La campaña de marketing
El primer plan del alcalde se ha cumplido, el interés mediático ha puesto el foco en el lamentable estado de la Plaza de España
Todavía sigo sin comprender el ruido que ha generado la idea de José Luis Sanz de cobrar por entrar en la Plaza de España para financiar su mantenimiento. Aún sin haberla materializado ha abierto telediarios nacionales, ha copado portadas de medios digitales y ha generado una enorme reacción en las redes sociales. No estoy segura de que el objetivo final del alcalde se vaya a cumplir viendo la ofensiva del PSOE, que ha salido en tropel, desde Antonio Muñoz al ministro Óscar Puente, a tildar de «ocurrencia» la propuesta. Incluso cuenta ya con la advertencia de María Jesús Montero, de la que depende la Dirección General de Patrimonio, de que no lo va a permitir.
Pero la sola insinuación de restringir las visitas ha generado toda una campaña de marketing que ha puesto la atención en el lamentable estado de conservación. Al menos en eso sí se está cumpliendo el plan de José Luis Sanz, que se ha visto muy solo en la difícil tarea de mantener el patrimonio del enclave, tomado por improvisados artistas, manteros, caricaturistas... «Yo he puesto sobre la mesa una fórmula para mejorar la situación, si alguien tiene otra, soy todo oídos», vino a decir ayer cuando le volvieron a preguntar sobre el asunto. Y si esa solución llegara en forma de una transferencia de cuatro o cinco millones al año, que es lo que calcula que hace falta para restaurar los elementos deteriorados y poner vigilancia permanente, se olvidaría del cierre. «Al que quiera aportar, yo encantado», zanjó el alcalde.
Si de lo que se trata con la estrategia es en poner el foco sobre el problema y retratar al personal, a los que cuando tuvieron mando en el gobierno local se dedicaron a sobreexplotar el monumento con eventos, concentraciones y hasta cediéndolo como zona de concentración de los hinchas Glasgow Rangers para que hicieran botellón en la final de la Europa League, la jugada ha sido brillante. Pero si realmente quiere imponer ese cierre, lo va a tener difícil, porque ni siquiera la Junta de Andalucía ha mostrado apoyo alguno. Hasta la presidenta de la FEMP, la popular María José García Pelayo, que es compañera de filas, se ha desmarcado.
A mí, con lo de cobrar en la Plaza de España me pasa lo mismo que con los peajes y la zona azul. De entrada, no me gusta el concepto de pagar por utilizar un espacio o una infraestructura que es de todos y que se mantiene con nuestros impuestos, pero reconozco que cuando había peaje en la autopista a Cádiz el viaje era mucho más tranquilo y sin atascos y que no tendría posibilidad de dejar el coche en el Centro de Sevilla si no hubiera un aparcamiento regulado. Tal vez tenga razón el alcalde y sólo cobrando una entrada vuelva a ser el mismo espacio emblemático que fue hace un siglo.