Biden se encomienda a Lula para que le ayude a forzar el relevo democrático en Venezuela
▸ El líder brasileño se suma a la comunidad internacional y pide que se publiquen las actas electorales
La Casa Blanca espera ahora que los socios que la convencieron de que, con las concesiones adecuadas, Nicolás Maduro aceptaría unas elecciones fiables y libres este año, fuercen al régimen a obrar con la transparencia necesaria para probar sus cuestionados resultados electorales. De todos esos países, el que mejor posicionado está ahora para hacer de interlocutor es Brasil, pues el presidente Lula da Silva envió a Caracas a su asesor en política exterior, Celso Amorim, quien ha pedido directamente a Maduro que haga públicas las actas de la votación.
Anoche, el propio Lula fue claro en una entrevista en Globo TV y pidió la publicación de las actas: «Es normal que haya una disputa, ¿cómo se resuelve?: presenten las actas. Si estas generan dudas (...) la oposición entra con un recurso y espera al proceso en la Justicia. Habrá una decisión –siguió el presidente brasileño– que tenemos que acatar; estoy convencido de que es un proceso normal, tranquilo», concluyó.
La clave de los primeros pasos de la Administración estadounidense es que Joe Biden esperó a pronunciarse sobre las elecciones en Venezuela a tener una llamada con Lula ayer para recibir información de las gestiones de Amorim directamente. En esa conversación, los dos líderes coincidieron en la necesidad de que Maduro haga públicas las actas electorales. A diferencia de anteriores crisis, el presidente norteamericano ha decidido consultar con sus socios para que las condenas a Maduro, si debe haberlas, sean coordinadas y en conjunto, para que no sea Washington el único aplicando la presión.
Desde que Maduro rompió relaciones en 2019, EE.UU. no tiene presencia diplomática en Venezuela. Por eso, la presencia de Amorim, un enlace crucial de Lula en una suerte de diplomacia paralela en crisis como la de Rusia y Ucrania, es de especial importancia, pues ha podido dialogar con el dictador y también con el líder opositor Edmundo González. Fuentes diplomáticas brasileñas afirman que Amorim logró el compromiso de Maduro de que en los próximos días hará públicas las actas que le han llevado a proclamarse ganador.
El problema, desde el punto de vista de la Casa Blanca, es la demora de la dictadura en revelar las actas anonimizadas, algo que podría haber hecho de forma inmediata. El dictador ha dicho que un supuesto ciberataque obligó a detener el recuento la noche del domingo, aunque no ha dado las pruebas técnicas de ello. El fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, dijo que se originó en Macedonia del Norte y que estuvo planificado por María Corina Machado, Leopoldo
López y Lester Toledo, líderes opositores.
En Brasil, el Partido de los Trabajadores, en el que milita Lula, sí ha reconocido la victoria de Maduro. Esta formación, vieja aliada del chavismo, ha difundido un comunicado oficial saludando la victoria del líder bolivariano. Pero Lula es presidente gracias a una amalgama muy heterogénea de partidos, y está aguardando movimientos de sus diplomáticos, además de conversaciones con autoridades de otros países, como Biden, y gobiernos de izquierdas, como son Colombia y México.
La presidenta del Partido de los Trabajadores, la diputada Gleisi Hoffmann, dijo que «es importante que el presidente Nicolás Maduro, ahora reelecto, siga el diálogo con la oposición para superar los graves problemas de Venezuela, en gran parte causados por sanciones ilegales». Hoffmann, como los españoles José Luis Rodríguez Zapatero o Juan Carlos Monedero, es una aliada internacional del chavismo, y ha defendido la legitimidad de las elecciones del domingo.
Presiones infructuosas
Durante meses, los gobiernos o intermediarios de países como España, México, Colombia o Brasil insistieron al equipo de Biden de que las elecciones libres eran algo factible, que Maduro no podía volver a permitirse una nueva pérdida de legitimidad. Aun así, el escenario de fraude y perpetuación ilícita en el poder es, a día de hoy, uno de los más probables, de ahí que Washington quiera formar desde el primer momento de una coalición de socios que presione conjuntamente al dictador. De ese modo, se evita que sea EE.UU. el único que actúe con sanciones y otras medidas punitivas, como sucedió en la Administración Trump.
A nivel interno, y en campaña electoral, a los demócratas les está siendo complicado explicar por qué aceptaron tantas concesiones a Maduro, como retirar las sanciones al petróleo y excarcelar y repatriar a familiares y al testaferro de Maduro.
El senador Jim Risch, republicano de Idaho, fue claro en su opinión el lunes: «Maduro está cosechando los beneficios de tres años de políticas de apaciguamiento por parte de la Administración Biden-Harris. Desde enero de 2021, han suavizado todas las posibles sanciones contra el régimen de Maduro, liberando a asociados corruptos de Maduro de las prisiones estadounidenses; no ha sancionado a una sola persona vinculada al régimen y no ha logrado movilizar a la Unión Europea para aumentar la presión sobre Maduro. Las políticas de la Administración Biden-Harris prácticamente alentaron a Maduro a robar esta elección».
Los funcionarios y portavoces norteamericanos que se han expresado hasta ahora han pedido tiempo para que la dictadura pueda mostrar las actas y dar sus explicaciones, aunque han expresado pesimismo por las largas demoras y las intimidaciones de Maduro y los demás jerarcas.