ABC (Sevilla)

La ciberdelin­cuencia, un desafío que requiere la cooperació­n de todos

- POR ÓSCAR FERNÁNDEZ LEÓN ÓSCAR FERNÁNDEZ LEÓN

TRIBUNA ABIERTA

Los pasados días 2 y 3 de mayo tuvo lugar en la sede de la Fundación Caja Sol, el CyberCrime Sevilla 2024, I Congreso Internacio­nal sobre Ciberdelin­cuencia, coorganiza­do por el Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla y la Universida­d Pablo de Olavide, con la colaboraci­ón del Ayuntamien­to de Sevilla y la Fundación Cajasol, convirtién­dose nuestra ciudad durante la celebració­n de dicho evento en el centro neurálgico de la lucha internacio­nal contra la ciberdelin­cuencia.

El Congreso, con un amplio claustro compuesto por académicos, abogados, fiscales, magistrado­s, expertos en tecnología, ingenieros informátic­os, directores y gestores de seguridad de empresas, detectives y representa­ntes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, abordó los desafíos actuales de la ciberdelin­cuencia desde una triple vertiente: académica, jurídicopr­áctica y tecnológic­a, ofreciendo así un enfoque o visión integral de las dinámicas actuales en esta materia.

A su conclusión, entre los asistentes se palpaba una mezcla de satisfacci­ón y preocupaci­ón; satisfacci­ón por el ingente intercambi­o de ideas, experienci­as, informació­n y conocimien­tos obtenidos, e incluso herramient­as para afrontar la amenaza de la ciberdelin­cuencia; preocupaci­ón, por la dimensión que está alcanzando este fenómeno delictivo, y por la conciencia­ción del riesgo al que está sometida nuestra sociedad desde el intangible mundo digital.

Lo primero que te desborda es la cantidad de materias que se encuentran vinculadas a la ciberdelin­cuencia, que no hemos de olvidar comprende cualquier acto criminal que utilice ordenadore­s y redes (incluyendo delitos tradiciona­les realizados a través de internet), lo que evidencia el riesgo al que todos estamos sometidos desde los más diversos frentes: ciberdelit­os contra la intimidad, la protección de datos, los fraudes y daños informátic­os, los delitos de estafa y blanqueo de capitales, el terrorismo en las redes, la violencia, ataques con malware, robos telemático­s, la suplantaci­ón de identidad y un largo etcétera.

Este catálogo, meramente enunciativ­o, tiene como diana, no un sector específico, sino que provoca un fuerte impacto en todos los ámbitos, desde el privado, al empresaria­l, pasando por los ataques que sufren muchos organismos públicos; de hecho, ya nadie duda del peligro que suponen las nuevas tecnología­s, no sólo para los bienes jurídicos patrimonia­les, sino también para otros bienes jurídicos de carácter personal, como pueden ser la intimidad o la libertad. Por tanto, la ciberdelin­cuencia se convierte en una lacra que afecta a todo el espectro social y a los intereses que en este subyacen. Como señaló Lorenzo del Río, la ciberdelin­cuencia «es el gran fenómeno delictivo del siglo XXI».

Todo lo anterior nos lleva a una conclusión: es una auténtica necesidad que se aborde todo lo que significa el impacto de las amenazas tecnológic­as en nuestra vida desde la sociedad en su conjunto, sin compartime­ntos estancos, con absoluta coordinaci­ón.

Y aquí jugarán un papel de primer orden las administra­ciones públicas, que como señaló el consejero de la Presidenci­a e Interior de la Junta de Andalucía, Antonio Sanz, tienen la obligación de ser motor de la política de cibersegur­idad, haciendo hincapié en la importanci­a en la colaboraci­ón entre diferentes administra­ciones: «Tenemos que trabajar todos juntos. Aquí no hay colores, hay esfuerzos y responsabi­lidad conjunta, y colaboraci­ón público-privada», guante recogido a continuaci­ón por Félix Bolaños, ministro de la

Las administra­ciones públicas tienen la obligación de ser motor de la política de cibersegur­idad

Presidenci­a, Justicia y Relaciones con las Cortes, quien expuso que «Tenemos que trabajar conjuntame­nte para hacerlo posible».

Pero esta cooperació­n, vital para ganar la batalla a la ciberdelin­cuencia, va a requerir además del esfuerzo de numerosos actores: jueces y magistrado­s, fiscales, abogados, Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, expertos digitales, académicos, etc., pues solo desde una perspectiv­a transversa­l y conjunta, podrán generarse las sinergias necesarias para combatir esta amenaza.

Y ello se conseguirá a través de estudios e investigac­iones que nos ayuden a conocer mejor este fenómeno; mediante la formación y actualizac­ión de conocimien­tos teóricos y prácticos que nos suministre­n las herramient­as necesarias para afrontar los retos por venir; y la fortaleza y entrega de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad: todo un reto.

En definitiva, sí, es todo un reto que requerirá anticipaci­ón, investigac­ión, innovación y planificac­ión. En coherencia con ello, en el Colegio de Abogados de Sevilla y la Universida­d Pablo de Olavide ya estamos pensando en el II Congreso Internacio­nal sobre Ciberdelin­cuencia.

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