Betty, la hípster
El giro más importante es que la Betty guapa decide ser fea otra vez (salvo los brackets, se planta el paquete completo)
Fernando Gaitán ha muerto; Betty vive. La telenovela colombiana de 1999 producida por RCN Televisión y creada por Gaitán ha vuelto a Prime Video y ya estoy enganchada. Las producciones colombianas siempre han tenido un toque de distinción. De ‘ Caballo viejo’ a la original ‘Café con aroma de mujer’. Y ‘ Yo soy Betty, la fea’ (pasa lo mismo que con ‘Canción triste de Hill Street’; si con esta abreviamos a ‘Hill Street’, con la otra a ‘Betty la fea’).
Por muchas adaptaciones que se hicieran, incluida la española, el original de Beatriz Pinzón Solano con Ana María Orozco era imbatible. Por no hablar de la canción ‘ Se dice de mí’ (ahora no suena entera). La telenovela se ha visto en 180 países, se ha doblado a 25 idiomas y se ha versionado 24 veces. Esto no es como la continuación, ‘ Ecomoda’, es 20 años después. Y de verdad, como en ‘Boyhood’.
‘ Betty la fea: La historia continúa’ la dirige Mauricio Cruz Fortunato, director de ‘Pasión de gavilanes’ o ‘Café con aroma de mujer’ (escrita por Gaitán). En los créditos aparece un letrero que dice «Homenaje a Fernando Gaitán». La fea luego se hacía guapa y eso no tenía nada de novedoso (no hay más que ir a Bette Davis en ‘Un gánster para un milagro’ y, en el fondo, es la historia del patito feo). Pero el personaje de Beatriz Pinzón, que también tenía un poco de ‘El conde de Montecristo’, era diferente. Un poco la ‘Secretaria’ de Mocedades, aunque fuera una brillante economista. 20 años después, están todos estupendos. De la peliteñida a don Hermes el castrador, pasando por ‘el cuartel de las feas’. Y Ana María Orozco y Jorge Enrique Abello. Son diez capítulos servidos de dos en dos. La producción está más cuidada, pero manteniendo la esencia. El mismo humor y un poco de amargura. Betty a veces parece la Stella Dallas de King Vidor. Esa Barbara Stanwyck que quiere lo mejor para su hija, aunque su hija sea abofeteable. Y la hija de Betty y Armando es muy abofeteable y muy consentida. Con unos adecuados ‘flashbacks’, la trama se sigue sin problema. Se han actualizado sin ‘wokear’ a lo ‘And just like that’. No hay una inclusión forzada. Por ejemplo, ya había homosexuales. El diseñador y una del cuartel de las feas.
El giro más importante es que la Betty guapa decide ser fea otra vez (salvo los brackets, se planta el paquete completo). Ahora, más que el poder de la belleza, se incide en el poder de las mujeres. Su hija, al verla de esa guisa, le suelta: «¿Qué bicho te picó, Beatriz? Ahora te dio por volverte hípster, además». También los ‘nerds’ de entonces son ahora peces gordos (el vecino de Betty enamorado de la peliteñida). Betty, en eso no había cambiado, sigue con su torpeza física. Esa que avergüenza, esa que la acerca a la Elsbeth de Carrie Preston (vale, Elsbeth se acerca a Betty). El otro día en los Cavia hice saltar por los aires la bandeja de un camarero. Creo que estaba homenajeando a Betty. Aunque no sea tan lista.