Un segundo referéndum
Siguiendo con la moda populista, el Ayuntamiento podría preguntar si se está a favor de cobrar a los que vengan a dormir y a qué destinar esos fondos
La ciudad ha superado, y con nota, el Tourmalet de sus Fiestas Mayores, entre las que se ha colado, otro año más, una final de la Copa del Rey de fútbol que atrajo a Sevilla a unos cien mil aficionados. No es tarea pequeña cuantificar las personas que llegaron a la capital por tierra, mar y aire desde la lluviosa Semana Santa hasta la recién apagada Feria de Abril. Pero pocos se atreverían a dudar de que se pueden contabilizar por decenas de miles, de los que en un porcentaje relevante han pernoctado en la ciudad. Mucho se habla del impacto económico de estos eventos, cifra curiosamente siempre millonaria que, como señalaba Daniel Ruiz este fin de semana en estas mismas páginas, nadie sabe de dónde sale. Sólo un comité de sabios como aquel que conformara el Gobierno de Pedro Sánchez durante la pandemia conoce la fórmula matemática para definir el dinero que reportan estas fiestas. Después surge la siguiente cuestión, ¿a qué bolsillos van esos euros? Arranca el debate. Unos dirán que a la ciudad como una figura etérea. Ya lo dijo la cordobesa Carmen Calvo: «El dinero público no es de nadie». Otros puntualizarán que los cuartos irán a parar a hoteles, restaurantes, taxis, etc. Sea como fuere, en ese intercambio de pareceres emerge otra cuestión. Y si a esos que durmieron en la ciudad desde el Domingo de Ramos hasta el sábado del apagón de alumbrado tras más de una semana de farolillos, por ejemplo, se le hubiera cobrado una tasa turística, como ya lo hacen otras ciudades europeas sin que éstas se hayan resentido en su atractivo turístico. Fijen ustedes la cifra por noche. Entonces sí se podrá señalar el dinero que devuelven a Sevilla estos acontecimientos que mueven grandes masas.
Esos macro eventos puntuales, más allá de los de siempre, como la final de la Copa o de la Europa League, los Grammy, los Goya o grandes conciertos como Manuel Carrasco tienen un coste para la ciudad innegable, porque conlleva un despliegue de servicios públicos en materia de seguridad, movilidad y limpieza. Luego, las redes harán de las suyas y nos enseñarán algunas imágenes que no nos gusta y alentará a los ‘anti-todo’. Pero ya saben que quien algo quiere algo le cuesta. Y Sevilla quiere estar siempre en el mapa de la agenda internacional deportiva, cultural y social.
Por eso, y siguiendo con esta moda populista de consultar al pueblo, propongo al Ayuntamiento que pregunte a los sevillanos, no sólo al sector de turno, si están a favor de cobrar un precio simbólico a los que vengan a dormir y a qué destinar esos fondos. Si en tu barrio arreglan el asfalto de las calles o adecentan el parque infantil con el dinero que dejaron los vascos hace un par de semanas, seguro que los ojos con lo que se miran estos asaltos a la ciudad son más receptivos.