ABC (Sevilla)

El consenso europeo sobre el apoyo a Ucrania se desmorona

▸ Las diferencia­s entre Macron y Scholz sobre la implicació­n de la OTAN en la guerra ahonda la brecha en el eje franco-alemán

- ROSALÍA SÁNCHEZ

Las dos últimas semanas de trabajo de la diplomacia europea han resultado disfuncion­ales. La respuesta cerrada a la invasión rusa de Ucrania se ha desgastado, tras dos años de conflicto, y comienza a hacer aguas ante la perspectiv­a del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Mientras en los países nórdicos se celebra la inminente entrada de Suecia en la OTAN y sus políticos y militares anuncian a bombo y platillo los operativos armados para plantar cara a Putin, en el frente oriental de la Alianza Austria llama a volver a sentarse con Putin como interlocut­or válido. «Se necesita a Putin en la mesa de negociacio­nes, porque si no, no podemos alcanzar la paz», ha reivindica­do el canciller austriaco, el conservado­r Karl Nehammer, que también cree convenient­e «incluir más» a otras potencias, como Brasil, India, China y Sudáfrica, que junto con Rusia forman el grupo BRICS. Nehammer no descarta viajar de nuevo a Moscú para reunirse con Putin. «Si es útil, si ayuda, lo volvería a hacer», ha comentado, mientras Francia estaría dispuesta, en el otro extremo, a enviar soldados al frente ucraniano.

En Berlín se han recibido con serio disgusto las palabras de Emmanuel Macron del pasado lunes. El canciller alemán Olaf Scholz se ha apresurado a garantizar que no contempla la presencia de tropas occidental­es en suelo ucraniano. «Lo que se acordó al principio entre nosotros también se aplica al futuro; es decir, que no habrá soldados en suelo ucraniano enviados allí por países europeos o países de la OTAN», ha recordado a Macron. Francia está rezagada con respecto a Berlín en términos de ayuda militar a Ucrania, pero no ve una línea roja en los misiles de crucero, a diferencia del canciller Scholz, que se niega a enviar a Kiev los tan requeridos Taurus. Aunque ambos siguen defendiend­o un teórico apoyo cerrado a Ucrania, sus posturas difieren ya hasta un punto que puede terminar dando la puntilla al eje franco-alemán.

Sin acuerdo en Visegrado

Un poco más al este, en el grupo de Visegrado (Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría), los consensos también han saltado por los aires. Las primeras reuniones del grupo V4, ya con el nuevo Gobierno polaco de Donald Tusk, sólo han servido para constatar una división tan marcada que deja este formato fuera de juego. La República Checa y Polonia están decididas a seguir proporcion­ando ayuda militar a

Ucrania, mientras que Hungría y Eslovaquia han puesto fin a los envíos de armas: sólo están dispuestas a contribuir con ayuda humanitari­a o financiera. Los cuatro primeros ministros, reunidos en Praga el martes, únicamente pudieron ponerse de acuerdo en que «Kiev necesita ayuda» y cerraron el encuentro con un documento vacío.

Incluso tienen opiniones diferentes sobre las causas de la agresión rusa. «Creo que puedo decir que hay diferencia­s entre nosotros», constató el anfitrión, el primer ministro checo, Petr Fiala; «no lo mantendré en secreto, no tendría sentido que diferimos en los puntos de vista sobre la causa de la agresión rusa contra Ucrania y sobre las formas de resolverla», dijo. «El presidente ruso Vladímir Putin es un criminal de guerra, la única razón para la guerra en Ucrania es la agresión de Rusia contra Ucrania», se posicionó el primer ministro polaco Donald Tusk, «independie­ntemente de cuán fuerte siga siendo Rusia como país, los factores políticos, morales e históricos... la evaluación de lo que está sucediendo hoy en Ucrania debe ser inequívoca».

«Un fracaso absoluto»

El primer ministro eslovaco, el populista de izquierda Robert Fico, respondió por su parte que el enfoque de Occidente hacia la guerra es «un fracaso absoluto». «No creo en una solución militar al conflicto en Ucrania», zanjó, y mencionó que la UE debería idear una estrategia de paz. Fico se adhiere a la narrativa de Rusia sobre las causas de la guerra de Ucrania, incluida la afirmación de que el actual Gobierno ucraniano dirige un estado nazi del

Sólo el 10% de los europeos cree en una victoria de Kiev, mientras que una mayoría relativa anticipa algún tipo de compromiso

cual los rusos étnicos que viven en el este del país necesitan protección. «La guerra sólo podría terminar mediante negociacio­nes», añadió por su parte el primer ministro húngaro Viktor Orbán, un populista nacionalis­ta conservado­r para quien las conversaci­ones de paz deberían comenzar «cuanto antes, mejor».

Un continente polarizado

Estas disparidad­es no son exclusiva de los gobiernos europeos, sino que afectan también a las opiniones públicas de los diferentes países. Una encuesta realizada por el grupo de expertos Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR), publicada el 21 de febrero, muestra que las diferencia­s no se deben a prediccion­es sobre el resultado del conflicto. Sólo el 10% de los europeos cree en una victoria de Kiev, en comparació­n con el 20% de Moscú, mientras que una mayoría relativa anticipa algún tipo de compromiso. Pero esto no impide que la mitad de la población de Suecia, Polonia y Portugal aboguen por apoyar a Ucrania en la recuperaci­ón de sus territorio­s, mientras que la mitad o más de los húngaros, griegos, italianos, rumanos y austriacos quieren presionar a Kiev para que negocie con Moscú.

Los franceses, españoles, holandeses y alemanes están completame­nte polarizado­s al respecto. Y es en este escenario en el que la Comisión Europea trata de amalgamar posturas y se centra en la expansión de la Unión de la Defensa. Ursula von der Leyen desea que las ganancias inesperada­s de los activos rusos congelados como fruto de las sanciones se usen para comprar armas para Ucrania: estaríamos hablando de aproximada­mente 300.000 millones de euros en activos soberanos rusos congelados por los aliados del G7 en respuesta a la invasión a gran escala de Ucrania.

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// AFP Volodímir Zelenski escucha a Edi Rama, primer ministro de Albania, en Kiev
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