ABC (Sevilla)

En fuera de juego

Llámenme lo que quieran, pero me importa un comino que un político sea ‘swiftie’ o que el lateral del Villarreal vote a la derecha

- SANTI GIGLIOTTI

Nunca pensé que escribiría esta frase, pero lo que ha hecho Mbappé ya lo hicieron antes Borja Iglesias y Bellerín. Y es así, en esto del activismo futbolísti­co el francés sigue de lejos la estela que ellos abrieron. Los dos, desde que llegaron a Heliópolis, nunca escondiero­n sus ideas, es más, hasta crearon una veta hacia lo que para ambos debe de ser el futbolista del siglo XXI: el jugador deconstrui­do, feminista y comprometi­do. Siempre han querido usar su fama para dejar claras sus posturas en temas como los de Jenni Hermoso y el pico de Estado o el avance de la ultraderec­ha. De hecho, el pasado 23 de julio pidieron el voto para el bloque de izquierdas con el fin de tratar de frenar lo que entienden que sería volver a un pasado oscuro. Sonadas fueron también aquellas veces en las que hicieron apología de la manicura masculina, partieron lanzas por la moda sin género o alabaron la literatura escrita por mujeres.

Es cierto que sus gestos se magnificar­on por los burros intolerant­es que corrieron a llamarles maricas y decirles que se dedicaran a ganar, pero igual de verdad es que muchos de los discursos que han dado han sido calcados a los de esa izquierda cuqui, insulsa y performáti­ca que linda con los sketches de Pantomima Full. Siempre me ha parecido lícito lo que han hecho, me caen de lujo y son protagonis­tas de uno de los momentos más felices de mi vida, celebro que se mojen y que usen su altavoz, pero ni los trato como autoridad moral ni veo necesario que cualquier personaje público nos sermoneé como una eminencia sobre temas que conoce de oídas.

No es de recibo que a Unai Simón le caiga la que le está cayendo por opinar que no tiene nada que decir. Aunque ahora se penalice, hasta hace poco el silencio sobre lo que no se controlaba era signo de inteligenc­ia. Tiene gracia que los que lo critican sean los abanderado­s de la libertad de expresión, los extremista­s que han sacado la conclusión de que Mbappé se refería únicamente a los extremos de un solo lado. Hace tiempo que la política se convirtió en un espectácul­o futbolísti­co, con sus ‘hooligans’, sus insultos al árbitro y su fanatismo. Ahora, por si fuera poco, también queremos al pelotero tertuliano.

Llámenme lo que quieran, pero me importa un comino que un político sea ‘swiftie’ o que el lateral del Villarreal vote a la derecha. Prefiero un defensa cumplidor y un servidor público serio. Este cacao conceptual, en el que la política es fútbol y el fútbol es política, es el que hace que la gente acabe votando a personas que no tienen programa electoral, que se tolere que un ministro insulte a un alborotado­r, que se considere que ese fulero hace periodismo o que haya quien diga que su patria son unas siglas. Hemos dejado a la verdad en fuera de juego. Vamos perdiendo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain