El Rey afianza su recuperación de terreno en Cataluña
ANA I. SÁNCHEZ
El compromiso del Rey con Cataluña se mantiene tan firme como el día de su proclamación. No ha retrocedido un milímetro con la ley de amnistía que intentan aprobar el Gobierno y Carles Puigdemont, como tampoco lo hizo en los peores momentos del ‘procés’ y de acoso del independentismo a la Corona. La labor continua y serena de Don Felipe como símbolo de la unidad del Estado ha dado sus frutos, y este miércoles acudirá con normalidad a Barcelona para arropar a la nueva promoción de jueces, 119 mujeres y 41 hombres, en un momento en el que se suceden los ataques a la Justicia desde el Gobierno y el Congreso, y especialmente, desde el secesionismo.
Años atrás, este desplazamiento del Rey en un marco político como el actual habría derivado, seguramente, en un debate público en Cataluña, bajo una campaña promovida por los independentistas considerando la visita una provocación. Hoy, sin embargo, la presencia y las palabras de Don Felipe en el corazón de esa autonomía y en defensa de la Justicia no se espera que provoquen ningún desorden reseñable.
El año pasado, en la entrega de despachos a la anterior promoción de jueces, y con la amnistía fuera del horizonte político, Don Felipe ya reivindicó la necesaria «fortaleza del Poder Judicial». Además, hizo una defensa del cumplimiento de la Constitución, las leyes y la salvaguarda de la independencia judicial como ejes del sistema. El Rey no se olvidó de recordar la elevada misión a la que están llamados los jueces. «El Poder Judicial es el mecanismo de defensa de los derechos individuales y colectivos constitucionalmente reconocidos y de control de la actuación de los poderes públicos», añadió.
Los discursos son un vehículo que el Rey utiliza para cumplir su función de árbitro y moderador del buen funcionamiento de las instituciones. Por ello, no se espera que el Monarca dé este año ningún paso atrás en esa firme defensa de la legalidad y la independencia judicial. Especialmente, después de la contundente defensa de la Constitución que realizó en su último mensaje de Navidad. El que el Rey pueda arropar este miércoles a los jueces con naturalidad en la Ciudad Condal en un momento en el que los secesionistas les acosan, afianza la recuperación de terreno que la Corona ha logrado en Cataluña.
El camino no ha sido fácil desde que los secesionistas incluyeron como parte del ‘ procés’ el ataque, descrédito e intimidación a la Monarquía, con acciones de los CDR en las calles catalanas en 2017. El desafío al Estado hizo recomendable pausar las visitas de Don Felipe a la región durante los cinco meses –de septiembre de 2017 a enero de 2018–, en los que se sucedieron las leyes de desconexión con el Estado, el referéndum ilegal del 1-O, la declaración unilateral de independencia y el discurso histórico de Don Felipe del 3-O, en el que no solo defendió la Constitución, sino el autogobierno en Cataluña. Y la posterior ruptura de relaciones decretada por la Generalitat con la Corona. Pero a partir de febrero de 2018, el Rey se afanó por volver a normalizar su presencia en Cataluña con seis visitas en nueve meses que comenzaron con el World Mobile Congress e incluyeron la entrega de despachos a la nueva promoción de la carrera judicial o su asistencia al acto en recuerdo de las víctimas de los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils.
Aun así, el conjunto de actividades de la Familia Real en Cataluña se resintió en 2018 hasta caer por debajo
ANÁLISIS
del 5 por ciento del total en suelo español, frente al 8 por ciento de 2017 en cuyo entorno se venía situando en los años anteriores. Las actividades de la Familia Real en la región no volvieron al nivel previo al 1-O hasta 2022, cuando ascendieron al 7 por ciento del total nacional, tras un 5 por ciento en 2019 y 2021.
No obstante, por el camino se produjo un sonado revés, en 2020. Ese año la pandemia limitó enormemente los desplazamientos de la Familia Real (Cataluña supuso el 1 por ciento de las actividades), pero el Rey podría haber acudido a Barcelona a entregar los despachos a la nueva promoción de jueces en septiembre, y el Gobierno vetó esta visita. Pedro Sánchez tomó esta decisión para contentar a sus socios independentistas, con los que negociaba en ese momento los Presupuestos de 2021.
Don Felipe solo se desplaza cuando su presencia es requerida, beneficia a los intereses generales o a la proyección de España, y recibe el refrendo del Ejecutivo, por lo que el veto de La Moncloa impidió la presencia del Rey en aquel acto interrumpiendo una tradición de la Corona instaurada en época de Don Juan Carlos.
No obstante, ése fue un episodio puntual dentro de una recuperación de terreno que continuó afianzándose en 2023 con dos hitos. Por un lado, volvieron a celebrarse los premios Princesa de Girona en la capital de esta provincia, tras cinco años fuera de ella por el rechazo de las autoridades locales independentistas. Por otro, la Corona recuperó la interlocución institucional con Barcelona al recibir Don Felipe en audiencia, por primera vez desde que es Rey, a un alcalde de la ciudad. Jaume Collboni, del PSC, ha normalizado la relación con el Rey tras los desplantes realizados a la Corona durante ocho años por parte de la anterior regidora, Ada Colau (En Comù).
Aunque Pedro Sánchez ha convertido los escaños de los independentistas en más necesarios que nunca, el apoyo social del secesionismo es menguante como demuestran los 700.000 votos que perdieron en las últimas elecciones generales. Junts y ERC mantienen su operación de derribo contra la Monarquía pero, de momento, no son capaces de arrastrar a ella a la mayoría social catalana, y que el Rey visite Barcelona ha dejado de ser una noticia excepcional.