La que nunca olvidaremos
▸ Memorable novillada: épica de Marco Pérez tras una brutal cogida, triunfo de Navalón y toreo para gozar de Zulueta
Cuando doble la temporada, recordaremos esta tarde de épica, barro y diluvio en Cuatro Caminos. Cuánta emoción en una novillada; cuántas cosas sucedieron en el estreno de la Feria de Santiago. De armónicas hechuras y buen juego el conjunto de Casasola y absoluta la disposición de la terna en un festejo que invitaba a la suspensión. De locos seguir bajo aquel aguacero y sobre aquel barrizal, una auténtica pista de patinaje. Pero los toreros, que no son de este mundo, tuvieron las agallas de tirar hacia delante. Hubo uno, Marco Pérez, que salió de la enfermería como un boxeador noqueado –con la cara magullada, la boca y la nariz hinchadas–, después de la feísima voltereta en el primero de su lote. Con tremenda violencia se lo llevó por delante en un quite con el capote a la espalda para volar por los aires y caer con una dureza brutal. Hasta ser pisoteado, con alguna uña arrancada y moratones de guerra en la piel de ese que llaman niño y es todo un hombre.
Por aquel percance, Samuel Navalón –que tuvo más de un susto– dio cuenta de tres animales. Con capacidad de matador de toros y máxima entrega, cortó tres trofeos para alzarse como primer triunfador de Santander. Por la puerta grande se marchó el sólido torero, mientras Marco iba camino del hospital para ser explorado después de dar la cara con el notable quinto, ante el que el prodigio salmantino demostró la raza de los llamados a ser gente con su difícil facilidad. Otra vez sufriría una cogida y, para colmo, se cortaría con el descabello, que dejó el premio en una oreja.
El acero robó el triunfo a Javier Zulueta, que toreó en el sexto como ninguno. Qué gozada, qué despaciosidad, tanto con capote como con muleta, frente a un Quitaluno de excelente ritmo. Para paladear la embestida y para saborear la faena en una tarde de emociones memorables.