ABC (Sevilla)

La novela con la que Capote hizo del cotilleo alta literatura

▸La segunda temporada de ‘Feud’ revive el mito de ‘Plegarias atendidas’, el libro que el autor nunca llegó a terminar ▸Su plan era retratar la alta sociedad de Nueva York a la manera de Proust, pero un solo capítulo le valió el ostracismo

- BRUNO PARDO PORTO MADRID

Empecemos por los focos. Es 1966 y Truman Capote acaba de publicar ‘A Sangre Fría’, una novela de no ficción (la primera de la historia, dijo) en la que había invertido seis años larguísimo­s, entre cuatro mil folios de documentac­ión y dudas. Su rostro acapara las portadas de revistas y suplemento­s culturales de Estados Unidos, y su obra copa la lista de los ‘best sellers’ del ‘New York Times’ durante treinta y siete semanas, tiempo en el que vende más de 300.000 ejemplares. Él está radiante, aparece en televisión, pasa sus vacaciones en yates y casas de campo que no son suyas, chismorrea con la alta sociedad, o mejor, con las mujeres de la alta sociedad, bebe y brinda sin mirar el día de la semana, ríe, pasea, posa, critica. En noviembre organiza una fiesta en el Plaza de Nueva York con una cobertura periodísti­ca digna de una cumbre bilateral con la URSS en plena Guerra Fría. Pura historia del champán que ahora hora vuelve a brillar en el tercer capítulolo de ‘Feud: Capote vs. The Swans’ (HBO BO Max), la serie de Ryan Murphy que e revive el auge y caída de uno de los s autores claves del siglo XX.

Pero seguimos en 1966. Capote te acaba de firmar un contrato con Ranandom House para un libro que tiene ne en mente y que se titula ‘Plegarias ias atendidas’, un título robado de una su-supuesta frase de santa Teresa de Ávila. vila. El proyecto tiene el tamaño de su ego: el autoconsid­erado mejor escritor de su época quiere emular a Proust y levanevant­ar su propio ‘En busca del tiempoo per-perdido’, aunque en Manhattan. Quierere re-retratar las costumbres y dimes y diretes retes de una sociedad que está inventando­do su propia realeza y que solo él, un extrantran­jero en esas alturas, puede contar. Quiere elevar el chisme a alta literatura. a.

La promesa convence a sus jefes:s: Ca-Capote se embolsa 250.000 dólares en con- cepto de adelanto por derechos de au- tor. La entrega la fijan para el 1 de ene- ro de 1968, la primera fecha de una historia de incumplimi­entos. No la entregó, pero en mayo de 1969 rompen el contrato y firman otro: esta vez le piden tres libros y la ‘deadline’ la ponen en enero o de 1973, porque él necesita un descan- so. Luego la mueven a 1974. Seis meses s más tarde, se pospone a septiembre de e 1977. Cuando llega la primavera de 1980 0 nadie ha leído el libro todavía. El ulti- mátum es el 1 de marzo de 1981, momen- to en el que él debe entregar un manus-manus- crito y recibir un millón de dólares.

Nada de eso ocurrió. Capotepote murió ó alcoholiza­do en 1984 y ‘Plegariasa­rias aten-atendidas’ pasó a engrosar la listaa de las cosas que pudieron ser y no fueronron y que a fuerza de contarse e imaginarse­narse ad-adquieren el tamaño de un mito,ito, porque no hay historia más grandende que la que se conjuga en condiciona­l.onal. ¿Y si Francis Scott Fitzgerald hubiera ubiera terminado ‘El último magnate’,ate’, la grangran novela de Hollywood destinada d a destapar sus miserias? r ¿Y si Salinger hubiese publicado c al menos la mitad de lo que escribió es cuando se alejó del mundanal da ruido? ¿Y si Capote…? La gran novela nov americana no puede acabar conA con Así un que punto podríamos y final. dejar el relato aquí, aquí como un fracaso más en la historia de la literatura, pero lo más interesant­e teres sucedió en la prensa, dondede CapoteCa consiguió convertir una novelavela inacabadai­n en un terremoto que sacudió sacud Nueva York y aún alimenta fascinacio­nes fascin de diferentes generacion­esnes (y para esto solo hay que ver ‘Gossipsip Girl’,Gir una vuelta de tuerca a las ‘Plegarias’). garias Sucedió en 1975. Él tenía terminados minad cuatro capítulos (‘Mojave’, ‘La Côte Basque’,B ‘Kate McCloud’ y ‘Monstruos perfectos’), y decidió que sería bueno publicarlo­s como adelanto para agitar el avispero. La revista elegida fue ‘Esquire’.E Primero lanzó ‘Mojave’, apenas un aperitivo de lo que sería ‘La Côte Basque’, una narración de las intimidade­s de prácticame­nte todos los círculos que había frecuentad­o Capote esos años que causó un terremoto en Nueva York. El cuento es prácticame­nte un solo diálogo en el que dos

personajes cotillean sobre sus alrededore­s. Hablan del mal aliento de una mujer, de una duquesa que nunca paga la cuenta, de Joe Kennedy teniendo aventuras con una niña de 18 años… El tono es así: «Desde Niza hasta Montecarlo todo macho que hubiera pasado la pubertad la conocía como Madame Marmelade, ya que su ‘petit déjeuner’ favorito era una polla caliente untada con la mejor mantequill­a de Dundee».

Capote cambió los nombres, pero todas sus amigas se enteraron, le retiraron la palabra y lo condenaron al ostracismo. «¿Qué esperaban? Soy un escritor y me sirvo de todo. ¿Es que esa gente pensaba que me tenían para entretener­se?», declaro él, escondiend­o un dolor que con el paso de los años se hizo evidente.

El precio de la amistad

Por cierto: por las trece mil palabras de ‘La Côte Basque’ le pagaron veinticinc­o mil dólares, la cantidad más alta que ‘Esquire’ había aflojado por un texto hasta entonces. Les salió bien, eso sí: por primera vez agotaron la edición al completo. A Capote, en cambio, le costó la reputación y su vida social, que perdió inmediatam­ente. En febrero de 1976 apareció dibujado como un caniche en la portada de la ‘New York Magazine’ bajo el título: ‘Capote muerde la mano que le da de comer’.

A su muerte se rebuscó entre sus papeles, pero no se encontró el tesoro. Y aún así se dispararon las teorías: una dice que acabó el manuscrito y lo ocultó en una caja fuerte o en la consigna de una estación de autobuses en Los Ángeles, otra que no escribió nada después de su incidente, y una última sostiene que acabó algunos capítulos más pero nunca cerró el libro.

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A la izquierda, la portada de ‘Esquire’ del número en el que adelantaro­n un capítulo de ‘Plegarias atendidas’. A la derecha, dere Capote caricaturi­zado en la ‘New York Magazine’
// ABC DE E ESCRITOR DE ÉXITO ÉX A CANICHE A la izquierda, la portada de ‘Esquire’ del número en el que adelantaro­n un capítulo de ‘Plegarias atendidas’. A la derecha, dere Capote caricaturi­zado en la ‘New York Magazine’

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