ABC (Sevilla)

Albania deja a Croacia agonizando

- IGNACIO TYLKO ENVIADO ESPECIAL A BERLÍN

Derbi balcánico de alta tensión en Hamburgo con la superviven­cia en juego entre los meritorios albaneses y los sombríos croatas. Una batalla trepidante con un final desenfrena­do que deja ambas seleccione­s con opciones pero con el agua al cuello. Punto muy celebrado por los modestos y llorado por los croatas, que deben reflexiona­r en el diván de las crisis y conjurarse para la final que les espera el próximo lunes ante sus vecinos italianos en Leipzig.

Cita trepidante, intensa y pasional, que tuvo a dos protagonis­tas en el tramo final. El albanés Klaus Gjasula entró desde el banquillo, se marcó un autogol que propiciaba la remontada croata y en el descuento obtuvo recompensa al firmar el empate final. Y también el osasunista Ante Budimir, que comenzó de suplente, como uno de los señalados por la derrota ante España, y en dos minutos participó en sendos goles que en ese momento permitían ver la luz a su pequeño y exaltado país.

No tan pronto como ante Italia, cita en la que Bajrami anotó a los 20 segundos, pero Albania volvió a golpear primero. A los 10 minutos, jugada muy bien elaborada, centro medido y cabezado de Laçi. Pudo hacer algo más Livakovic, que luego salvaría un mano a mano increíble ante el interista Asllani, ese jugador que con dos años llegó en patera a Italia, y también acertó para desviar un remate en plancha de Rey Manaj.

Doble cambio de Dalic tras el descanso, con Sucic y Palicic en el campo para buscar más energía, como diría Ancelotti. Los croatas le pusieron más ímpetu al duelo y marearon menos la perdiz. Pudo equilibrar enseguida el centrocamp­ista del Salzburgo, pero lo evitó un paradón de Strakosha. Ya era otro partido. Los croatas robaban enseguida y se advertía peligro. Con tanto centro y tan poco rematador, la incorporac­ión de Budimir era cuestión de tiempo. Dalic no dejó dos arietes y le introdujo por Petkovic. Estuvo enorme el osasunista ejerciendo de revulsivo, con los centrales albaneses ya agotados. Primero, ejerció de ancla para asistir a Kramaric, que descerrajó a sus rivales con un disparo a contrapié del portero. Con su selección subida en la cresta de la ola, Budimir porfió por un balón hasta la línea de fondo y su pase de la muerte acabó en autogol de carambola. Pero lo que parecía otro ejercicio de resilienci­a croata, acabó en un funeral de los ajedrezado­s y en jolgorio albanés con el empate de Gjasula.

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// AFP Gjasula, ante Modric, tras anotar el postrero 2-2
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