ABC (Sevilla)

García Pulido, el nuevo matador del siglo XXI

▸ Sufre una terrible voltereta y corta una oreja, como Perera, al mejor toro de una corrida interminab­le

- ROSARIO PÉREZ VALDEMORIL­LO

No se extinguirá­n los héroes mientras un chaval decida brindar emoción con una espada y una muleta. El último en alistarse a las filas donde la barba crece ha sido Guillermo García Pulido, un estudiante de Derecho y Administra­ción de Empresas nacido en Castillo de Bayuela hace 22 años. Un matador del siglo XXI, que congregó en el tendido a universita­rios que clamaban su nombre. No todos los días un compañero de pupitre hace el paseíllo hasta el altar donde el toro bendice a los valientes. Tuvo la ventura de ser agraciado en el sorteo con el mejor ejemplar de una corrida de Alcurrucén con mansa tendencia y áspero comportami­ento; un punto por encima de lo que se estila en esta plaza, lustrosa al completo y bien comida: no han escatimado en pienso este invierno los Lozano.

Incordioso se llamaba el de la ceremonia. Tras una desordenad­a y trabajosa lidia, sacó notable fondo en la muleta, que presentó con buenos mo

COSO DE LA CANDELARIA.

Domingo, 11 de febrero. Tres cuartos largos de entrada. Toros de Alcurrucén, bien presentado­s; mansos, ásperos y dificultos­os, destacaron el buen 1º y, en menor medida, el noble y rajado 4º.

de nazareno y oro: pinchazo y estocada desprendid­a (saludos); estocada desprendid­a y descabello (oreja).

de verde hoja y oro: pinchazo, media y dos descabello­s (silencio tras aviso); pinchazo, otro hondo y nueve descabello­s (silencio tras aviso).

de celeste y plata: estocada trasera y desprendid­a (oreja); pinchazo y fea estocada en los bajos (saludos tras aviso).

MIGUEL ÁNGEL PERERA, PACO UREÑA, GARCÍA PULIDO,

dos Pulido, abriendo los caminos al humillador Núñez y abriendo los suyos propios. Respondía Incordioso cada vez mejor, con repetición y son, agradecido a las telas del toricantan­o, siempre con determinac­ión en su ilusionant­e faena. Ansioso por momentos, sin apenas dejarlo respirar, pues era el primer toro de su vida y quería más y más. Hasta ese broche pectoral rodilla en tierra tan cantado por el público. Le enseñaba la muerte el de Alcurrucén cuando lo cuadró, aunque la espada caería trasera. No importó: la oreja ya adorna su vitrina.

Inconformi­sta como todo el que quiere ser alguien, buscó el triunfo con ahínco y valor en el sexto, de mejor embroque que finales por ese incómodo tornillazo. Tremebunda la paliza cuando el toro lo empaló hasta acabar en la arena, con los pitones volando por la cabeza y el pecho, por las zonas donde doblan las campanas. Milagrosam­ente, se incorporó presto, con el rostro y el vestido celeste barnizados de sangre. Sin mirarse, el toledano regresó a la pelea, con agallas y arreando, aunque la condición del animal impedía la limpieza. No fue fácil cazar a Burlón, a la fuga en la hora suprema y con las tres horas de festejo en lo alto –¿dónde quedó el sentido de la medida?–, mientras se estancaba el reloj de la resaca orteguista.

Pulido empató en el marcador con su padrino, Perera, que se ganó una sólida oreja del rajado y noble cuarto. No había hecho honor a sus divinas hechuras y descolgado cuello el geniudo anterior. Dos avisos se anotó el testigo, Ureña, sin fortuna ni espada.

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