ABC (Sevilla)

El fuego amigo y su frágil salud sacan a Biden de la carrera presidenci­al

▸El mandatario tomó la decisión tras la creciente presión desde su partido por su evidente deterioro cognitivo y físico ▸Las encuestas situaban al demócrata por detrás de su rival Trump en varios estados clave para la reelección Meloni al rescate

- DAVID ALANDETE EL VIACRUCIS

Donald Trump Expresiden­te y candidato a la Presidenci­a «El corrupto Joe Biden es el peor presidente, hasta ahora, en la historia de nuestra nación»

Bernie Sanders Senador demócrata «Ha servido a nuestro país con honor y dignidad. Gracias, señor presidente, por todo lo que ha hecho»

Bill y Hillary Clinton Expresiden­te y ex secretaria de Estado de EE.UU. «Nos unimos a Biden en el apoyo a la vicepresid­enta Kamala Harris. Haremos todo lo posible en su favor»

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció ayer que renuncia a presentars­e a la reelección en las elecciones del 5 de noviembre, a pesar de haber ganado las primarias, y designó a su vicepresid­enta, Kamala Harris, como su preferida para aspirar a la presidenci­a. Aunque ese apoyo convierte a Harris en la favorita, ahora el candidato deberá ser confirmado en la convención del Partido Demócrata que tendrá lugar entre el 19 y el 22 de agosto en Chicago.

Biden se mantendrá en la presidenci­a hasta que acabe su mandato el 20 de enero de 2025. Es una decisión insólita que no ocurría desde 1968, cuando Lyndon B. Johnson anunció que no se presentaba de nuevo debido a su creciente impopulari­dad por la guerra de Vietnam.

El Vietnam de Biden ha sido su edad y su salud. El presidente iba por detrás de Donald Trump en las encuestas, pero su desastrosa intervenci­ón en el debate celebrado pasado el 27 de junio en Atlanta le acabó de hundir. Sus titubeos y equivocaci­ones dejaron al descubiert­o el deterioro que ha padecido, tanto físico como cognitivo, durante sus tres años y medio en la Casa Blanca.

Desde el debate hasta la dimisión han pasado tres agónicas semanas para el presidente, en las que una treintena de diputados y senadores de su partido han ido pidiendo, uno a uno, día tras día, su marcha, con una expresión idéntica: «Es hora de que el presidente Biden pase la antorcha». Los movilizó Nancy Pelosi, diputada que fue presidenta de la Cámara de Representa­ntes

En la cumbre del G-7 saltaron las alarmas sobre el estado cognitivo de Biden cuando se mostró visiblemen­te despistado durante un acto. Entonces Meloni lo tomó por el brazo y lo recondujo al grupo. hasta 2023, y que a sus 84 años se presenta, ella sí, a la reelección.

En su carta, Biden hizo lo que su partido le pidió: marcharse de forma digna, queriendo salvar su legado. Así lo expresó en su misiva: «Juntos, superamos una pandemia única en un siglo y la peor crisis económica desde la Gran Depresión. Hemos protegido y preservado nuestra democracia. Y hemos revitaliza­do y fortalecid­o nuestras alianzas en todo el mundo. Ha sido el mayor honor de mi vida servir como presidente. Y aunque ha sido mi intención buscar la reelección, creo que es en el mejor interés de mi partido y del país que me retire y me concentre únicamente en cumplir mis deberes como presidente durante el resto de mi mandato».

Encuestas en contra

Son unas palabras poco frecuentes, hechas además por carta un domingo por la tarde, mientras su autor estaba aislado en su residencia privada en la playa de Rehoboth en el estado de Delaware, rodeado de su familia. Hasta el último momento, sus portavoces en la campaña y en la Casa Blanca mantuviero­n que no se iba a marchar, que iba a pelear, que era el único que podía vencer a Trump. Eso es lo que el propio presidente defendió hasta que no pudo más con la presión, para enfado de no pocos en su partido, que pensaron que se aferraba innecesari­amente, cuando las encuestas le señalaban la salida.

Si Biden ganó a Trump en 2020 fue porque se impuso en los estados clave de Pensilvani­a, Míchigan, Wisconsin, Georgia, Nevada y Arizona. En ellos, va por detrás en las encuestas. Todos los sondeos hechos desde el debate, a votantes en general y a demócratas, reflejan que una clara mayoría quería que renunciara, no por sus logros o políticas, sino por su edad y sus equívocos.

Los últimos errores han sido los más demoledore­s, no porque sean más graves que otros en el pasado, sino porque toda la nación y el resto del mundo estaban pendientes de ellos. Por ejemplo, en la cumbre de la OTAN, que tuvo lugar en Washington, el presidente dijo que Donald Trump era su vicepresid­ente y que Vladímir Putin era el presidente de Ucrania. En este último caso corrigió enseguida, pero no fue capaz de calmar los ánimos de un Partido Demócrata cada vez más inquieto. Cuando los diputados y senadores comenzaron a ver que una derrota de Biden significab­a también perder todo el poder en el Capitolio de nuevo, además de gobiernos estatales, los críticos comenzaron a alzar la voz, con los comunicado­s que fue orquestand­o Pelosi a la sombra.

Los líderes del partido en el Senado, Chuck Schumer, y la Cámara, Hakeem Jeffries, fueron a ver a Biden en persona y le mostraron sondeos que vaticinaba­n su derrota. Le recordaron que a estas alturas en 2020, él le llevaba a Trump más de nueve puntos en algunas de esas mismas encuestas. Le ofrecieron una forma digna de irse, con la cabeza alta y el aplauso del partido y, probableme­nte, de la nación. Tardó, pero Joe Biden pasó por el aro, y se sacrificó.

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El presidente Joe Biden, que se retiró ayer de la carrera presidenci­al // AFP
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