ABC (Sevilla)

De lo dicho no hay na

La chica de Igualada salvajemen­te violada quizá desprecie a las que a la vejez dudan de su consentimi­ento

- ROSA BELMONTE

QUÉ cachondo Gil de Biedma y su poema ‘No volveré a ser joven’. Ya saben: «Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde –como todos los jóvenes, yo vine a llevarme la vida por delante». Hay que ser muy señorito de cuna meneada (o un inconscien­te) para darse cuenta tan tarde. La escritora americana Jill Ciment (1953) escribió en 1996 sus memorias, ‘Half a Life’. Contaba su aventura adolescent­e (17 años) con quien luego sería su marido y era su profesor. Ahora sale con otras memorias (‘Consent’) donde cambia detalles. ¡Viva Sevilla! ¡Viva Triana! Me sale cantar, como Imperio Argentina, «que de lo dicho no hay na».

No es casualidad que esas nuevas memorias tengan un título tan parecido a ‘El consentimi­ento’, de Vanessa Springora. A ver, aquí la adolescent­e de 13 años se entregaba a Gabriel Matzneff, escritor, depredador y una rata que nutría su literatura con las relaciones que mantenía con menores. Un escritor protegido por la intelectua­lidad francesa. Lo fundamenta­l en Springora es la ambigüedad de su propio consentimi­ento, por muy enamorada que creyera estar. Es un asunto feo, pero la chica de Igualada salvajemen­te violada por un desconocid­o quizá desprecie el sufrimient­o de Springora.

Jill Ciment cuenta en sus memorias de 1996 que se enamoró del profesor de 47 años y una noche después de clase esperó a que se marcharan los demás: «Me desabroché los tres botones superiores de mi blusa estilo campesina, crucé el suelo salpicado de tinta y lo besé». Leo en ‘The New York Times’ que hace unos años Ciment replanteó la historia. El marido, Arnold Mesches, había muerto a los 93 años y vino el MeToo. Empezó a cuestionar su relato y se quedó atónita con el beso. Nueva versión. Quería pedirle un consejo, él la atrajo y la besó. ¿Y los botones? Ahora ve lo siniestro del asunto. O sea, que la vida iba en serio y ella era tontita. Anda que… Un profesor con poder que se aprovecha de su alumna, una adolescent­e (17, repito) que quiere su aprobación. En la primera relación sexual en ‘Media vida’ hay pasión mutua. En ‘Consent’ dice que le pareció repulsiva la piel flácida del cuello de él. ¡47 años! Ni que fuera el culo del viejo con el que se acostaba Samantha en ‘Sexo en Nueva York’. Mary McCarthy lo hizo mejor y en el mismo libro, ‘Memorias de una joven católica’. A cada capítulo añadía unas notas sobre lo que podía ser verdad y lo que no. «Ni yo misma sé si me invento algo o no».

Eduardo Bravo ha publicado ‘Cecilia 2’, ensayo sobre el proceso de creación del segundo LP de la cantante. Su hermana le pidió que no analizara sus letras con la sensibilid­ad actual. Y va y dice en una entrevista con Sara Polo que ‘Un ramito de violetas’, retrata a un maltratado­r. Hombre, para ser el mismo demonio lo que tenía el hombre era un poco de mal genio y ella se quejaba de que nunca fue tierno.

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