Vender en mayo ‘
Vender en mayo’ es el típico dicho de los mercados que sirve para que todos los años por estas fechas le demos una vuelta a si merece o no plegar velas en renta variable para volver pasado el verano. Si nos atenemos a las estadísticas no hay mucha diferencia en el comportamiento de una cartera que hubiera salido todos los años de Bolsa en primavera cumpliendo con el refrán y los que no hubieran hecho nada.
Hay, lógicamente, excepciones dependiendo de los distintos periodos que se puedan emplear. Hay que recordar que algunos de los crack bursátiles más grandes de la historia se han producido en verano, incluyendo septiembre.
Pero también las mayores recuperaciones se han producido en primavera –como la de 2013–. Así que para un observador imparcial no hay nada concluyente.
En cualquier caso, se trata de una sentencia sin fundamento que, sin embargo, seguimos repitiendo y que nos da pie a completar una de estas postales anualmente.
Frente al tratar de acertar con las entradas y las salidas en Bolsa, hay otra corriente que defiende que el estado natural de las Bolsas es estar en máximos. En tanto que el mundo tiene la buena costumbre de crecer y las empresas se benefician de estos crecimientos, la Bolsa como reflejo de ese crecimiento solo tiene un camino. Y, por lo tanto, tratar de jugar a aprendiz de brujo es contraproducente.
Probablemente este segundo planteamiento sea más efectivo a la hora de tratar de gestionar quien sin duda es nuestro peor consejero financiero que son las propias emociones. Está más que comprobado como a largo plazo quienes