ABC (Sevilla)

«A mi cumpleaños siempre iban artistas flamencos a montar la fiesta»

▸ La sevillana-japonesa Noelia Tomoshige acaba de sacar su libro de recetas ‘Monroebake­s. Pastelería japonesa y francesa’ (Espasa)

- ANDRÉS GONZÁLEZ-BARBA

Noelia Tomoshige Pastelera

Noelia Tomoshige (Sevilla, 1990) vivió desde muy pequeña rodeada de arte, ya que su madre era bailaora y su padre guitarrist­a flamenco. Ambos llegaron a Sevilla tras ganar un concurso que organizaba la embajada española en Tokio. Desde muy joven esta sevillana-japonesa ha pasado por distintos avatares, pero un día se interesó por el mundo de la pastelería y estudió en la prestigios­a escuela Le Cordon Bleu de Madrid. A partir de ahí abrió una pastelería en Getafe, Monroebake­s, en homenaje a la admiración que siente por Marilyn Monroe. Recienteme­nte ha publicado su primer libro, ‘Monroebake­s. Pastelería japonesa y francesa’ (Espasa), en el que plasma numerosas recetas de pasteles de su país y de la cultura gala.

—Su vida ha estado siempre llena de muchos cambios, ¿no es así?

—Sí. Yo nací en Sevilla y durante mi juventud me dediqué a la natación casi de forma profesiona­l. Luego estuve un tiempo estudiando en Estados Unidos, y al volver, Sevilla se me quedó pequeña en ese momento y decidí mudarme a Madrid. Allí empecé mi carrera en el mundo del retail de lujo y pasé por varias marcas. En 2019 fue cuando le di un giro a mi vida y me dediqué a la pastelería.

—Me imagino que la natación le ayudaría a tener una disciplina diaria.

—Sí, me ayudó en cosas como la disciplina y la resistenci­a, porque al final en el mundo de la pastelería se trabajan muchísimas horas de pie y físicament­e hay que estar bastante fuerte.

—¿Cómo se introdujo en el mundo de la pastelería?

—Como viajo muy a menudo a Japón, en uno de mis viajes hice un curso cortito de pastelería de dos semanas. Allí conocí a mi primera profesora de pastelería, que había estudiado en la escuela Le Cordon Bleu de Tokio. Vi que había una en Madrid. Al regresar allí me inscribí en el diploma de pastelería, que eran nueve meses. Nada más terminar el diploma, abrí mi propia pastelería.

—¿Cómo se atrevió a dar ese paso si antes de ese curso jamás había cocinado un pastel?

—El diploma de pastelería de Le Cordon Bleu se divide en tres niveles: básico, intermedio y superior. Yo tenía pensado hacer sólo el básico para tener unas nociones básicas porque en ese momento quería abrir una cafetería en la que la pastelería no iba a tener un papel protagonis­ta. Pero al entrar en Le Cordon Bleu me fascinó la pastelería porque todos mis profesores eran franceses y llevaban en el mundo de la pastelería desde que tenían unos 14 años. Ellos me inculcaron esa pasión por la pastelería. Decidí hacer el diploma, deseché la idea de la cafetería y entonces fue cuando quise abrir la pastelería.

—¿Cómo ha funcionado la pastelería desde su inauguraci­ón?

—Empecé a desarrolla­r mi marca desde cero. Cogí encargos desde casa, pero llegó un momento en que eran tantos encargos que necesitaba un sitio equipado para gestionarl­os. Decidí abrir la pastelería. Pensé que iba a ser algo pequeño, pero ahora somos un equipo de seis personas y hemos viajado mucho para dar a conocer nuestra pastelería.

—¿Qué especialid­ades ofrece?

—Nuestra pastelería se divide en la pastelería japonesa, la de fusión ( japonesa y francesa) y la francesa. Cuando llega un cliente vemos qué busca para dirigirle a un tipo de pastelería u otro. Si no tienes idea de nada, primero aconsejarí­a probar nuestro bestseller, que es la tarta mille crèp. Quizás también la tarta de queso de té verde matcha o la tarta de queso japonesa, y luego una tarta francesa que se llama Honolulu, que es de fruta de la pasión, mango y vainilla. Seguro que con eso no fallas.

—¿Qué tipo de público va?

—Tenemos un público muy variado. La mayoría de los clientes son personas que ya han estado en Japón o que les gusta la cultura japonesa. También tenemos un cliente muy fino y elegante al que le gusta mucho la gastronomí­a y la pastelería. Y luego tenemos un tipo de cliente sin saber dónde ha entrado y al que tenemos que ganarnos. A ellos les tenemos que explicar quiénes somos y qué hacemos. Lo difícil es hacer que la gente se atreva. Me gusta de mi trabajo que puedo inculcarle mi amor a la cultura japonesa a las personas que no tienen ni idea.

“Nadadora «La natación me ayudó en cosas como la disciplina y la resistenci­a» Le Cordon Blue «Mis profesores me inculcaron la pasión por la pastelería»

El flamenco

—¿Le inculcaron sus padres el amor por el flamenco?

—El flamenco siempre ha estado muy presente en mi vida y era una cosa muy normal en mi casa. Era una parte de mi infancia. Nunca me llamó una gran atención ese mundillo, pero es verdad que cuando me mudé a Madrid, cada vez que escuchaba flamenco me transporta­ba hasta Sevilla. He ido a muchos espectácul­os porque mi padre da muchos espectácul­os y se va de gira a Japón. En mi cumpleaños venían todos los cantaores, bailaores y guitarrist­as del gremio a montar la fiesta, también fueron a mi comunión y en el bautizo.

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Noelia Tomoshige ha logrado abrirse camino dentro del mundo de la pastelería // MAYA BALANYA

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