ABC (Sevilla)

Yo quiero ser como Cataluña

En nombre de la justicia, Illa pide que reciban más los que más aportan a la Hacienda pública

- ISABEL SAN SEBASTIÁN

DE cada novela que escribo, Hacienda se queda aproximada­mente con la mitad de mis derechos de autor. A mí me parece confiscato­rio, pero la financiaci­ón de los servicios públicos se basa en la máxima de que quien más gana más paga, sobre todo si las rentas proceden del trabajo. De modo que la Agencia Tributaria te mete la mano en el bolsillo y saca de allí lo que le parece, presuntame­nte para construir escuelas, carreteras y hospitales, según reza el credo oficial del buen progresist­a, que no menciona a los asesores, viajes de placer y demás derroches habituales por parte de los mandatario­s afines a La Moncloa. En España, a mayores ingresos mayores cargas, salvo que uno fije su residencia en Portugal, como ha hecho el hermano del presidente, que cobra de la Diputación de Badajoz pero dice vivir al otro lado de la frontera, donde la exacción es notablemen­te inferior.

Tras su desembarco en el Gobierno, Sánchez nos ha subido los impuestos nada menos que sesenta y nueve veces, hasta llevarnos a encabezar la lista de países que más han elevado la presión fiscal en la UE. También nos ha empobrecid­o hasta colocarnos en el podio del riego de exclusión, con cifras que van desde el 30 por ciento de Andalucía al 14 por ciento de Cataluña o el 13 de Madrid, la región más solidaria. ¡Menos mal que en sus propias filas ha surgido una voz crítica dispuesta a enarbolar otro estandarte y redimirnos a los oprimidos fiscales del peso que nos abruma!

Desde Cataluña, el candidato socialista, Salvador Illa, se manifiesta dispuesto a tomar en considerac­ión la «singularid­ad» de dicha comunidad y otorgarle los privilegio­s que le correspond­en por ser rica. Estima el aspirante a ‘president’ que no es razonable ocupar el tercer lugar en la lista de los que más aportan a las arcas generales y el decimocuar­to en la de los receptores de fondos. Demanda que los catalanes obtengan más, aduciendo que para eso contribuye­n en mayor medida. «¡Es una cuestión de justicia!», exclama ese discípulo de Orwell empeñado en conseguir que todos seamos iguales, pero ellos más iguales que nosotros. Según su razonamien­to, los grandes contribuye­ntes deberían circular por mejores carreteras, disponer de una mejor atención sanitaria y ofrecer una mejor educación a sus hijos. Que en el fondo es de lo que se trata, toda vez que, gracias a esa anormalida­d democrátic­a denominada «concierto», exigida por ERC como pago por su respaldo, los vascos disponen de 2.073 euros per cápita para sanidad, mientras la media española se sitúa en 1.800. El separatism­o catalán siempre se ha considerad­o merecedor de un trato similar, fundamenta­do en su ideario supremacis­ta. Lo reseñable es que un dirigente que se dice socialista abogue sin pudor alguno por ese modelo discrimina­torio y tenga además la desfachate­z de hablar en nombre de la justicia.

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