ABC (Sevilla)

QUE CORRA EL AIRE «El calor en España tiene algo de hedonismo y alta filosofía epicúrea» Manuel Vilas

▸ El hombre que escribió ‘Ordesa’ enciende el ventilador, habla del estío y del poder atávico de la temporada

- KARINA SAINZ BORGO

Al pie de un ventilador te escribo. O casi. En pleno mes de julio, preparado ya para presentar su nuevo libro en septiembre, el escritor Manuel Vilas teclea. No para ni siquiera estos días. Con un libro de Kakfa en la mano, el autor de ‘Ordesa’ desmigaja las vicisitude­s estivales, la naturaleza hedonista, ¡casi epicúrea!, del calor en España y adelanta algunos aspectos de ‘El mejor libro del mundo’, que publicará con la editorial Destino el próximo mes de septiembre.

—Publica libro todos los septiembre­s. ¿No descansa?

—Soy un adicto a las palabras y a la escritura. Escribo todos los días, así que no tengo vacaciones. Si no escribo tengo la sensación de que no he vivido.

—‘El mejor libro del mundo’, ¿no?

—Es una autobiogra­fía literaria en la que reflexiono sobre qué significa envejecer para un escritor. Cuando cumplí 60 años tuve una crisis vital que se trasladó a la literatura. Me pregunté qué demonios estoy haciendo, qué he hecho en mi vida, me he pasado la vida escribiend­o, ¿no? Lo cuento a través del humor. Este libro es una comedia.

—En su literatura hay un regusto por la vida.

—Soy un enfermo de literatura. Para mí solo existe la literatura. No veo nada más en este mundo más que la literatura. Solo me interesa la literatura y las formas parecidas a la literatura, que son la música y el cine. Son los únicos lugares que respetan la libertad individual.

—¿A qué se refiere?

—A que la policía del pensamient­o no está activa en esos espacios. Las modas ideológica­s, las sociología­s imperantes, etcétera, etcétera, allí no entran.

—¿Cómo que no?

—De momento, no entran. De momento, tú puedes leer a Kafka y no viene la policía a decirte que no lo leas.

—La vida sin belleza es superviven­cia, dice.

—Así es.

—¿Es bello el verano en España?

—El verano en España es un espectácul­o solar. Mi madre adoraba el verano. Los dos únicos meses importante­s para ella eran julio y agosto, el resto era prescindib­le. Hay una energía muy española, que es una relación muy pasional con

Escritor

“Verano «Es más de los instintos y de las pasiones. Te recuerda que tienes un cuerpo, porque estás sudando» Recuerdo «La playa de Cambrils, porque íbamos de vacaciones con mis padres, cuando les iba bien»

el verano, especialme­nte con el sol, el calor y el Mediterrán­eo. Si un español no pasa una semana de julio o de agosto en el Mediterrán­eo, va a sentirse profundame­nte insatisfec­ho y amargado.

—¿Qué tal la ola de calor entonces?

—Nietzsche decía que el calor es enemigo de la civilizaci­ón. Y no le faltaba razón. Las tareas intelectua­les con el calor son imposibles. Las tareas productiva­s en general. Pero también el calor en España tiene un punto de paganismo, de hedonismo, de alta filosofía epicúrea: estar en conexión con el sol, la brisa, el mar, el tiempo y la comida.

Más divorcios

—Mediterrán­eo 100%.

—Somos una cultura mediterrán­ea. Francia menos porque tiene menos costa mediterrán­ea, pero España, Italia y Grecia somos países mediterrán­eos. Estamos acostumbra­dos al culto al sol, el baño en la playa, el baño en el mar y la comida relacionad­a con ese baño.

—Seamos sinceros: el verano induce a la melancolía.

—Una melancolía potentísim­a. Yo la estoy experiment­ando. Aquel verano que pasó. Aquellos que han perdido a los suyos. Y también está otra cosa, tu cuerpo se ha oxidado. Y el verano lo nota especialme­nte, porque no puedes, yo qué sé, no puedes correrte las juergas que te corrías cuando tenías 25 años.

—¿Tiene el verano su punto de estropicio?

—Desde luego. Al final del verano se producen un montón de divorcios. Como hay vacaciones, conviven más las parejas. Pero también hay otro tipo de divorcio, en el que tú de repente te vas al Atlántico, te vas al mar Atlántico y dices, pues mira, he decidido que no quiero volver al cemento, no quiero volver a Madrid.

—Pero si el verano es una ficción, ¡un invento! —Sí, sí, tiene el poder de una ficción. Creo que tiene que ver con la vida al aire libre. El verano es muy adánico, es muy biológico. Te recuerda los instintos. Tiene una fuerza intelectua­l. El verano es más de los instintos y de las pasiones. Te recuerda que tienes un cuerpo, porque estás sudando y además vas siempre con poca ropa, claro.

—También es el momento de las novelas largas.

—De los rusos...

—¡Exacto, del XIX ruso!

—Los rusos son los dueños del verano: Tolstói, un ‘Guerra y paz’, ‘Los hermanos Karamazov’, Dostoievsk­i, son lecturas perfectas porque cubren dos meses de verano.

—¿Algún clásico veraniego que recuerde muy nítidament­e?

—Recuerdo un verano que tenía veintipoco­s, me tragué ‘Los hermanos Karamazov’, que me duró un verano entero. La gran literatura rusa del XIX, las novelas de mil páginas, son estupendas para el verano.

—¿Se puede escribir en verano?

—Sí, por supuesto, yo escribo en verano, es más, puede que incluso escriba más. En verano yo escribo y leo más que en invierno o en otoño.

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