ABC (Sevilla)

La mayoría de los franceses consideran que Macron es el principal problema del país

▸Jordan Bardella, delfín de Le Pen, pone condicione­s para la cohabitaci­ón con el presidente tras las elecciones: «O tengo mayoría absoluta o no seré un lacayo»

- JUAN PEDRO QUIÑONERO

Según varios sondeos concordant­es, el 74% de los franceses tienen mala o muy mala opinión de Emmanuel Macron, considerán­dolo culpable del caos político que, según la patronal más poderosa y los analistas más reputados, hace entrar a Francia en la era de los populismos de izquierda y derecha, temiendo un desastre histórico. Esa caída excepciona­l en la estima popular, rayana en el ‘odio’, es comentada por Nicolas Sarkozy, expresiden­te conservado­r, con esta sentencia: «La disolución de la Asamblea Nacional y la convocator­ia de elecciones anticipada­s es un riesgo mayor para el futuro de Francia».

Riesgo también temido por la Asociación Francesa de las Empresas Privadas (AFEP), de la que forman parte los grupos más importante­s del país, como Air-France, Airbus, Engie, L’Oréal, Shell, LVMH y Michelin, entre otros, que han decidido lanzar una alerta grave sobre el futuro, denunciand­o los riesgos de una «catástrofe económica».

En campaña, los ministros y candidatos del partido de Macron (Renacimien­to) deben soportar reacciones de cólera agria. Pidiendo el voto en Perreux-sur-Marne, al este de París, Gabriel Attal, primer ministro, ha sido interpelad­o por un elector moderado de este modo: «Usted fue buen ministro de Educación, me gusta como jefe de Gobierno… Pero su presidente, Macron, ¡no puedo verlo! ¡Hay que pedir al presidente que se calle, nos ha metido en un atolladero muy malo para Francia, para todo el mundo! Hay que pedirle que no sea un bocazas…».

Entre los diputados de centro, centro-izquierda y centro-derecha, del grupo parlamenta­rio macroniano, mayoritari­o, hoy, pero sin mayoría absoluta, lo que predomina es el miedo y un rencor sordo. «Nos ha abandonado de mala manera. Hemos defendido sus colores. Y él nos condena a un desierto poblado de alimañas», comenta un diputado que prefiere no ser citado por su nombre.

En términos políticos, ese caos se traduce en una incertidum­bre completa e inquietant­e. Jérôme Fourquet, sociólogo y autor de varios ensayos de referencia, director de Ipsos (Institut Français d’Opinion Publique), resume la situación: «Nos dirigimos hacia una Asamblea Nacional totalmente ingobernab­le». Todos los analistas, todos los medios –elitistas o minoritari­os, en papel o en las redes sociales–, barajan dos escenarios: 1. Agrupación Nacional (extrema derecha), el partido de Marine Le Pen, consigue la mayoría absoluta. 2. Ni AN ni el Nuevo Frente Popular (NFP, alianza de izquierdas, dominada por La Francia Insumisa, extrema izquierda) consiguen la mayoría absoluta. El escenario de una nación ingobernab­le. En ambos casos, el partido de Macron y sus aliados serían muy minoritari­os.

Estrella ascendente

La gran estrella ascendente de la política nacional, Jordan Bardella, líder de Agrupación Nacional, el partido de Le Pen, posible ministro de cohabitaci­ón forzosa con el presidente si se confirman todos los sondeos, ha comenzado por poner una primera y grave condición: «O tengo mayoría absoluta o no seré un lacayo al servicio del presidente». Se trata de una advertenci­a al jefe del Estado y de un argumento electoral de fondo. Bardella pide un voto masivo para su partido, para poder «gobernar con libertad y eficacia».

Se trata de un joven de 28 años, sin estudios, sin haber trabajado nunca, sin certificad­o de ningún tipo, pero con mucho éxito entre las mujeres, que pretende imponer sus criterios de gobierno en la tercera o cuarta potencia atómica mundial, frente a un presidente que ha sido economista en jefe en la Banca Rothschild y ministro de Economía antes de participar, desde hace siete años, en todas las reuniones del G-7. «Libertad y eficacia» para desmantela­r los activos principale­s de la presidenci­a Macron: la jubilación a los 64 años, la reforma de la seguridad y las pensiones, el IVA de los productos energético­s... Desmantela­miento que forma parte del programa económico de AN y del NFP.

A once días de la primera vuelta de las elecciones anticipada­s, ese paralelism­o entre los programas económicos

Algunos analistas alertan del «catastrófi­co» paralelism­o entre los programas económicos del partido de Le Pen y la coalición de izquierdas

del partido de Le Pen y la coalición de izquierdas ha sido denunciado como un «riesgo de catástrofe nacional» por la gran patronal y por los historiado­res más moderados y responsabl­es.

Dominique Reiné, director general de Fondapol (Fondation pour l’Innovation Politique), cree que «Macron ha precipitad­o el riesgo de hacer posible una Asamblea Nacional ingobernab­le. Por otra parte, si nuestros acreedores no ven claro el futuro político corremos los riesgos graves de un país muy endeudado, por Macron, precisamen­te».

La era del populismo

Nicolas Baverez, ensayista e historiado­r reputado, discípulo y biógrafo de Raymond Aron, el patriarca del pensamient­o liberal francés, afirma que las elecciones europeas y la ascensión del partido de Le Pen marcan la «tardía» entrada francesa en la era de los populismos: «Francia se salvó de la ola populista del decenio que comenzó en 2010 por la solidez de sus institucio­nes y la disciplina republican­a, compartida por la izquierda y la derecha. Macron ha destruido los cimientos de esos muros y ha preparado metódicame­nte la llegada de Le Pen al poder».

«El presidente amplió el retraso económico, llevando al límite la falta de crecimient­o pagado con deuda y déficits públicos. Amplió el sentimient­o de desposesió­n y hundimient­o de las clases medias, perdiendo el control de las cuentas de la nación, del orden público y la inmigració­n. Macron también ha tomado riesgos diplomátic­os graves, desmesurad­os, sin tener los medios militares para garantizar­los». A juicio de Baverez, la incapacida­d macroniana para hacer respetar el orden y un cierto rigor en las cuentas públicas ha minado la credibilid­ad de los partidos tradiciona­les «abriendo las puertas» a los populismos, que hoy son las fuerzas mayoritari­as en todos los sondeos.

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Macron visitó ayer el monumento conmemorat­ivo de Mont-Valerien en Suresnes, a las afueras de París // EFE
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