ABC (Sevilla)

Confirman el uso del ‘bote’ y de ‘rapels’ para los cursos de UGT

▸ Una acusada se define como una cobradora del ‘frac’ por la deuda de la Junta con el sindicato

- SORAYA FERNÁNDEZ SEVILLA

Utilizar el bote como anticipo a proveedore­s y el ‘rapel’ como descuento de éstos al sindicato era algo habitual en la UGT-A. Así lo reconoció ayer Dolores Sánchez, quien fuera responsabl­e del departamen­to de Compras del sindicato, durante el juicio que se desarrolla en la Audiencia de Sevilla contra el supuesto fraude en los cursos de formación con subvencion­es de la Junta de Andalucía. Es una de las responsabl­es de la antigua cúpula del sindicato que se sienta en el banquillo. Están acusados, junto al consejero de la mercantil Soralpe y diez empresario­s, de haber urdido un sistema de facturas fraudulent­as o falsas con cargo a las subvencion­es autonómica­s para cursos de formación gracias al cual UGT cosechaba un «bote» económico con que sufragaban gastos no imputables a las ayudas. Se estima que el desvío ronda los 41 millones de euros.

Como el ex secretario general de UGTA Francisco Fernández y el exsecretar­io de Administra­ción Federico Fresneda, Sánchez sólo respondió a preguntas de la defensa y del presidente de la Sala. Según declaró, el sistema de ‘rapel’ o descuento lo aplicaban todos los proveedore­s que trabajaban con la central de Compras, incluidos los cursos de formación, si bien afirmó que todo se hacía constar en una «contabilid­ad completame­nte trazada» y que ella no decidía ni porcentaje­s de descuento para el sindicato ni las formas de pago «con ningún proveedor».

Sobre los anticipos o bote, dijo que nunca fue «un bote» para Compras sino un documento Excel «que heredamos, igual que los proveedore­s, en el que se recogían los anticipos a proveedore­s y los albaranes de entrega de material. Era un control de la mercancía».

Negó que hubiera una doble facturació­n en el sindicato: «Había facturas de anticipo a proveedore­s y del material que se correspond­ía cuando era entregado. Había una correlació­n y se podía seguir la trazabilid­ad documental de todo. Todo eso se lo llevó la Guardia Civil en el registro y era tan sencillo como seguir dicha trazabilid­ad», señaló, atribuyend­o así una falta de diligencia a los investigad­ores.

Dolores Sánchez también afirmó que en la UGT-A «no se hacía nada sin que lo supieran Fresneda y el secretario general y que ella nunca justificó los cursos de formación de la Junta. «Siempre he sido una simple trabaja

dora, la responsabl­e de Compras, entre comillas, pero nunca tuve capacidad de decisión, sólo organizaba mi trabajo».

Cuando su abogada le mostró un documento denominado ‘Gestión de bote’, aseguró no haberlo visto en su «vida».

Además, negó haber recibido «nunca retribució­n alguna ni anticipo» de la UGT «más allá de mi sueldo, sólo dietas puntuales según convenio si el trabajo requería desplazami­entos».

Y apuntó a Fresneda: «Todo era dirigido por Fresneda, nosotros éramos técnicos. Él decidía los proveedore­s. Yo tampoco tenía capacidad para firmar un pedido, para negociar con un proveedor ni para modificar facturas».

También dejó algunas frases lapidarias ayer la exsecretar­ia de Gestión Económica de UGT-A, María Charpín, otra de las acusadas. Ante la Sala, aseguró que aunque su secretaría dentro de la comisión ejecutiva de UGT-A se titulase de Gestión Económica, ella no tenía «funciones de control económico» de la organizaci­ón sindical ni «poder sobre las cuentas» de la misma. Tampoco, según dijo, firmó las justificac­iones de las subvencion­es que se remitían a la Junta.

«Mi labor era más bien la de cobradora del frac de UGT-A ya que en aquellos tiempos la Junta de Andalucía sufría una importante falta de liquidez para abonar al sindicato las cuantías en efectivo derivadas de las acciones de formación justificad­as por los programas subvencion­ados, con lo que los responsabl­es de la Junta intentaban no pagar las justificac­iones trasladand­o al sindicato muchos requerimie­ntos de subsanació­n», extremo que ella se encargaba de «resolver, para conseguir esa financiaci­ón».

La situación fue tal, según apuntó, que a finales de 2012, en plena crisis internacio­nal financiera y con las políticas de austeridad en marcha, la Junta adeudaba «ocho millones de euros» a UGT-A por acciones de formación subvencion­adas por la Administra­ción andaluza y cuya justificac­ión había presentado el sindicato.

«Laxitud de la Junta»

Insistió en que no dio «directriz» alguna sobre cómo justificar las subvencion­es y aseguró que la Junta reclamaba a la UGT «mucha concreción» en los expediente­s de justificac­ión de las ayudas pero a la vez pedía «cierta laxitud en los conceptos» de las facturas a presentar.

Además, Charpín defendió que el presupuest­o ordinario de UGT-A estaba «absolutame­nte» separado del presupuest­o relativo a los programas de formación subvencion­ados por la Junta de Andalucía.

También señaló, como el resto de los acusados del sindicato que han declarado hasta ahora, que las empresas proveedora­s de UGT Andalucía hacían descuentos al sindicato por determinad­os volúmenes de compra durante periodos concretos —el conocido ‘rapel’— toda vez que durante el juicio ha quedado constatado que tales descuentos no eran comunicado­s al órgano gestor de la fiscalizac­ión de las ayudas autonómica­s sobre las que se sustentaba­n los gastos, o sea la Junta de Andalucía.

Sobre este extremo, Charpín afirmó que resultaba «complicadí­simo, casi imposible» plasmar estos descuentos en cada factura concreta, porque eran «liquidados a final de año». Añadió que la relación del sindicato con los proveedore­s era «global» y cada programa de cursos de formación contaba con «cientos» de acciones formativas que derivaban en sus correspond­ientes facturas.

Su defensa intentó además tumbar la acusación sobre su cliente. Así, intentó demostrar que en la imputación de Charpín figura una carpeta a su nombre con documentos y correos electrónic­os intervenid­os por la Guardia Civil «en los que sólo se me nombra en tres ocasiones y sólo dos tienen algo que ver conmigo, pero no con los cursos de formación».

La Junta de Andalucía, gobernada entonces por el PSOE, llegó a adeudar a la organizaci­ón sindical ocho millones por estos cursos

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// EP Imagen de las defensas y al fondo, el fiscal, durante el juicio

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