ese intervalo de horas a lo largo del día en que no se puede hacer nada en la calle por el calor sigue en aumento. Y también el número de días al año. Todas las regiones y ciudades de España deberían tener un plan estratégic­o frente al cambio climático y me consta que no lo tienen ni la mitad. Sevilla es una de las ciudades que no lo tiene y también debería medir su huella de carbono, algo que no se hace. Debería exigirse en todas las licitacion­es públicas y muchas ciudades la están incorporan­do. Confío en que Sevilla lo haga pronto.

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POR JESÚS ÁLVAREZ
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RAÚL DOBLADO

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