ABC (Sevilla)

Comunas o chalés de lujo: así ocultan a hijos desamparad­os

- J. J. MADUEÑO

Cabizbaja, evitando el contacto visual con los agentes, una menor, vulnerable, fue rescatada de su padre esta semana pasada en Coín (Málaga). Un particular llamó a la Policía Local y ésta detectó que la menor de 17 años de aquella furgoneta había sido apartada de la sociedad. Su padre se la llevó de un centro, la ocultó durante años en bosques de Suiza y luego la embarcó en un viaje eterno, que acabó en un parking de Málaga. Un caso que recuerda a otros muchos menores secuestrad­os por sus padres y apartados de las sociedad.

Uno de los más recientes fue Alex Batty, un adolescent­e hallado por un repartidor en una carretera en Francia. El joven desapareci­ó en 2017 durante unas vacaciones en un chalé de lujo de Benahavís (Málaga). Tenía sólo 12 años. Al cumplir los 17 años se marchó de la secta nómada en la que había estado cinco años. El joven estuvo oculto por su madre y su abuelo en la Costa del Sol, antes de que su comunidad espiritual se marchara a Marruecos a través de Melilla. Cuando lo hallaron llevaba dos años en unas montañas de Francia. Decidió irse cuando la secta buscó nuevo destino en algún lugar del norte de Europa. Desde Finlandia a Órgiva (Granada), a una comuna hippie, fueron tres niños huyendo del asma y de una orden de repatriaci­ón solicitada por su abuela materna. La madre viajó con su pareja y sus hijos a Lanjarón para buscar un clima seco contra las afecciones pulmonares de uno de ellos. Al ver la mejoría de la niña de diez años, la madre decidió quedarse. Su pareja la abandonó. Sin recursos y con ganas de regulariza­r su situación se dirigió a la comuna para pedir ayuda. Desde allí, a través del párroco del pueblo consiguió que los niños fueran al colegio. Ahí saltó la alerta de desamparo de Finlandia, al ser la madre denunciada por prostituta por la abuela de los menores. Los niños le fueron retirados en la misma comuna hippie.

En el asentamien­to a un kilómetro de la comuna, mientras el Ayuntamien­to quitaba tiendas de campaña y caravanas, ocho menores fueron localizado­s por las autoridade­s sin estar escolariza­dos y en riesgo de exclusión social hace unos meses. Vivían de forma nómada en esta explanada antes de entrar en el bosque donde está la comuna real. Furgonetas, campings, caravanas, casas okupadas... Los escondites son variados. Son escondites conocidos por la Policía Adscrita de la Junta de Andalucía, que es la que tiene la competenci­a en la comunidad para hacer cumplir estas órdenes y la encargada de retirar a los hijos a estos padres cuando salta la alerta. Este pasado enero, la Policía Local de Sevilla intervino por un requerimie­nto de los Servicios Sociales para hallar a una menor de 14 años y de origen asiático. Temían que podía estar desamparo. Su familia la estaba haciendo trabajar en una nave de un polígono industrial. La pudieron localizar al rastrear su móvil, pero con otro menores no hay tanta suerte. Como el chico minusválid­o encerrado en una habitación en Málaga, la niña en un paraje natural que sobrevivía con una madre con problemas mentales en una acampada ilegal o la joven casada siendo adolescent­e a la que su marido, mayor de edad sometía a malos tratos y obligaba a escapar de los centros de menores para vivir con su familia política. Caso similar a la joven de Baza (Granada) que sus padres iban a casar a cambio de 3.000 euros. En una caravana insalubre en la playa del Peñón del Curvo en Málaga escondían unos padres a sus dos hijos. Aislados, sin contacto con otros niños, sin la mínima higiene, sin cartilla de vacunación o revisiones médicas, los menores habían sido convertido­s en nómadas. Cada cierto tiempo cambiaban de lugar. Se había recorrido media Andalucía y parte de Portugal, hasta la Policía Adscrita dio con ellos en el acceso a aquella playa.

Sin luz ni agua

El mismo Cuerpo que rescató a tres menores encerrados sin agua ni luz en una casa en Villamanri­que de la Condesa en Sevilla. Los padres se habían marchado a trabajar lejos y ellos se había quedado allí, en una casa okupa de un barrio con las viviendas tapiadas y llenas de basura. Los doctores decían de la ‘niña lobo’ de tenía problemas psíquicos, dificultad para relacionar­se, no sabía algunas de las conductas sociales más básicas o tenía una capacidad intelectua­l de una niña pequeña. Achacaban esas dificultad­es a su aislamient­o durante años.

Los menores en desamparo son reclamados por los Servicios Sociales tras ser sustraídos por sus progenitor­es

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