La industria desnuda las diferencias entre Moncloa y el Ministerio de Cultura
▸El sector reclama ser tratado como una «cuestión de Estado» y su valor como «actor económico»
En el seno del Gobierno de coalición se ha abierto una grieta con las políticas culturales, y desde ayer ha dejado de ser una disputa que se dirime de puertas para adentro. Un encuentro sobre las industrias culturales y creativas organizado por CEOE y Adepi reveló las diferencias entre PSOE y Sumar sobre el sitio de las empresas culturales. Si para el presidente Pedro Sánchez es necesario «contar con el respaldo de una industria fuerte y dinámica», para el Ministerio de Cultura, en palabras de Jordi Martí, número dos de Ernest Urtasun, hay que mirar «más allá de la cuestión económica». Cuestión de prioridades.
El presidente del Gobierno y el secretario de Estado de Cultura –estaba prevista la presencia del ministro, pero tenía tarea en el Congreso– fueron convocados por un sector que tiene un peso de más del 3% del PIB y que, desde la llegada de Sumar, anda inquieto. La inminente supresión de la Dirección General de Industrias Culturales, en favor de una nueva ‘superdirección’ de Derechos Culturales, fue recibida con cierto malestar. Ni siquiera la aprobación esta semana de la Oficina de Derechos de Autor ha acallado este ruido de fondo.
Enrique Cerezo, presidente de Egeda, defendió en el discurso de apertura que «el sector es clave en el desarrollo y avance» de la sociedad española. El también presidente de la Comisión de Cultura y Deporte de la CEOE destacó la importancia de la industria cultural, por los valores que representa y «también como motor y arrastre de otros sectores, como el turismo cultural».
Cerezo interpeló directamente a Sánchez: «La presencia del presidente del Gobierno pone de manifiesto la importancia de nuestro sector como motor estratégico capaz de generar riqueza y empleo de gran cualificación». Y el jefe del Ejecutivo, recién llegado del Congreso, recogió el guante. «La cultura es la mejor forma de presentar a nuestro país al otro lado de nuestras fronteras. [...] Pero creo que necesita contar con el respaldo de una industria fuerte y dinámica», aseguró, y se comprometió con la pro
«La cultura, a pesar de lo que algunos pregonan desde la ignorancia, no es un sector subsidiado», asegura Pedro Sánchez
tección de los derechos de propiedad intelectual.
El jefe del Ejecutivo aprovechó para criticar a Vox: «La cultura, a pesar de lo que algunos pregonan desde la ignorancia o desde los prejuicios más rancios, no es un sector subsidiado. Todo lo contrario, es un sector estratégico que devuelve con creces lo que recibe de las instituciones públicas».
La presencia de Sánchez en estas jornadas, que tuvieron lugar en el Ateneo de Madrid, no es casual. Tras entregarle el ministerio a Sumar, algo que muchos en el PSOE vivieron como un desgarro, a principios de mes creó en La Moncloa una oficina de Asuntos Culturales, dando lugar a una bicefalia que se avecina conflictiva entre los dos partidos del Gobierno de coalición. Estos días, tanto Sánchez como Yolanda Díaz han intensificado su presencia en actos culturales y alfombras rojas. Cine y música, sobre todo; casi nada de libros.
El discurso de Sánchez fue contrarrestado por el de Jordi Martí. El secretario de Estado puso el acento en los derechos culturales, en «el valor intrínseco de la cultura», dijo: «Estamos ante un ámbito que no podemos confundirlo solo con un sector de la economía. Ya sé qué hablo ante empresarios y personas vinculadas a la parte económica de la cultura, pero estamos tratando de una dimensión de la condición humana en nuestro mundo. Ese valor no podemos olvidarlo». El número dos de Urtasun citó tres retos: la regulación de los derechos de autor en el desarrollo de la inteligencia artificial, la lucha contra la precariedad y la concentración. Martí abogó por «proteger el ecosistema cultural», donde «puedan convivir iniciativas pequeñas, medianas y grandes», y siempre con un papel esencial del Estado como soporte económico.