Francia recupera el uniforme escolar para promover la igualdad
▸Emprende una experiencia piloto en 92 colegios públicos como fórmula para mejorar la integración ▸España cuenta ya con experiencias en varias comunidades. Los expertos apoyan la medida
Chaqueta tipo ‘blazer’ azul marino con el escudo del colegio, jersey gris, polo blanco y pantalón largo o falda oscuros. Los alumnos de casi un centenar de escuelas públicas del sur de Francia se convirtieron el lunes en los primeros en volver a clase con uniforme, desde que dejara de ser obligatorio en 1968. Se trata de un proyecto personal del presidente Emmanuel Macron, que ha promovido un experimento sobre el uso del uniforme escolar, que de resultar positivo, llevaría a implantarlo de forma obligatoria en todo el sistema educativo a partir del curso 2025/2026.
El objetivo de Macron con el proyecto piloto es doble. Uno relativamente más modesto, contribuir a reducir la desigualdad y mejorar el comportamiento en el aula, y otro de un profundo calado político: «Combatir el separatismo islámico». Macron resume así un proyecto madurado desde 2020: «En nuestra sociedad, una minoría religiosa pretende imponer sus convicciones, desafiando uno de los fundamentos de la República, la laicidad en la escuela y la vida pública. El uniforme escolar podría imponer una norma común. Puede percibirse como una medida disciplinaria, pero, en el fondo, intentamos combatir un problema de gran calado».
Tras el asesinato de un profesor en el mes de octubre del 2023, Macron lanzó una ofensiva policial, jurídica e institucional para combatir el «separatismo religioso», el rostro más visible en las escuelas y el sistema escolar de la gangrena islamista, siempre amenazante. En ese marco, el pasado mes de septiembre, el Gobierno de Macron prohibió el uso de la abaya islámica, la túnica musulmana, en el entorno escolar. La prohibición no ha resuelto, ni mucho menos, el problema de la mala integración escolar de los hijos de familias musulmanas. Siete meses más tarde, Gabriel Attal, primer ministro, anunció la decisión de experimentar el uniforme escolar obligatorio.
Nicole Belloubet, ministra de Educación, precisa el proceso en marcha: «De entrada, un centenar de escuelas comenzarán voluntariamente el experimento, que debe prolongarse hasta finales de junio. Otras escuelas podrán sumarse al proyecto, si lo desean. Tras el estudio de los resultados, el uniforme escolar podría ser obligatorio a partir del curso 2025/2026». Belloubet desearía que más escuelas decidieran voluntariamente participar en el proceso en curso, que choca con una parte significativa de maestros sindicalistas, hostiles a la «disciplina vestimentaria».
El conjunto tiene un coste de unos 200 euros, que pagan, de momento, el ministerio de Educación y las alcaldías que han decidido participar en el proceso de experimentación. Las primeras impresiones parecen ser positivas. En los primeros días de clase con el nuevo uniforme, chicos y chicas se sienten contentos y aparentemente felices.
Debate en nuestro país
El proyecto piloto francés, y sobre todo la posibilidad de que pueda convertirse en obligatorio en los próximos cursos, choca con la realidad española en la que la decisión depende de cada uno de los centros. Las razones para adherirse de los colegios públicos están relacionadas con el impacto positivo en la conveniencia aunque, también, en el ahorro familiar que supone.
Sobre el objetivo de combatir el «separatismo islámico» que ha movido la decisión de Macrón, los expertos consideran que aunque en el uniforme «hay un elemento importante de igualación»,
«En España no existe un problema con la vestimenta en términos religiosos dentro del entorno escolar»
en España «no existe un problema con la vestimenta en términos religiosos en los entornos escolares». Es el caso de Fernando Vidal, sociólogo y profesor en la Universidad de Comillas, que entiende que «la cultura española es muy acogedora, como lo demuestra la capacidad de asumir a seis millones de inmigrantes en lo que llevamos de siglo XXI».
En ese ambiente de tolerancia, Vidal sostiene que no habría mucho problema si se implantara el uniforme obligatorio, y que incluso podría convivir con algún elemento religioso como el ‘hijab’. Desde el punto de vista de reducir desigualdades, Vidal considera que puede ser un elemento para la integración. Y cuenta el caso de unos niños de La Cañada que fueron escolarizados en un centro con uniforme. «Se sentían orgullosos por vestir igual que sus compañeros. Es un elemento que iguala con los demás y que propicia la integración en el propio centro», destaca.
También desde Cáritas han analizado el impacto del uniforme en la igualdad de oportunidades, aunque «sin quitarle valor, nos parecen más decisivos otros elementos», explica a ABC, Raúl Flores, coordinador de estudios de Cáritas y Foessa. «Los estudios, que hacemos desde 2011, nos dicen que las oportunidades en el sistema educativo están condicionadas por el nivel socioeconómico de la familia y por los estudios de los progenitores», concreta Flores. Por eso, antes de la incorporación o no del uniforme, considera fundamental «dotar a los centros de recursos para generar itinerarios específicos para cada alumno y un apoyo económico a las familias en la etapa de crianza».