«El buen camarero no tiene edad, es una cuestión de actitud»
▸Cuatro profesionales del sector, dos jóvenes y dos mayores, hablan del «hambre por crecer» como baluarte para trabajar en un bar o restaurante
Con la reflexión continuada de empresarios del sector de la hostelería en Sevilla en torno a la dificultad para encontrar camareros, el anuncio a principios de mes del dueño del mítico restaurante Donald, Mariano García, en el que ofertaba dos puestos de trabajo para personal mayor de 45 años, ha dejado todo tipo de interrogantes y debates, incluso a nivel nacional. El reconocido hostelero, que aseguró haber visto de todo en los 49 años que lleva en el mismo establecimiento, adujo que la mayoría de los jóvenes no quieren aprender el oficio, y sí exigir, abriendo con esta declaración una controversia con reflexiones de todo tipo, algunas mostradas en estas páginas con las opiniones de cuatro camareros de la ciudad de diferente edad y generación.
José Ramírez y Manuel Guerra, ambos con 30 años, trabajan en el Espacio Eslava y la Antigua Abacería San Lorenzo, respectivamente, mientras que los dos ‘seniors’, Paco Romero, de 62 años, lo hace en el bar Blanco Cerrillo, y Manolo Atienza, de 61, en el restaurante Las Piletas. Separados por más de tres décadas, entre los cuatro, las diferencias son notables. Los primeros tienen el teléfono móvil a mano; a los segundos, ni les inquieta saber cuándo fue la última vez que lo cogieron. Los primeros no paran de moverse; a los segundos, con la mirada les basta en determinados momentos. La diversidad es mayúscula, pero tanto unos como otros, coinciden en un mismo pensamien
La oferta de trabajo del Donald «sólo para mayores de 45 años» ha abierto todo tipo de comentarios, incluso a nivel nacional
to: «el buen camarero no tiene edad; es una cuestión de actitud».
José Ramírez (30 años)
José Ramírez tiene 30 años, es camarero de Espacio Eslava y habla de «hambre». Pero no la de comer, sino la que te permite crecer. «Yo no creo que sea un problema tener jóvenes en un bar o restaurante, todo lo contrario. Es cierto y lógico que nos falte la experiencia, pero se puede suplir con la energía y las ganas. Escuché las palabras del dueño del Donald, y, lo cierto, es que no me parecen ni bien, ni mal. Yo no hablaría de jóvenes o mayores; yo hablaría de actitud, tengas la edad que tengas».
Manuel explica cómo ha sido hasta ahora su corta e intensa carrera en la hostelería: «Cuando comparo cómo estaba y cómo estoy ahora, aprendo a valorar lo que tengo. Yo empecé en los catering. Mi tío, que era cortador de jamón, me dijo un día si lo acompañaba a Jaén para ayudarle. Allí fui. Y allí me quedé tres años. De lunes a viernes cogía aceitunas y los viernes, sábados y domingos me iba a las celebraciones. Sinceramente, creo que toda esa actividad que hice me ha servido para hacerme más fuerte. Otra cosa es lo que le puede pasar a otros jóvenes que han tenido una vida más fácil. Yo no lo critico. Pero sí que es cierto que ahí puede aparecer otra forma de entender la vida. Yo tengo pareja, vivo con ella, ¡y tengo que trabajar! No hay otra. Y doy gracias a Dios que tengo trabajo. En Eslava estoy encantado. Siempre he sido muy sociable. Me gusta hablar, conocer gente, atender y que los clientes estén contentos. Es un plus para esta profesión. Ahora que se habla de empatía, creo que eso es empatía. Ponerte también en el lugar de los clientes».
El joven camarero también apun