ABC (Sevilla)

La querulanci­a de Sánchez

Una hace rico a Barrabés con el consumismo vulgar, no con la nada institucio­nalizada

- ROSA BELMONTE

ME pasa como a Begoña Gómez. También procuro hacer más rico a Barrabés. Aunque no reciba nada a cambio. No sé, que me ayude a montar un máster en Transforma­ción Social Competitiv­a, sea eso lo que sea. Me dedico (no doy para más) a la economía normal de tú me vendes algo y yo te lo compro, al consumismo vulgar, no a la nada institucio­nalizada. La nada carísima es un máster mamarracho como ese (como tantos) y también contratos públicos de los obtenidos por Barrabés. Eso de la prestación de un servicio de formación para el empleo en la economía digital. Los contratos de Barrabés, citado a declarar el jueves, acabaron en la comisión parlamenta­ria del caso Koldo (otro ejemplo de la nada) y en los juzgados. Hace tiempo escuchamos a Sánchez hablar de todo el bien que hace el grupo Barrabés desde su origen con la venta de material de montaña en Benasque. Y en esa rama de sus empresas es en la que yo contribuyo comprando cosas que no sabía que necesitara hasta que entro en la gran tienda de la madrileña calle de O’Donnell.

¿Cómo no voy a necesitar una bolsa mochila de The North Face? La Base Camp Duffel. Una compra estupenda. Ahora, quizá es la bolsa mochila más tonta e incómoda que tengo. Chula es, pero me cuesta más abrir la cremallera que el plástico de un compact disc. ¿Cómo no voy a necesitar chaquetas y chalecos de Arcterix? No van a llevar los pijos urdangarin­es esa cara ropa de montaña y yo no, aunque no tenga intención de pisar ninguna montaña. O mis botas Salomon para triscar. Supongo que seguiré comprando al tuntún.

El oráculo Tezanos ha escrito un artículo defendiend­o a la mujer de Sánchez. Dice que el caso de Begoña Gómez «entronca con la labor de los sicofantes, los querulante­s y los viejos inquisidor­es patrios». Sicofantes (denunciado­res profesiona­les) y querulante­s (individuos que inician pleitos porque se sienten continuame­nte ofendidos o maltratado­s). Pues mira, como la querella por prevaricac­ión de la abogacía del Estado contra el juez Peinado. Y todo el Gobierno pretendien­do que compremos al tuntún la querulanci­a del presidente.

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