El caballo del malo
PUNTADAS SIN HILO
En el Estrecho la película es al revés: los buenos van en acémilas percheronas y los perseguidos en purasangres
UNA broma clásica recurre a un adjetivo comparativo de superioridad con reminiscencias cinematográficas para criticar la excesiva parsimonia en la ejecución de una acción: eres más lento que el caballo del malo, se dice. La gracieta ha cuajado en el lengaje popular como una frase recurrente porque todo el mundo entiende el escenario mental al que hace referencia: en las películas, al malo siempre lo trincan porque su montura es inevitablemente más lenta que la del héroe, que representa la legalidad y es con quien se identifica el espectador. En un sistema estructurado sobre el concepto de Justicia, la ley debe imponerse al delincuente y para eso debe contar con los caballos más rápidos.
La muerte de dos guardias civiles en Barbate tras ser embestidos con absoluta impunidad por la lancha de los narcos demuestra que en la España de hoy este esquema mental tan básico se ha alterado. En el Estrecho la película es al revés: los buenos van en acémilas percheronas mientras los perseguidos montan en purasangres. Los agentes que se embarcaron en una zodiac hinchable de cuatro metros y apenas 8 caballos de potencia sabían que iban al matadero frente al pepino de los narcos, una lancha de quince metros de eslora y 300 caballos. No tenían ninguna posibilidad no ya de apresar a los delincuentes, sino de ofrecer resistencia alguna en el probable caso de un enfrentamiento en las aguas gaditanas.
Pero siendo enormemente grave la cuestión de la falta de medios –¿no hay fondos para reparar ninguna de las seis embarcaciones policiales del Estrecho que están averiadas?–, el verdadero problema de este país no es económico, sino moral. Ya no se sabe quiénes son los malos. Ocurre en el Estrecho, donde una parte de la población apoya el narcotráfico porque dinamiza la economía local y ofrece el camino más corto hacia la estabilidad financiera. Pero el mismo Gobierno transmite confusión a la hora de trazar la línea ética entre el bien y el mal. La amnistía en Cataluña y los esfuerzos del Gobierno por liberar de cualquier culpa a los filoterroristas que acosaron a las fuerzas de seguridad del Estado el 1 de octubre altera el esquema mental de poli-ladrón. En el nuevo guión que escriben los socios de Sánchez los buenos eran los que desafiaban la ley y los malos quienes la defendían. El mundo al revés.
Pero no hay que irse a Cataluña. Los sucesos de Barbate exigían una respuesta contundente contra el narcotráfico y de respaldo a las fuerzas de seguridad del Gobierno que desmanteló el OCON-Sur tras años de éxito en la lucha contra la droga en el Estrecho. El alcalde de Barbate sigue esperando al menos una llamada de consuelo del ministro del Interior. Y Pedro Sánchez bien podría haber visitado la localidad gaditana antes de acudir a la gala de los Goya para que alguna presentadora pelota le piropeara. Para eso tiene un Falcon a su disposición en todo momento. Porque al presidente, eso sí, no le falta nunca el caballo más rápido.